Ave Negra

Prólogo

Despertó agitadamente. Todo lo que podía observar a su alrededor era maleza seca, se encontraba en medio de la nada; intentó levantarse, le dolía todo el cuerpo, horrorizada pudo vislumbrar que se encontraba desnuda.

Estaba llena de mordiscos y arañazos, de su parte íntima sobresalía sangre coagulada; parte de esta en la fría y húmeda tierra, donde varias moscas revoloteaban disfrutando del exquisito festín de sangre.

Se temía lo peor, pero al ver que, a su lado se encontraba a un hombre algo peludo con un extraño tatuaje de la silueta negra de un pájaro. Confirmo su teoría: "¡MALDITA SEA! ¿Cómo he podido ser tan estúpida?". Se dijo entre lágrimas mirando a aquel tipo dormido mientras temblaba de frío y horror.

Intentó incorporarse lenta y sigilosamente pero se precipitó al suelo lanzando así un suave gemido. Le dolía todo el cuerpo, tenía náuseas y mucho frío que cada vez se iba haciendo más y más intenso, estaba muy asustada y al borde del pánico desenfrenado; solo pensaba en escapar de aquella horrible pesadilla.

Cuando por fin logró incorporarse, pudo ver en frente suyo un grandioso y extenso bosque. Cuando iba a dar su primer paso, se sobresaltó, él le agarró fuertemente del pie. El dolor era muy agudo, tanto que no pudo contener sus gritos. Finalmente lo consiguió, la derrumbó nuevamente.

Mientras aquel hombre la arrastraba para llevársela, ella intentaba agarrarse a aquel dichoso suelo embarrado, pero fue en vano. Así que, frustrada, le lanzó una patada a la barbilla al agresor, haciendo que este cayera al suelo y que accidentalmente la liberara.

A pesar del malestar, pudo levantarse y salir corriendo; las malas hierbas arañaban sus finas piernas blancas, huía de una bestia que ni oía ni veía. Corría sin descanso apartando las largas ramas de aquellos árboles, altos y salvajes, algunos llegaban a golpear su fina y pálida tez.

El bosque, cada vez, se iba haciendo más y más denso, le costaba caminar debido a las heridas de sus pies; ni siquiera llegaba a ver el suelo por el que caminaba, debido a la frondosidad de los arbustos.

Al saltarlos torpemente, se apoyó mal sobre una roca, produciendo así la ruptura de su pie y precipitándose por el abrupto suelo. Dió un par de vueltas sobre sí misma, haciendo que su vista se torna se en una profunda y penetrante oscuridad, de la cual no saldría jamás.