Capítulo 47. Aprender a cuidar el corazón.

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Rin había soportado más de lo que debía, incluso, más de lo que podía, y eventualmente se fue haciendo evidente, prácticamente, en todos los aspectos de su ser.

Nahoya siempre decía que no le gustaban las personas que solían ayudar a todo el mundo, porque esas personas eran quienes menos se preocupaban por si mismos. Incluso llegó a decirme que, a veces, yo era ese tipo de persona. Y que eso lo enojaba.

No lo entendía, realmente. No sabía cómo una persona que siempre notaba a los demás no podía notarse a si misma. Hasta que conocí a Rin.

La gota que rebasó el vaso fue el altercado con la pandilla enemiga iniciado por ese chico, Kano. Fue un problema que sobrepasó mis límites, y se apoderó completamente de mi razón. Fueron largos días de angustia, lágrimas, amenazas y ataques de pánico.

Como era de esperarse, el conflicto desembocó en algo aún mayor. Con el chico que me desparó en el reformatorio, Kano en proceso de sentencia legal, y yo en el hospital con una herida que había amenazado mi vida.

Sabía perfectamente que, si mis acciones hubiesen sido otras, las cosas pudieron haber terminado de otra manera. Pero supongo que a veces las personas tenemos que recibir el golpe para poder aprender la lección.

A veces, está bien que las cosas se rompan. Lo importante es buscar la manera de poder arreglarlas.

Además, gracias a eso, pude darme cuenta de muchas cosas que, de haber sido de otra manera, probablemente hubiese notado aún más tarde de lo que lo hice.

Como por ejemplo, el hecho innegable de que mi relación con Rin no estaba yendo bien. Las diferentes situaciones que atravesábamos siempre se me salían de las manos, y ella terminaba resolviéndo todo. Y no podía seguir así.

Necesitaba ayuda. Necesitaba aprender a controlar mis emociones, afrontar mis problemas y expresarme mejor con los demás. Y así, cuando pudiera tener en mi poder las riendas de mi vida, tal vez Rin pudiera estar dispuesta a darme otra oportunidad, y volver a intentarlo.

Pero las cosas definitivamente no eran fáciles. El corazón es frágil, pero la mente lo es aún más. Y cualquier pequeño desliz puede terminar en un retroceso de díez pasos.

—Bueno, Souta-kun. Eso sería todo por hoy, muy buen trabajo —habló mi terapeuta mientras cerraba su cuaderno lleno de información sobre el escritorio—. Nos vemos la próxima cita.

—De acuerdo, gracias. Que tenga un buen día.

Después de salir del hospital, hace aproximadamente año y medio atrás, tuve una larga y difícil conversación con mis padres. Y básicamente, comencé a ir al psicoterapeuta.

Había sido un proceso difícil. Después de una situación así, definitivamente no era fácil sentarme frente a una extraña a contarle todos mis problemas.

Pero, afortunadamente, mi familia había sido de mucha ayuda. Mis padres no dudaron en escucharme y entender lo que necesitaba, y Nahoya siempre estaba ahí para colocar sus manos en mi espalda cuando parecía que iba a retroceder.

Año y medio había pasado. Y muchas cosas habían cambiado.

Ahora, con 19 años recién cumplidos, estaba en proceso de decidir qué era lo que haría con mi vida.

Hace unos dos meses, durante nuestra graduación de preparatoria, Kano asistió a la ceremonia y se disculpó personalmente conmigo. Gracias a Tetsuo, me había enterado que los Hayashi se habían encargado de todo el proceso legal. El chico pasó un año en el reformatorio después de haber sido juzgado por amenaza y acoso, un año en el que parecía haber cambiado en todos los sentidos. Ya que, según escuché, Kano ha estado poniendo todo de si mismo en el último año de preparatoria que tiene que recuperar, quedando como el primero de todo su año; además, se había separado totalmente de todo el rollo de las pandillas, y había hecho las pases con Kai y Ryu Hayashi.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora