La tercera razón: Como ríes libre y honestamente.

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Desde la primera vez que te oí reír sonoramente no dejé de darle vueltas a la melodía que formaste con tu voz.

Era real la forma en que sentías cada carcajada que sueltas. Y me deleito cada vez que escucho tus fuertes risas sin una pizca de mentira.

La manera en que dejas salir tu entusiasmo y no suenas falsa o débil, sino viva y alegre... Me contagia de felicidad y risa. 

Todas mis razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora