N/A: Mención de temas delicados como maltrato y violaciones. Si alguien sufre o conoce a alguien que sufra algún tipo de violencia familiar o de algún otro tipo, por favor acudan a las autoridades o busquen ayuda confiable, la violencia no es algo con lo que tengamos que vivir, tampoco es algo que debamos de soportar.
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|| LEVI ACKERMAN ||
Toqué la puerta de la habitación con mis nudillos y sus ojos celestes se alzaron hacia mí. Sus orbes era esa medicina que necesitaba siempre para bajar cualquier tipo de ira, desesperación, dolor o miedo.
Athenea tenía un cielo en sus ojos y verlos era como sentir la gloria.
Estaba sentada en la alfombra de nuestra habitación, no llevaba maquillaje en el rostro y el cabello lo tenía húmedo; la habitación olía a una mezcla de flores y canela, así que supe de inmediato que acababa de darse un baño.
Vestía unos short de satín con una blusa de tirantes, cuando no salía de casa vestía una pijama todo el día.
Me miró mientras me acercaba a ella, sus ojos brillando cada vez con cada paso que daba y con cada centímetro que se reducía entre nosotros.
Me senté frente a ella, nos miramos por un largo rato sin movernos, hasta que tomé sus manos con las mías y acaricié su dorso con mi pulgar.
—He fallado con las promesas que te hice en el altar hace años...— bajé la mirada hasta nuestras manos, porque era un cobarde que no podía hablar mirándola a los ojos— Nunca me importó la oscuridad que cargaras contigo, lo que habías pasado, lo que habías vivido... Quería... quería de alguna forma, darte luz, todo lo que no habías tenido, quería dártelo todo.
» Lo que no pensé fue que mi oscuridad también se mezclaría con la tuya y nos volveríamos esto que somos ahora. Jamás he querido hacerte daño, tampoco soy consiente de las cosas que hago cuando las hago, porque crecí así... crecí con destrucción, poder, caprichos.
» Tu y yo somos algo tan letal para nosotros mismos, que me jode a la vez que me reconforta, Athenea. Tu y yo no somos sanos para el otro, yo no soy sano para ti, pero soy el hombre más egoísta del mundo porque aún así, no pienso soltarte, no tolero la idea de verte feliz con alguien más.
Alcé mi mirada, ella me miraba atenta con su labio inferior entre sus dientes.
—Si vas a sufrir quiero que sea por mí, pero no por alguien más, no por el idiota de Bastian... Ese hijo de puta tiene los días contados, pero... necesito Athenea, que me cuentes toda la verdad.
Frunció el ceño, incrédula. Posiblemente no sabía de lo que estaba hablando, porque quizá no lo recordaba -o no quería hacerlo- debido al trauma, su mente se había bloqueado y mi lado maldito quería escucharlo de su boca.
Porque aunque no me faltaran razones para querer matar a ese hijo de puta que se hacía llamar su padre, necesitaba una más para que cuando lo tuviera enfrente, no me temblara la mano al despellejarlo vivo.
—¿De qué hablas?
Apreté su mano, dándole mi apoyo, porque lo que estaba a punto de decirle posiblemente la destrozaría.
—¿Tu padre te violó, Athenea?
Pude sentir la tensión en sus hombros, hasta sentí como apretaba más mi mano por el respingo de lo que había dicho.
—No.
—Athenea... debes de recordar.
Sus ojos se llenaron con lágrimas, se mordió el labio y negó con la cabeza. El primer paso para sanar, era reconocerlo.
Y ella debía de reconocer muchas cosas, debía afrontarlas.
—No, él me vendió y mi comprador... mi dueño... él fue quien... él fue...
Sollozó y pasé saliva para no acogerla entre mis brazos, porque ella no sabía que su padre la había violado mucho antes de venderla.
—Necesitas recordar para afrontarlo.
—No me hagas esto... no me hagas... ya no me lastimes.
Cerró sus ojos mientras lloraba, sus mejillas se enrojecieron y se empaparon con el paso de sus lágrimas, mi ira se incrementó al verla tan vulnerable y débil, yo era el único que había podido ver a través de su muro.
Hace tres horas, luego de que Athenea me advirtiera y saliera de la habitación de Nadine, me reuní con Erwin, Eren y Armin el cuál nos tenía noticias nuevas de Bastian.
Antes de la reunión, di indicaciones y desplegué a más hombres en las calles, todos se habían grabado el rostro del maldito de Bastian y tenían ordenes claras de no asesinarlo y traerlo vivo ante mí.
Ya dentro de mi oficina, en la pantalla se proyectó una serie de imágenes que reflejaban unos documentos extraídos de una base de datos creada por el gobierno de Alemania.
En ella se encontraban diferentes registros de todos los habitantes, antecedentes, cuentas bancarias, expedientes de hospitales, información personal y más cosas.
—¿Cómo entraste a eso? — le preguntó Erwin a Armin.
—Sólo entré y ya.
Se encogió de hombros, diciéndole como si fuese lo más sencillo que podría hacer.
—Bien, Bastian no tiene información bancaria ni nada relevante en su insípida vida de idiota maniático, violador y agresor. Lo que si encontré fue un expediente del hospital central de Alemania, donde se detalla que ingresó con fuertes golpes, la cara destrozada y algunas puñaladas en el cuerpo.
En la pantalla aparecieron las imágenes del idiota, tenía la cara desfigurada y en ese momento odie a la persona que lo llevó al hospital, porque de haberlo dejado un rato más sin atención médica, el bastardo ya estaría muerto.
—¿Hay reporte policial?
—No. Eso es lo extraño, está limpio, es raro porque atender a una persona en ese estado debe ser alertado a la policía, pero no hay nada que los involucre.
—Los que lo hicieron tienen contactos dentro de la seguridad nacional.
Todos asentimos cuando Eren dijo algo inteligente.
—Días después de que se recuperara, tuvo diferentes sesiones con un psiquiatra con el fin de evitar que sufriera algún tipo de trauma... Al parecer, el psiquiatra debía hacer el peritaje para saber lo que le había ocurrido.
—¿Por qué harían un peritaje si la policía no estaba involucrada? — dijo Erwin y todos intercambiamos miradas.
—Athenea dijo que su padre le había dicho que los hombres de su comprador le habían hecho eso... Cuándo el desapareció del hospital, una semana después, el cuerpo de diez hombres fueron encontrados a la orilla de un río, atados, golpeados y apuñalados.
—¿Los que le hicieron eso? —le pregunté.
—Es posible. Analicé un poco la situación y he sacado algunas teorías.
—Yo también... ¿Saben que hay teorías que dicen que la ida del hombre al espacio durante la guerra fría es falsa? —miré mal a Erwin.
—Teorías sobre el padre de Athenea, Erwin. —le dijo Armin con hastío.