Capitulo 15

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–¡¿Que hiciste QUÉ?!– exclamó Mangel, casi gritando –Rubius... ¡¿por qué diablos no lo besaste?!

–¡No lo sé, entré en pánico, tío!– explicó Rubén, moviendo las manos frenéticamente.

–Es lo más idiota que pudiste haber hecho– dijo Auron, mientras cruzaba los brazos y se recostaba en la pared –Sin ofender.

El salón estaba totalmente lleno de personas, y Rubén debía admitir no conocer a la mitad de ellas. Todos iban elegantes, gente con traje y vestido iban y venían, se unían a la pista de baile o regresaban a tomar asiento. Rubén, Mangel, Alexby y Auron se encontraban en una esquina, observando desde lejos todo el espectáculo.

–Ahora Vegetta pensará que él no te gusta, la has cagado pero en grande– dijo Alexby, riendo mientras le daba otro sorbo a su bebida.

–No lo atormenten, Rubius aún puede solucionar las cosas– habló Luzu, uniéndose al grupo –Es el día de San Valentín, Rabis. Todo puede pasar.

Luzu palmeó la espalda de Rubén, mientras continuaba su camino y saludaba a todo el que se le cruzaba. Rubén suspiró, no podía evitar sentirse imbécil, ni siquiera pudo dormir bien la noche anterior, tampoco estar totalmente despierto durante el día.

Aún así, se arregló para la ocasión. Llevaba un pantalón de vestir, zapatos negros y una camisa blanca que le rogaba a los Dioses que por favor no estuviera al revés. Se sentía algo incómodo, no estaba acostumbrado a vestir de manera tan formal. Y había calor. Y se sentía estúpido.

–¿Bailamos, mi niña?– invitó Lolito a Mangel. El pelinegro aceptó gustoso mientras tomaba al pelirrojo de la mano, levantándose de su asiento y siguiéndolo hasta la pista de baile.

Si tenía que ser sincero, Rubén estaba bastante nervioso. Casi no vió a Vegetta en todo el día, el oji-morado desapareció alegando que tenía cosas qué hacer en el pueblo. Y Rubén llevaba más de 15 minutos analizando cada rostro en aquel salón, pero ninguno era del pelinegro de sus sueños.

Bufó, pidiendo que se le sirviera un vaso de lo que sea que estuviera bebiendo Alex, y se sentó sin remedio a esperar en una de las mesas vacías.

Algunos minutos más tarde, sus amigos empezaron a socializar con las personas en la fiesta, a diferencia de él.

El primero fue Auron, que llevaba un buen rato cruzando miradas con una chica de cabello negro al otro lado del salón. Después de un par de tragos y palabras de aliento de parte de sus compañeros, logró juntar suficiente valor para acercarse a hablar con la muchacha. Poco a poco, Auron logró hacer que la chica riera con sus chistes, para finalmente sacarla a bailar con él.

–Espérate a que se entere de que se está quedando calvo, a ver si le sigue gustando– rió Fargan, que se encontraba sentado en la misma mesa que Rubén y Alexby.

El siguiente fue Fargan, que no tuvo que batallar tanto como Auron. Él simplemente estaba ahí, hablando con sus amigos cuando de pronto una chica castaña de ojos verdes le preguntó si quería bailar. Fargan aceptó, un poco perplejo mientras la muchacha tomaba su mano, y fue arrastrado hasta la pista de baile por aquella decidida chica.

La noche avanzaba, y la fiesta aumentaba cada vez más de nivel. Aún no habían señales de Vegetta por ningún lado, y Rubius comenzaba a preocuparse. ¿Qué tal si no venía? ¿Y si estaba enfermo, o necesitaba ayuda?

–Hey, ¿por qué están aquí sentados, en lugar de estar bailando?– preguntó Luzu amenamente, sentándose junto a Alex y Rubén.

–Vegetta no ha llegado– respondió Rubén, con la barbilla apoyada sobre su mano. No pensaba bailar con nadie más esa noche.

En mis sueños (Rubegetta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora