CAPÍTULO LIII

13.1K 1K 520
                                    

**

-Isabella, de verdad gracias por la invitación. Es un placer estar aquí, pero... debo irme, es tarde- mentí. Si no calculaba mal no eran más de las 10. De hecho, tenía pensando ir a visitar a Olivia antes de ir a mi departamento, pero quería salir de aquí como fuese. Sabía lo peligroso que era esta cena y sabía las intenciones de Isabella, pero apenas había aceptado firmar para ellos, no podía hacer lo que quisiera. Los ojos de Isabella me recorrieron. Eran cafés.

Eran cafés como los de ella.

-El placer fue todo mío. Gracias por aceptar venir- sonrió y sirvió dos copas de vino- ¿Último brindis antes de que te vayas? Levantemos las copas por tu éxito y el éxito y prestigio que le darás a mi editorial- nos levantamos y me tendió una de las copas. Debía salir de allí. Yo estaba aún vulnerable. Había superado en mayor parte la marcha de Kamille y sus actitudes, había vuleto a vivir, Sin emabrgo, aún me sentía vulnerable- Salud, Verónica.

-Salud- sonreí y le di un sorbo al vino- Gracias por la cena y por la atención.

-Fue un gusto- me dio un abrazo yy cerré los ojos. Ella no era Kamille. Ella no era Kamille pero tenía tantos de sus aspectos. ¿Por qué tenía sus ojos y su cabello? ¿Por qué debía ser jefa de una empresa? Me alejé un poco de ella y sonrió.

-Ten una linda noche.

-Igual tú, Verónica- tragué en seco recordándome que mi novia estaba en su departamento y confiando en mi. Pero Kamille... No, Isabella- O ya que mañana serás mi empleada, debo decir Gonzales- Mierda- Descansa, Gonzales.

La copa que tenía en mi mano cayó al suelo cuando le tomé el brazo y la besé. Isabella me correspondió al isntante y tomó mi cintura pegándome a su cuerpo. Me alejé de ella y sus ojos me recorrieron. Esos bonitos ojos cafés, tan parecidos a los de Kamille. Le acaricié la mejilla, porque tal vez no tuviese una noche más tan cerca de ella como ahora. Volví a besarla y le quité la blusa. Me detuve.

-No puedo, tengo novia. No puedo hacer esto- La miré, y aunque era consiente de lo que había dicho,no me alejé de ella. Me mantuve cerca porque la verdad no quería alejarme, no de ella. Quise llorar.

-Olvídate de eso, estamos aquí y ahora, tú novia no tiene porqué saberlo- me besó.

Kamille jamás habría dicho eso. Kamille jamás le habría faltado al respeto a alguien en una relación por simple deseo. Aunque Isabella tuviese rasgos físicos de ella, no lo era. Sin embargo, no me importó.

Seguí con mi juego, pero no por ella. Por sus ojos, por su cabello, por la ropa que llevaba antes que se la quitara. Porque me hacía sentir estar con ella, porque quería mirar sus ojos, aunque fuese en otra persona. Quería encontrar detalles de Kamille en todas partes. E Isabella tenía varios.

Sentí los labios de Isabella besar mi abdomen y bajé mi vista a ella. Su cabello caí en su espalda.

-Kamille- susurré al aire y cerré los ojos. Isabella se detuvo.

-¿Dijiste algo?- suspiré y negué. Había olvidado que su nombre era un secreto que debía esconder de mis dientes hacia dentro.

-No, nada- suspiré y sentí que continuó con lo suyo. Me senté en el sofá y le detallé el rostro.

Ella no era Kamille. Ella era Isabella. Pero los ojos de Isabella, eran lo único que me quedaban de Kamille. La besé.

La besé y dejé me hiciera todo lo que quisiera conmigo esa noche. La besé y me dejé llevar por unas manos que se sentían extrañas, pero con pensamientos que la mantenían a ella conmigo. EL secreto del nombre de Kamille no fue descubierto esa noche, aunque la nombré incontables veces en mi cabeza. La llamaba, la exigí de nuevo aquí y necesitaba creerme que ella era quien me tocaba y besaba. Necesitaba creer que la mujer que desvestí era ella, necesitaba creer y engañarme. Era lo único que me quedaba por hacer.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora