LIV: Uno solo

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Sus labios estaban ardiendo. Su respiración estaba agitada. Por mi parte, yo estaba inmóvil. El ruido de la televisión prendida, había pasado a un segundo plano.

Se acercó mucho más a mí, y de pronto, ahí estaba yo, con los ojos abiertos, sintiendo mariposas en el estómago. Lo obligué a separarse de mí.

Nos vimos a los ojos. Luego, me tomó suavemente del cuello y juntó nuestras narices. Cerró los ojos, e inconscientemente lo imité. Sin pensármelo dos veces, le devolví el beso.

—Jamás había besado en mi vida. Así que perdón si lo hago mal. —me sinceré. Se rio, de forma tan suave que resultó como un jadeo.

—No tengo problema con enseñarte.

Se volvió a abalanzar sobre mí. Quedé debajo de él, pues el sillón no era demasiado grande. Sus besos eran candentes, apasionados. De repente, esos besos comenzaron a bajar hacia mi cuello, y luego, a mis pechos.

Jadeé.

Esa tarde, Néstor y yo fuimos uno solo.

NO SOY SALAMANDRA| COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora