Acto 1, Escena 1

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Se acercaba el 30 aniversario de la victoria de la Alianza Rebelde sobre el Imperio en la Segunda Estrella de la Muerte, y toda Verona sabía lo que significaba.

Dos de las familias mas influyentes del planeta habían luchado en esa batalla, pero el conflicto seguía presente hoy en día.

De todos modos, el día había salido estupendo, y dos de los clones de Palpatine habían salido a hacer unos recados.

Por una de las muchas plazas de Verona, Sansón y Gregorio caminaban, portando unos pesados blásters.

- A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza. - dijo Sansón

- Eso seria convertirnos en bestias de carga. - le replicó el

- Quería decirte que, si nos atacan los Skywalker, debemos responder.

- Sí: dar rienda suelta al bláster.  - concordó Gregorio

- Yo, si me pican, fácilmente salto. - dijo el que había hablado primero

- Pero no es fácil picarte para que saltes.

- Basta cualquier intento de los Skywalker o los Solo para hacerme saltar.

- Quien salta, se va. El verdadero valor está en quedarse firme en su puesto. Eso que llamas saltar es huir. - razonó sabiamente Gregorio

- Los perros de esa casa me hacen saltar primero y me paran después. Cuando me topo con cualquier Skywalker, no lo puedo aguantar.

- ¡Necedad insigne! Si no lo aguantas, el Rey impondrá justicia. - le reprendió este a su vez - Espera, saca tu bláster, que aquí vienen dos criados de los Skywalker.

- Ya está fuera la pistola: entra tú por delante, y yo te defenderé la espalda.

- ¿Por qué huyes, volviendo las espaldas?

- Por no asustarte.

- ¿Tú asustarme a mí? - se rió Gregorio

- De todos modos, procedamos legalmente. Déjalos empezar a ellos.

- Les haré una mueca al pasar, y veremos cómo lo toman.

- Veremos si se atreven. Yo me chuparé el dedo, y buena vergüenza será la suya si lo toleran.

En ese momento, Abraham y Baltasar pasaron cerca de los clones de Palpatine. Ambos tenían una edad parecida, eran jóvenes, e impulsivos. Habían tenido represalias con los Palpatine antes.

- Hidalgo, ¿te estás chupando el dedo porque nosotros pasamos? - le preguntó Abraham

- Hidalgo, es verdad que me chupo el dedo. - le respondió Sansón

- Hidalgo, ¿os chupáis el dedo porque nosotros pasamos? -  le volvió a cuestionar Abraham

- ¿Estamos dentro de la ley, si decimos que sí, Gregorio? - le preguntó a su amigo

- No, por cierto. - dijo este, ya que la ley en Verona era muy dura.

- Hidalgo, no me chupaba el dedo porque vosotros pasabais, pero la verdad es que me lo chupo. - le dijo entonces Sansón a Abraham

- ¿Queréis armar cuestión, hidalgo? - preguntó Gregorio

- Ni por asomo, mi buen señor - se burló Abraham

- Si queréis armarla, aquí estoy a vuestras órdenes. Mi amo es tan bueno como tu estúpido Solo. - dijo Sansón impulsivamente

- Pero mejor, imposible. - le respondió este

Romeo y Julieta (Reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora