Capitulo 8 ❦ Concubinas

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Estaba de pie en el frío esperando recibir el envío de telas nuevas para las concubinas, por orden de la dama de compañía tuve que esperar en las afueras del palacio, hasta los guardias me veían con preocupación, sus uniformes estaban hechos para resistir estas bajas temperaturas y abrigarlos pero en mi caso solo era el vestido que siempre usaba, solo estaba hecho para el interior cálido de los palacios.

- Por favor señorita, reciba el abrigo - me volvió a decir uno de los guardias, ya le había negado varias veces

No es que no quisiera aceptar su bondad, cada vez que se me acercaba veía a la ventana del segundo piso del palacio de Flores, Blanche observaba lo que pasaba, si aceptaba la bondad del guardia tal vez que rumores podría esparcir y no sólo ensuciaria mi imagen, si no que también podría hacerle daño al guardia, desde que venía a este palacio ellos habían sido muy amables saludandome y despidiéndose e incluso en este momento, por eso no deseaba que se vieran envueltos en estas ridículas rencillas sin sentido.

- Le agradezco mucho su amabilidad...- dije tratando de no temblar mientras me abrazaba a mi misma - pero el trabajo de ustedes los guardias es mucho mas importante que el mio...por eso sus condiciones no deben verse afectadas, podría ser peligroso que usted no pudiera hacer su trabajo debido al frío...

Sonrei amablemente pero me seguían mirando con preocupación, hasta que finalmente vimos un carruaje acercándose al palacio, suspiré de alivio.

- ¡Rápido! - gritaba el guardia

En cuanto el carruaje llegó bajo un hombre con una hermosa capa azul y con cuello de piel de animal, se veía tan cálida, el rostro del hombre era moreno y tenía hermosos ojos cual safiro reluciente, era extraño pero daba una sensación de calidez que contrastaba con el frío invernal, su cabello negro quedaba oculto bajo un sombrero de copa.

- Tomé el baúl por favor - me dijo

Hice lo que me pidió pero estaba muy pesado para mi, los guardias hicieron una señal para ayudarme pero los detuve con un movimiento de mi mano, nuevamente mire la ventana, Blanche se reía de la situación, que desagradable mujer.

Tuve que arrastrar el gran baúl hasta la entrada del palacio para después con todas mis fuerzas subir los pequeños peldaños para entrar.

Cuando estuve dentro deje que mi cuerpo absorbiera algo del calor que se respiraba en el interior, eso duró hasta que tuve que subir con aquel baúl, por suerte la señorita Victoria le había pedido a alguien que me ayudara a subir aquel pesado regalo de su majestad para sus concubinas.

- Aquí están - dejamos el baúl en la habitación donde todas estaban reunidas bebiendo té y comiendo pasteles, había un aroma realmente dulce llenando cada rincón del lugar, la señorita Victoria procedió a abrir aquel baúl para que ellas eligieran las telas - por favor escogan aquellas que sean de su agrado

Esta vez en la habitación no estaba solo la concubina Crystal, también estaba la concubina Tatiana Bonderland, era igual de hermosa que las demás concubinas, su cabello castaño era realmente hermoso y lleno de muy definidos rizos, sus ojos marrones brillaban como por arte de magia y sus pecas le daban cierto toque adorable, todas las concubinas de su majestad eran diferentes, no se veía una preferencia con respecto a eso, me pareció algo extraño.

- Amo esta tela - dijo la señora Tatiana tomando una de color rojo con incrustaciones de joyas doradas, Crystal la miraba con ojos de pocos amigos

- Esa queda bien contigo, tan aburrida y sin gracia - dijo la señora Crystal sonriendo, las concubinas tenían tendencia a llevarse mal, esto debido a las pequeñas diferencias que el emperador hace con ellas

- Será por eso que su majestad ha pedido por mí tres días seguidos - le rebatio la señora Tatiana con una gran sonrisa - si yo soy tan aburrida como dices ¿Por qué no pasa la noche contigo? Tal vez es que la aburrida y sin gracia seas tú Crystal...

Crystal se acercó enojada y estaba segura de que estaba por empezar una pelea, me aleje unos pasos porque no sabía que debería hacer si eso pasaba y prefería no ser un estorbo.

- Basta - dijo cortante y fuerte la señorita Victoria que solo las observaba - comportense como las mujeres de su majestad señoras...o le traerán vergüenza

Ambas retrocedieron.

- Solo quiero las de tonos fríos - dijo Crystal - no me gustan los rojos ni naranjos...

- Quiero esa tela de color esmeralda - dijo Tatiana apuntando a la tela, la tomé y la deslice para que la vieran en detalle - tu puedes quedarte con las demás y puedes elegir una de las calidas antes de que las lleven a mis aposentos

- Me quedo con la amarilla entonces - dijo Crystal y se dio por terminada la conversación

La señora Tatiana se retiro junto con sus damas de compañía que tomaron las telas y se fueron, la señorita Victoria la imitó y se fue.

- Maldita perra...- escuche como Crystal mascullaba - su majestad no me ha pedido en varios días porque me hacía la difícil...y ahora todo va mal...- supongo que era difícil para ellas saber en que medida comportarse como mujeres con su majestad, no podían expresarse con el como con cualquier hombre, en este caso hacerce la difícil resultó contraproducente

- Ya lo arreglara - Blanche hablaba con la concubina - usted es la favorita de su majestad...- pero la señora Crystal ni siquiera dejó que Blanche terminará su oración

- Claro que no, ninguna de nosotras es la favorita - dijo Crystal tomando su taza de té - pero prefiero ser una concubina luchando por el cariño de su majestad a ser una emperatriz patética que debe ver a su esposo rodeado de otras mujeres - dijo con una gran sonrisa mientras se reía de la emperatriz

En mi tiempo en el palacio no había visto a los emperadores ni una sola vez y tampoco había vuelto a ver al príncipe, eso debido a mi nuevo lugar de trabajo supongo, aún así sentía algo de lástima por la emperatriz si se dirigían a ella de esa manera, con las mujeres que rodeaban al emperador no podia imaginar que no fuera hermosa, todo lo contrario, era la persona que el emperador había elegido para ser su esposa y gobernante del imperio junto a él, debía ser aún más hermosa y grácil que las concubinas, al menos eso suponia.

Pensaba en esas cosas hasta que Blanche llamó mi atención.

- Ven aquí - me dijo mientras chasqueba sus dedos, ahora había sido rebajada a un perro

- Si señorita...- dije

- Té - dijo acercando su taza

Tome la tetera, sentía como el agua estaba ardiendo, procedí a servir el agua en su taza pero ella se movió en el último momento y le cayó un poco en la mano.

- ¿¡Pero que hiciste estúpida!? - chillo Blanche

- Lo siento...lo siento mucho, fue un accidente - dije tratando de no empeorar la situación pero ella me tomo del cabello y me tiro al suelo

- ¡Cómo te atreves a quemar mi mano! - volvió a gritarme, decidí quedarme en el suelo

- ¡Basta! - grito la señora Crystal, Blanche le tendió la mano - no es tan grave...aun así...

Crystal me miraba como quien miraba a una hormiga en el suelo y comencé a temblar, no me gustaba como el ambiente se oscurecía alrededor de esas mujeres.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora