unión

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—¿que hacen aquí y que quieren de nosotros?!— la señora estaba asustada.

—estaremos aquí un momento, afuera hay demasiados de ellos, y creo que será mejor que nos llevemos bien— Gulf avanzó hacia ellos.

—vallansé de aquí, no dejaré que toquen a mi familia!!— el otro joven de cabello café se paró enfrente.

—tranquilo chico, no les haremos daño, si ustedes no causan problemas todo estará bien, ahora ¡cierren la boca o todos moriremos cuando haya más de esos errantes allá afuera!— amenazó Mew.

La pequeña familia se agrupó en un rincón empuñando con osadía sus armas casi inútiles e inservibles en la época, mientras por algunos orificios del muro los tres hombres recién llegados, veían como poco afuera se hiban reuniendo de manera sosegada los enfermos de pasos torpes.

—si más infectados golpean el muro no podrá resistir, vivimos esto antes yá..., Será mejor que busquemos otra salida— Ohm les habló a sus aliados.

—creo que es mejor ir por los techos, anteriormente hicimos lo mismo — Gulf sugirió.

El sol de la tarde de color naranja estaba puesto ya en la esquina del cielo; Mew miró su reloj en su muñeca y eran cerca de las cinco de la tarde.

—si nos iremos es mejor hacerlo ahora, va a anochecer pronto — apartando su vista de las manecillas.

Los otros dos entraron a la casa de los extraños y subieron las escaleras...

—Alto ahí!! Ni un paso más!

El joven rubio del principio, les impidió seguir, sacando de momento un afilado cuchillo de cocina.

—a un lado!—Gulf se dirigió a él de manera áspera.

El chico se apartó temblando, completamente resignado, y los tres siguieron subiendo hasta el segundo piso donde sobre el suelo de mosaico blanco había una mujer con el cuerpo brutalmente descuartizado.

—Lo sentimos.... Teníamos mucha hambre...

La niña llegó detrás de ellos mientras les hablaba, sólo sus ojos eran testigos de los más atroces sucesos y del declive de la humanidad.

—¿quien es ella?— preguntó Gulf señalando el cadáver..

—es nuestra madre, la señora mayor es nuestra abuela— respondió sin siquiera hacer ningún gesto.

—vamos, ignoren eso...— dijo Mew hastiado de todo, saliendo a la azotea.

Encima de la casa, desde arriba se veía con claridad como los infectados parecían hormigas, pues se juntaban alrededor de la casa.

—ignoren eso también, creo que es mejor pensar en que eso no está ahí— Mew apartó su vista de los enfermos.

La separación entre las casas era algo ancha, pero con seguridad podían pasar por ahí si saltaban lo suficientemente alto y con impulso.

— la hora del parkour ha llegado amigos, vamos allá— Gulf decía sin expresión.

Se acomodó la mochila y retrocedió unos pasos atrás.

—iré yo primero, ¿esta bien?— preguntó, que más bien parecía una afirmación.

—adelante, ten cuidado— respondió Ohm.

De pronto, cuando estaba a punto de saltar llegó la voz del chico rubio hasta ellos.

—esperen!...

Los tres voltearon a ver, y ahí estaban los cuatro de nuevo, pidiendo ayuda tal vez o una oportunidad para seguir viviendo, cualquiera de las dos era buscada con ahínco como el oro por cualquier persona con vida aún.

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—¿vendran?— cuestionó Mew.

—queremos ir con ustedes..., Si nos quedamos aquí moriremos tarde o temprano, no tienen que cuidarnos, solo... Queremos ir con ustedes— el chico mayor parecía muy honesto— por favor, no queremos morir.

Entre los tres se miraron y con un poco de de inseguridad, oscilaban entre dejarlos ir con ellos o nó, después de todo nadie estaba seguro de que clase de personas serían, y no estaban dispuestos a perder a uno de los suyos a mano de algún desconocido.

—creo que dejarlos venir esta bien, ellos solamente quieren sobrevivir.... Como tú y como yo Ohm— Mew trató de persuadirlo

—creo que mientras no traten de hacer algo más, está bien — cedió con conformidad.

Gulf les dirigió palabra al momento de saber la decisión.

—Adelante, si algo les pasa nó es nuestra culpa ¡ténganlo sabido de antemano! — les declaró.

Los dos jóvenes, extraños hasta ahora, asintieron y comenzaron a retroceder para iniciar un salto peligroso y casi mortal.

—quiero que... Se cuiden mucho y que..., Siempre recuerden lo mucho que los amo— la abuela se despedía.

—no irás con nosotros abuela?!— la niña la abrazó.

—No lo haré, no estaré viva por un segundo allí afuera — soltó.

Un extraño frío recorría las mentes de los pocos que tenían vida en ese mundo muerto y lleno de destrucción masiva; el tener que dejar a una persona atrás era... Indescriptible, una sensación horrible de tristeza y melancolía, podrían haber muchas torturas pero ninguna tan dolorosa como dejar a una persona abandonada en algún sitio y saber que nunca jamás volverían a verla.

—me encargaré de la niña señora, estará bien — Ohm tomó a la niña y la subió a su espalda.

— cuídala mucho, ella es... Un amor si la sabes tratar — sollozaba la mujer.

A pasos lentos la anciana bajó a su casa y cerró la puerta de la azotea, indicando que era momento de marcharse.

Entre pena y dolor, los dos jóvenes saltaron enseguida.

El primero logró llegar hasta el techo contrario, después el segundo intentó llegar hasta ahí pero no pudo hacerlo, y sólo su mano se aferraba al borde liso del techo, su desesperación incrementó al mirar abajo y darse cuenta de que era un océano de gente muerta, gritando en busca de carne.

Ohm, Mew ,Gulf y la niña veían como los otros dos jóvenes luchaban por vivir y salvar su vida.

El hermano del rubio lo tomó del brazo y lo jaló con fuerzas hacia arriba, logrando que volviera a subir.

—voy yo ahora — Gulf retrocedió

Tomó impulso y corrió, después saltó lo suficiente para caer de pie al otro lado del techo, después siguió Mew quien de igual manera dió marcha atrás y después hacia adelante, cayendo de pie en la azotea contraria.Y por último, estaba Ohm y la niña...
Con mil y un pensamientos rondando en la cabeza, el hombre alto tomó a la niña y la aferró a su pecho.

—estaremos bien pequeña— le dijo.

La chiquilla asintió, y seguido de eso, Ohm reunió todas sus fuerzas y saltó tan alto como pudo.

Llegando finalmente al otro lado del techo, de esa manera siguieron avanzando por entre las azoteas buscando la manera de sobrevivir.

Llegando finalmente al otro lado del techo, de esa manera siguieron avanzando por entre las azoteas buscando la manera de sobrevivir

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Mientras que en el mercado, los tres que seguían esperando miraban por el barandal en el techo, esperando por... Alguien que les había prometido regresar, aunque a esas alturas lo único que podían pensar era que estaban hechos carbón donde hubo una gran llamarada de fuego.

—fluke...ven aquí— Earth se acercó a su amigo.

El mencionado ni siquiera volteó a mirarlo y se ocupaba de poner una pila tras otra a la radio inalámbrico, después intentaba comunicarse con el chico alto, que, según le dijo, regresaría.

—solo debemos esperar hasta mañana ¡lo sé! Se que... Todo esto es tan estúpido que yo también estoy a punto de volverme loco— continuó hablando Earth aún siendo ignorado.

Janet seguía viendo entre las penumbras de la noche aquella ciudad oscura y casi totalmente muerta, esperaba, al igual que los otros dos, a ver unas luces de algún auto y que de él saliera el hombre que comenzaba a amar.

—yo... Ni siquiera me despedí de él, pero créeme Earth, hago lo que creo que es correcto— por fin habló fluke.

—me temo que lo que tú crees conveniente, no es la opción...

—no hay opciones amigo, es así aunque no quieras verlo de ese modo — se paró del suelo y bajó a la tienda.

Así que el otro se puso de pie de igual modo y fue adentro también, había sido un día caótico, como casi todos, a excepción de que justo en ese momento no sabían si los suyos seguían vivos o estaban muertos, aunque lo último era lo más probable.

Eran cerca de las nueve de la noche, y los hombres seguían avanzando hasta que la oscuridad fue tal que les impidió ver.

Mew encendió su lámpara y alumbró alrededor, a unos metros se podía ver un pequeño establecimiento de comida, ya que parecía un buen lugar, bajaron del techo donde se encontraban y fueron sigilosamente hasta ahí.

De noche, los infectados eran poco más lentos, pero podían percibir en la oscuridad el olor a carne viva... Lo cual era más peligroso, ya que atacaban por donde la persona no podía ver.

Llegaron hasta el restaurante y las puertas estaban abiertas, parecía que cuando el gas tóxico llegó ahí todos habían salido corriendo y ahora sólo quedaba una habitación deshabitada con sillas tiradas, mesas volcadas y utilería de cocina por todos lados.

Después de revisar el lugar, cerraron la puerta y subieron hasta el segundo piso, donde al parecer no había nadie tampoco, cuando de repente, el chico rubio gritó tan fuerte que parecía romperse las cuerdas vocales.

Al instante todos voltearon la mirada a él, y éste tenía a un infectado mordiendo su cuello hasta arrancarle un gran pedazo de carne, la sangre brotó sin contenerse y de un segundo a otro el rubio dejo de respirar.

Ohm disparó al infectado y cayó al suelo completamente inmóvil.

—¡¡¿porque?!! ¿porque tú?!— su hermano gemelo corrió a abrazar al cadáver.

—apártate de él, estará paralizado un momento, pero luego regresará. Algunas personas tardan más en volver, pero otras no— Gulf quiso separarlo del muerto.

—dejame en paz!! Que no vez que es mi maldito hermano?!!— gritó sin pensarlo.

Cuando en eso, el mordido empezó a emitir sonidos desde lo más profundo de su garganta quizá, y sus músculos empezaron a moverse poco a poco. De manera lenta y torpe movió su cabeza, su piel blanca como la la luna a la luz de la lámpara de mano, estaba tan fría como el mismo hielo.

Rápidamente su gemelo de cabello café le habló, pero el contrario no respondió, sólo momentáneamente se abalanzó sobre él y abrió tan grande su boca y quiso morderlo...

Pero al instante Mew disparó al enfermo y éste cayó al suelo, inerte.

—Mi hermano está muerto ahora!— lloraba la niña abrazando al chico alto.

El gemelo del fallecido estaba en shock sin poder regular su respiración, las pupilas dilatadas de sus ojos veían con horror a su hermano muerto en el suelo, sin poder hacer nada para salvarlo.

—nadie vió a ese demonio venir— habló Mew sentándose en una silla del restaurante.

—Creo que se esconden muy bien— Ohm se sentó a un lado de él.

La noche corrió sin detenerse hasta llegar a las cinco de la mañana, cuando el sol, perezoso aún, pintaba una escasa luz a lo muy lejano.

Se pusieron en marcha y caminaron hasta llegar a la base de bomberos donde irían a traer automóviles.

Zombie (OhmFluke)Where stories live. Discover now