Notes:
Este fic es meramente diversión, las parejas en las que me baso fueron producto de leer el manga y ver la relación entre estos dos personajes. Rengoku es mi amor platónico y saber que se llevaba tan bien con este personaje en el manga me conmovió. Espero que guste quien desee leer esta historia sin mencionar que muchos detalles son propios del manga.
Trataré de actualizar cada semana.
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CAPITULO I
Había dado un buen salto en el aire justo para poder salvar al pequeño gato marrón que caía del árbol, habiéndose impulsado de las manos de su maestro y golpeado los hombros de aquellos sujetos que había causado el alboroto.
-¡Lo tengo!- dijo enérgica cerrando sus ojos al sentir como estaba cayendo mientras esperaba el impacto inevitable del piso. Abrazo al pequeño animal lista para protegerlo cuando fue sostenida por unos brazos conocidos.
-¡Impresionante! – dijo con el rostro sonriente mientras sus ojos dorados brillaban- ¡eres increíble Mitsuri!
-Rengoku san – suspiro aliviada. Escuchar sus palabras hacía que su felicidad aumentara.
Ahí la estaba sosteniendo en sus brazos, el único hombre que había encontrado belleza en su desmesurada fuerza sin ser juzgada por ser una chica poco femenina.
Y entonces, después de este año a su lado, lo supo. Estaba enamorada de Rengoku Kyojuro.
Comprenderlo hizo que se ruborizara hasta las raíces de su cabello haciendo que su boca se abriese una y otra vez buscando la forma de decir algunas palabras.
"- ¡Estoy orgulloso que seas mi alumna! – siguió con una intensa sonrisa bajándola de sus brazos – si no fuese por ti ese pobre animal hubiese sufrido."
Mitsuri Kanroji sonrió al ver como el niño al cual habían ayudado se acercaba para abrazar a ese pequeño gato.
"- Gracias – manifestó el pequeño de cabellos oscuros.- es una señora muy fuerte – soltó."
La cara de Mitsuri cayo al escucharlo. Toco sus mejillas pensando que se veía mucho mayor de lo que sus diecinueve años aparentaba.
"-¡No soy ninguna señora! – manifestó con entusiasmo asustando al pequeño."
"- Ella es parte de nuestro dojo, es una mujer fuerte y una de las mejores – le guiño el ojo al niño – no hay nada mejor que una mujer decidida con una voluntad apasionada. – terminó despidiéndose de él"
Mitsuri casi gritaba de la emoción. Rengoku-san la estaba llamando por su nombre por primera vez sin mencionar que la felicitaba en público.
-él es genial- pensó fascinada.
Lo miraba embelesada, Rengoku era un hombre apuesto de veinte años de edad, alto con cabellos dorados de mechas rojas un poco desordenado y con ojos color dorado naranja, era instructor de un dojo del cual había pertenecido hace un año producto de una ruptura amorosa.
Recordar cómo había sido parte de una apuesta para llevarla a la cama le revolvía el estómago, pero ahí estaba su maestro quien hasta hace unos minutos solo confirmo la extraña confusión que se había manifestado en ella hace solo unas semanas. Se había enamorado perdidamente de él.
Toco ambos dedos índices dispuesta a decir que siguiese llamándola por su nombre de pila pero él se adelantó mirándola con atención.
"- Mitsuri – dijo acercándose – tu cabello está creciendo – vio las raíces rosas de su cuero cabelludo mientras el resto del cabello era negro – te eh dicho que dejes de ocultarlo, tu cabello es impresionante – sonrió como un niño."
La razón por la que aun ocultaba su verdadero color era por los constantes recuerdos de su antigua relación, la cual encontraba en cada parte de ella algo que estaba mal, claro todo eso cambio cuando conoció a Kyojuro. Sin embargo su inseguridad hacía querer ocultarlo cada vez que podía. Pero no más, se dijo.
Mitsumi sentía como su cabeza echaría humo de un momento a otro. Su maestro era una persona entusiasta y encantadoramente distraído. ¿Cómo alguien no podría enamorarse de el? Sobretodo al ser un perfecto caballero con sus actitudes honorables y sus palabras de aliento.
- ¡Lo hare! – dijo con toda seguridad- si Rengoku san lo desea usare mi cabello naturalmente.
- ¡Así se habla! – levanto su dedo pulgar en señal de aprobación – por cierto Senjuro hizo dulces de nuevo, ¿quieres ir?
Mitsuri no tuvo que pensarlo dos veces, claro que lo acompañaría, y ahora sabiendo que sus sentimientos no eran un juego. Pondría todo su entusiasmo ante un hombre que era un reto.
Sonrió caminando a su lado con toda la alegría desbordando su rostro, tanto así que llamo la atención de Kyojuro.
- Veo que hacer el bien te puso de buen humor ¡ese es el espíritu!
- No, Rengoku-san – le miró de reojo – resulta que encontré al hombre de mis sueños – rio por lo bajo como una colegiala.
- No juzgare si te gustan los pequeños – dijo pensativo recordando al niño dueño de aquel gato – pero los sujetos que estaban fastidiándolo eran despreciables, no puedes fijarte en uno de ellos ¿verdad?
-claro que no - comenzó a reír en un tono suave-¡Ya lo eh dicho Rengoku san, mi futuro novio debe ser más fuerte que yo y muy honorable!- soltó con entusiasmo.
Kyojuro sonrió radiante y miró al frente asintiendo con la cabeza cambiando el tema completamente haciéndola suspirar. Si algo había aprendido en el transcurso de estos meses es que meter una idea romántica en esa cabeza dura que solo pensaba en el honor de su dojo iba a ser algo de verdad difícil.
-Me gustan los retos- pensó sonriendo al recordar el día que conocio a su maestro. ¿Cómo olvidarlo?, prácticamente estuvo apunto de romper las paredes del dojo con él solo para que la aceptara de alumna.
Volvió a ella esas memorias, era un día lluvioso y esa tarde, cansada y empapada debido al desplante que había recibido por el idiota que solo salía con ella por una apuesta decidió inscribirse a ese dojo.
-¿Por qué quieres entrar? Había preguntado él en ese entonces.
No fue sino tiempo después, el día que le confeso sus verdaderas razones de entrar a entrenar en medio de lágrimas "deseo encontrar un novio fuerte y darle su merecido a un par de idiotas"
Kyojuro Rengoku fue el único que no se rio aquel día. La miro con seriedad y acepto continuar como su maestro.
Toda su vida fue juzgada por sus curvas prominentes y sus grades pechos, también por ser fuerte, poco femenina y el color extravagante de su cabello no ayudaba.
Sus brazos tenían más músculos que las chicas de su edad y los hombres solo le buscaban para un acoston fácil pensando que solo era una chica tonta.