¿Pero no habían quedado que me llevaría a clase? Este chico cada día es más misterioso...
-Pues claro que no quiero ir a clase... ¿A quién le gusta ir a clase? -
-He supuesto que me responderías algo así y por eso he encargado una mesa en el Starbucks más cercano que hay. A estas horas está lleno de jovenes universitarios así que era difícil encontrar una vacía. - Y justo después de decir esto, sonrío y lució sus blanquísimos dientes.
De pequeña me llegó a gustar.Tanto que me cambié de colegio porque sufría mucho al verle. Perdimos el contacto durante dos o tres años, no lo recuerdo bien, hasta que el año pasado él se cambió a mi instituto. Mi primera reacción al verle fue girarme y hacer como que no había visto nada. Aunque no se pudo ignorar el problema por mucho tiempo...
***Hace un año y medio, en mi instituto:
¿Aquel es Alberto? No puede ser... ¡Pero si él iba a otro instituto en otra ciudad! Me cambié por él, por el daño que me hizo por aquellos tiempos... Giraré la cara como si no hubiera visto a nadie o simplemente, como si no lo conociera. Pasé por su lado y mi olor a rosas (la colonia que he usado siempre) me defraudó.
-¿Anne?... - Me cogió por el codo y me hizo parar.
-Yo no soy Anne, lo siento, te has debido equivocar. - Tosí, intenté librarme de su mano que me sostenía por el codo, pero no pude.
-Tú sí eres Anne. Recuerdo tu colonia. No intentes mentirme, no se puede.-
Justo en ese momento iba a decirle que la "supuesta" Anne que buscaba se encontraba en el aula de Física, cuando apareció Tony:
-¡¡¡Anne!!! ¡He aprobado Física! -¡¡¡Joder, joder, joder!!! ¿Porque siempre tenía que aparecer Tony y fastidiarmelo todo?
-Enhorabuena, Tony... - Miré fijamente a Alberto y logré soltarme, luego me giré y me fui escuchando a Tony contarme todas las preguntas de aquel examen...
Pero nuestro camino no acabó ahí, Alberto cambió todas sus clases para tenerlas en los mismos horarios que las mías. ¡Será asqueroso! Sobornó a bastantes personas, pero le cambiaron los horarios, como no...
Siete horas al día durante cinco días pasabamos juntos. Hasta que llegó el día.
Era la víspera a mi cumpleaños y Alberto me preguntó que quería que me regalase, yo no quería nada, bueno una cosa sí que quería, pero consideraba un poco desagradecido pedirle de regalo de cumpleaños que se marchara de todas mis clases... Así que preferí no decirle nada.
-Gracias, pero no quiero nada, mi madre va a pagarme un viaje a París en verano, y con eso yo creo que voy genial, pero gracias igualmente. - Alberto un poco desconforme aceptó y no nos vimos más hasta el día de mi cumpleaños.
Fue un día largo, pero igualmente me gustaba cumplir diecisiete, me sentía más madura, con capacidad de solventar problema antes inalcanzables...
-¡¡Anne!! - Alguien chilló mi nombre por el pasillo. Esa voz.... Alberto. Me giré y le escuché. Llevaba un sobre entre sus manos, me podría imaginar que sería mi regalo de cumpleaños, seguro, a pesar de haberle dicho que no quería nada...
-Te he comprado algo... Espero que te guste. - Sonrió tímido, algo que me extrañó en él, porque lo que se podría decir que no era, es tímido con las chicas. Se puso rojo y entoncés comprendí que la gente en el pasillo se había parado y cuchicheaba sobre nosotros. Me metí en una clase y abrí el sobre que tenía en las manos. Era una carta y...¿eso eran dos billetes de avión?
En el billete decía que era un viaje a París, pero Alberto sabía que yo iría en verano. Me paré a pensar pero no pude sacar conclusiones claras. Me senté en una silla y me dispuse a leer la carta que me había escrito Alberto. Era una letra preciosa, la mejor que he visto en mi vida, y parecía trabajada. Leí esto: