Historias de ángeles

7. Pequeño guardián (Miguel y Jehoel)

Descansaba en mi alcoba con un libro de filosofía en mi regazo, absorto de todo, agotado de lo sucedido en la mañana, quería escapar de todo, lo necesitaba.

 De pronto, un ruido chirriante y agudo resonó en la casa, apresurado pero sumiso me dirigí a la puerta de roble negro dejando mi gran mano en el picaporte de oro, abrí la puerta asomando medio cuerpo fuera del cuarto, mi rostro ni se perturbó al ver a un niño, de unos 8 o 9 años, tirado en medio del pasillo vestido con un montón de telas y sedas transparentes dejando a la vista su piel blancuzca, sus ojos eran pardos, algo raro veía en él, pues tenía alas rojizas que llegaban desde sus omóplatos hasta la punta de los dedos de sus pies machados de barron, su pelo era negro carbón y su mirada era como de cualquier niño, inocente. Intenté acercarme pero inútilmente caminó dos pasos, pues sus andares eran sumamente torpes.

¿Qué demonios hace este niño  o ser aquí? El ruido antes mencionado sonó de nuevo y el joven se aferró a mi pierna dejando la cabeza en mi cintura sollozando con las alas pegadas a nuestros cuerpos mientras rezaba una oración en un tono tan bajo pero tan dulce a la vez que sentí que este pequeño estaba tan perdido y solo como yo.

De aquella noche no puedo contar mucho más, el niño creció y es ahora todo un hombre, todas las mujeres caen rendidas a sus pies pero él no, no es capaz de decirles que no esta interesado en ellas pues me es fiel, tanto la primera noche que lo vi como en esta, en la cual se encuentra recostado en mi cama jadeando mi nombre sin cesar mientras se aferra a mi cuello clavando las uñas,que placentero resulta pecar con alguien que es fiel tanto a la persona que ama como a un vago espiritu religioso.