Capítulo 20: Una idea perfecta

6 2 0
                                    

Quiero un perro.

Pero no puedo tener un perro.

Tener a Coral llorando, enseñándome fotos de su perrito al que no ve desde hace mucho por estar aquí, y que yo siempre he tenido ganas de tener un perro, es el combo perfecto para deprimirme.

Aunque ahora mismo tengo otras preocupaciones, un pesado de casi dos metros al que echo de menos.

No voy a seguir ocultándolo.

Llevo 3 días sin saber nada de él, desde el día de después del partido y nuestra discusión.

Por lo que me había dicho mi tía, era el cumpleaños de su madre y se había vuelto unos días a Barcelona.

- Cómo te echo de menos, rango... - el sollozo de Coral me sacó de mis pensamientos.

- Yo también lo echo de-, espera, ¿has llamado a tu perro como la lagartija fea que vivía sin agua, el de la película?

- Si, bueno, me encantaba en su momento ¿Qué problema hay? - dijo, un poco ofendida.

- Que le vas a crear un trauma, ¿eras consciente de lo feo que era ese bicho como para llamarle así a tu perro?

- Me da igual, ya se ha acostumbrado, pero ¿Cómo que tú también lo echas de menos? No tienes perro. - preguntó, cambiando de tema.

Mierda, estaba atenta a todo lo que decían a su alrededor hasta en momentos de crisis.

- Ya, me refería a Aleix. - dije, un poco reservada porque sabía que no debería sentirme así.

- Hombre, está claro que te referías a él, nunca me has hablado sobre qué pasó con vosotros antes de conocernos. Para ser sincera, al principio me pareció mal porque tenía novia, pero ahora quiero saber más de porque os sentís así con el poco tiempo que os conocéis.

- Entiendo que parezca raro o irrespetuoso desde fuera, incluso a mí me lo parece a veces, pero es algo raro. Conectamos muy rápido, empezamos a hablar sobre nuestra vida y al final creció un sentimiento más fuerte de lo que esperábamos.

- ¿Alguna vez os habéis besado?

- No, que va, al principio lo veía como un amigo y después, cuando nos dimos cuenta de que pasaba algo más, nos distanciamos para no hacer daño a Mireia.

- ¿Qué es lo que sentís el uno por el otro? - preguntó, cada vez más interesada.

- Yo me siento entendida, cómoda cuando estoy con él, algo parecido a lo que tenía con mi antigua pareja, no lo quiero porque es imposible con el poco tiempo que hemos pasado juntos, pero cuando no estoy con él lo echo de menos. Y él, me decía que estaba muy cómodo, que quería pasar más tiempo conmigo y que se sentía más querido y valorado que con Mireia.

- Es obvio que no os queréis, es muy pronto, pero no creo que separaros sea lo mejor para vosotros, al final tú estás echándole de menos y ese no es un paso para olvidarle.

- Ya, hace dos semanas que nos conocemos, deja que pase una más y ya nos habremos olvidado el uno del otro.

- Vale, cambiando de tema, este viernes hay una fiesta en la carpa, ¿iremos?

- Por supuesto, yo nunca me pierdo una buena fiesta. - aseguré mientras nos levantábamos de las hamacas en las que estábamos tomando el sol.

Aunque la última vez había acabado en casa de unos desconocidos, con los pantalones de un chico guapo y habiendo confesado toda mi vida.

- Genial, creo que esta noche Bruno no ha preparado nada, necesitamos un día de descanso.

- Bruno, eeee amiga. - le dije con una sonrisilla.

- Que pesada eres, nos vemos mañana.

Estaba ya en mi cama, en pijama y dispuesta a ponerme una película cuando me llegó un mensaje.

- Acabo de llegar, tengo que hablar contigo, en 5 minutos en la puerta principal.

Aleix

No me ilusionó.

Pero ya había salido de la cama para prepararme.

Me puse los pantalones de chándal que me compré igual que los suyos (no por él), una camiseta de tirantes blanca y una coleta alta, espero que no me vea mucha gente ahora.

Llegué a la puerta y me lo encontré sujetando una bicicleta.

Que guapo podía llegar a ser este pesado.

- No pienses que voy a ir contigo a ninguna parte. - le dije secamente, aunque ambos sabíamos que iría donde él me dijese sin dudarlo.

- No te hagas la dura llorica, tenemos que ver el bungalow que vamos a coger este fin de semana y tengo que hablarte de algo muy importante. - aseguró, mucho más serio que como hablaba siempre.

- Vale, pero no tardemos mucho.

Fuimos hasta el bungalow como esa noche a la playa, y todas las sensaciones que tuvimos ese día volvieron.

Incluso agradecí cuando llegamos, me estaba empezando a confundir de tanto contacto.

Nos sentamos en unas hamacas que había en el porche y él comenzó a hablar.

- Voy a dejarla.

Me quedé en shock, ¿lo había dicho?, si era broma, no tenía gracia.

-Aleix, sabes que no tienes porque, esto no-

- No lo hago por ti. - añadió, interrumpiéndome.

Auch

Parece ser que vio mi cara de decepción y continuó hablando.

- No la dejo por ti, pero sigo sintiendo lo mismo que te dije aquel día.

- ¿Entonces? ¿Qué ha pasado ahora? - le pregunté, realmente confundida.

- En estos días que no he pasado con ella, me he enterado de cosas que no me han gustado nada y ha sido la gota que ha colmado el vaso.

- ¿Qué...?

- No Melissa, te pido que te mantengas al margen de esto, te puede perjudicar.

Genial, mantenerme al margen de no sé el que, que parece ser bastante malo porque va a dejar a su novia por eso y que además me puede pasar algo ¿malo, peligroso?

- Si, pero no entiendo que tengo que ver yo con esto, si estás hablando de un tema del que yo no me puedo enterar ¿Por qué me estás contando esto?

- Necesito que me ayudes a que Mireia rompa conmigo, porque si lo hago yo no habrá servido para nada.

- ¿Cómo quieres que te ayude?

- No quiero ponerle los cuernos, pero ¿Qué actitudes no te gustaría que tu novio hiciese? Lo suficiente fuerte como para dejarlo.

- No dejé a mi novio hasta que me enseñaron un video en el que se liaba con otra, no creo que sea el mejor ejemplo.

- Melissa, te lo estoy diciendo en serio.

- Vale tranquilo, tengo una idea perfecta, y lo vamos a hacer el viernes por la noche ¿Mireia se emborracha fácilmente?

- Dime que no vas a drogarla.

- Claro que no, imbécil, pero funcionará, tu escúchame.


Nuestro encuentro en IbizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora