8. La Culpable

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Cuando era niña, mis hermanos y yo rompimos una vasija de mamá Pepa.

Recuerdo claramente cómo la familia entera se reunió a nuestro alrededor hasta que confesamos. Nos regañaron por horas y nosotros solo conseguímos agachar la cabeza en nuestra vergüenza.

Bueno, después de la abrupta interrupción de mamá Alma en nuestro cuarto durante la investigación, pasamos exactamente por la misma situación. Solo que en esta ocasión, el asunto era peor que una vasija rota.

—¿Y bien? —indagó tajante mamá Alma—. Espero una buena explicación.

Mis hermanitos mellizos se escondieron detrás de mí, Fabricio miraba a su alrededor en busca de una respuesta y yo me había quedado congelada del miedo.

Tal vez el grito de mi bisabuela fue demasiado fuerte, o tal vez el escándalo fue muy obvio. Fuese lo que fuese, la familia se reunió en la puerta de nuestro cuarto al minuto.

El tío Camilo, el tío Antonio y la tía Luisa nos veían con lástima. Mis padres lucían confundidos. Y mamá Pepa junto con papá Félix solo cruzaban miradas entre sí.

—¿Abuela, qué ocurrió? —preguntó mi mamá, aunque mamá Alma no la tomó en cuenta.

—Empiecen a hablar —insistió ella y entrelazó sus brazos.

Me mordí el labio inferior y observé a mis hermanos. Por alguna razón, sabíamos que esto no acabaría bien.

Roberto llenó su pecho de aire y dio un paso adelante. Estaba dispuesto a llevarse la culpa de todo y a cubrir nuestra investigación.

Pero no podía dejarlo hacer eso. No era su culpa. No era culpa de ninguno de ellos.

—Mamá Alma, yo...

—No —lo interrumpí, y di un paso adelante—. Fue mi idea, mamá Alma. Estaba investigando sobre el pasado de la familia, ellos solo quisieron darme una mano.

—¿Investigando qué?

Inhalé profundamente. Era mala idea mentir.

—Sobre la tía Mirabel, pero...

—¡¿Sobre quién?!

—Es por una buena causa...

—¡¿Acaso buscas destruir a la familia?!

—¡No! Solo escúchame, ella es la clave para recuperar el Milagro y...

—¡Ella destruyó el Milagro!

—No, en ningún momento...

—¡Y ahora tú buscas acabar el desastre que ella comenzó!

—¡Solo quiero ayudar! ¡La tía Mirabel desapareció y tal vez ella tenía la respuesta! ¡Debemos encontrarla!

—¡Mirabel falleció en el derrumbe!

—¡Eso no lo sabes! ¡Ella puede seguir ahí afuera!

—¡PUES QUE SE MANTENGA LEJOS DE NOSOTROS! ¡ELLA NUNCA PERTENECIÓ AQUÍ Y TÚ TAMPOCO LO HACES! ¡DEBÍ DESHACERME DE ELLA CUÁNDO AÚN PODÍA! ¡Y NO PIENSO REPETIR EL MISMO ERROR CONTIGO!

—Pero...

—¡NO PERMITIRÉ QUE SIGAS DAÑANDO A ESTÁ FAMILIA!

—¡A ver, a ver, a ver! ¡No te atrevas a hablarle así a mi sobrina, vieja decrépita! ¿Entendiste? —cortó el tío Camilo de repente, colocándose delante de mí.

La tía Dolores abrió los ojos de par en par y retrocedió aterrada.

Mamá Alma carraspeó, emitiendo un sonido entre la sorpresa y la indignación, y se llevó una mano al pecho.

✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora