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Otro día con mi monótona rutina.

Ducharse, vestirse e ir a clases, también conocido como mi infierno personal. Aunque por alguna razón, hoy extrañamente mi rutina no me causa algún tipo de jaqueca, es más, desde hace algunas semanas, levantarme cada mañana ya no es doloroso en lo absoluto.


Realizar mis actividades rutinarias parece más sencillo, y aunque las burlas hacia mí permanecen, de alguna forma, saber que al final del día estaré acompañado por personas a las parezco importarles hace que todo sea más fácil de sobrellevar.


Es distinto a como me siento en compañía de Koko e Inui...no sabría explicarlo por completo, pero mientras con los dos adultos me siento cálido y reconfortado, como un abrazo en una fría y oscura noche tormentosa, con mis nuevos amigos siento que puedo salir pese a la tormenta y bailar bajo la lluvia. Es una sensación de libertad agradable que no me importaría seguir experimentando durante un largo periodo más.


Esta mañana de nuevo estoy siendo aislado por todos. Oigo risitas mientras miradas indiscretas están puestas en mí y sí, es incómodo como el infierno, es molesto y me dan ganas de salir corriendo, pero cierro los ojos y pienso en que sólo debo esperar a que se acabe la jornada para estar a salvo.


Pero no tengo mucha suerte, ya que antes de abandonar la sala de clase, uno de mis compañeros pasa a mi lado y choca con mi hombro, casi me caigo, pero soy capaz de mantener el equilibrio antes que mi rostro se encuentre de nuevo con el suelo.


El chico se da la vuelta, molesto, y me sujeta con demasiada fuerza.


En ese momento me pregunto si no habría sido mejor caerme y romperme la nariz.


–mira por donde andas, idiota –me empuja, esta vez caigo inevitablemente de sentón al suelo –discúlpate –exige


Aprieto los labios con disgusto, si nos chocamos fue culpa suya, pero acabo disculpándome en voz baja, eso parece divertirle.


–¿Ah? No te estoy escuchando, dilo más alto –varios alumnos nos observan disimulando sus risas, unos pocos parecen no disfrutar del espectáculo, pero tampoco hacen mucho para detenerlo de todas formas. Fingen no ver nada mientras recogen sus pertenencias


–Lo siento –repito, más alto, todavía desde el suelo 


–¿debería dejarlo pasar? -se detiene y finge pensar –No pareces muy arrepentido ¿Qué creen chicos? Matsuno parece no arrepentirse mucho por lo que hizo ¿Qué hacemos al respecto?–


Varias risas resuenan como respuesta mientras el idiota observa a su alrededor correspondiendo a las risas, demasiado orgulloso.


–Si tan arrepentido estás, demuéstralo –se ríe de repente –y discúlpate en lenguaje canino–


–¿perdón? –


–que te pongas a ladrar, estúpido –exige, carcajeándose después 

CORAZÓN DE PAPEL (BAJIFUYU) (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora