Capítulo 18:

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Nos separamos y no pude evitar que una que otra lagrimita de emoción se me escapara. Jed me dedicó una media sonrisa divertida.

- Si muero, ya puedes decir que te has quedado viuda- comentó, riendo.

Le di un golpe en el hombro.

- No digas esas chorradas- le reñí, dándole una mirada muy seria.

Igualmente, no pude contener una risita. Solamente a Jed se le ocurría decir esas cosas en situaciones como en la que estábamos.

Bajé los ojos a mi mano para admirar el hermoso anillo que él había puesto en mi dedo. Pude sentir mi corazón dar un vuelco.

Me iba a casar con él. Acabábamos de comprometernos, y yo tenía tanta adrenalina en el cuerpo, que justo en ese momento podía correr un triatlón sin cansarme ni un poco.

Entonces, una duda se iluminó en mi mente.

- ¿Cuándo les diremos a todo el mundo?- pregunté, volviendo mis ojos al castaño.

Él se encogió de hombros con total despreocupación.

- Sinceramente, Chucky, no podría importarme menos- respondió-. Lo único que me interesa en este momento es que me has dicho que sí, y que me voy a casar contigo. Todo lo demás se puede ir a tomar por cu...-

- ¡No digas groserías!- lo corté, tapándole la boca con una mano. Lo sentí sonreír contra mi palma-. Tienes que dejar de decir tantas malas palabras. ¿Qué pasará cuándo nazca el hijo de Carla y Jace? ¿Le vas a enseñar a que sea como tú? ¿Ese es el ejemplo que le quieres dar a tu futuro sobrino?- lo regañé.

Y era cierto. Incluso mi hermano y mi mejor amiga habían dejado de decir groserías. Igual era muy pronto, todos se los habíamos dicho, pero según ellos, el bebé ya podía escucharlos.

Pero es que los dos están loquitos.

Sí, bueno, eso también.

- ¿Ahora qué miras?- inquirí, cuando lo pillé observándome fijamente.

Le quité la mano de encima de la boca, y pude ver una sonrisa tonta danzando en sus labios.

- Sólo estaba pensando en lo afortunado que soy por tenerte en mi vida- dijo con mucha simpleza.

Ay, ¿cuándo dejaría de emocionarme a lo tonto cuando me dijera esas cosas? Al paso que íbamos, me parecía que nunca.

- No desvíes la atención de mi regaño, que eso ya está muy visto- apostillé, cruzando los brazos sobre mi pecho.

- Algún día me acostumbraré a tu mal genio, espero.

- Bueno, tienes dos opciones: aclimatarte o aclimorirte. Tú sabrás- me encogí de hombros.

Perfecto, nos habíamos comprometido cinco minutos antes, y ya estábamos comenzando una pelea de esas de las nuestras.

- ¿Aclimo...-? ¿Qué es eso, Chucky?- me miró con total confusión.

- Una palabra como cualquier otra.

- No creo que exista.

- La vi en un post de Instagram. Por supuesto que existe.

- Claro- rodó los ojos-, porque todo lo que sale en Internet es de lo más confiable.

Alcé una mano para indicarle que se callara.

- Vale, está bien. Déjalo ya- suspiré-. Creo que fácilmente podríamos pasarnos toda la noche teniendo esta conversación- farfullé, sin ninguna duda.

Es que, nos conocía a los dos, y fácilmente eso podía pasar.

El castaño me sonrió pícaramente.

- Creo que tengo una idea sobre cómo me gustaría pasar la noche- comentó, enredando mi cintura entre sus brazos.

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