CAPÍTULO 30

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20 de junio de 2021 - Le Castellet

Tobias sintió un escalofrío cuando sus ojos repararon en la figura de Irina caminando con lentitud hacia él y luciendo aquella enigmática sonrisa con la que ocultaba sus verdaderos pensamientos y la mirada celeste escondida tras unas gafas oscuras de sol.

Esbozó una sonrisa, sintiendo un creciente hormigueo en el vientre que puso de manifiesto lo mucho que había ansiado aquel momento. Dejó escapar una bocanada de aire, siendo consciente de repente de que había estado conteniendo el aliento, aunque no acertase a decir por cuánto tiempo, y le guiñó un ojo, fingiendo una serenidad que no sentía en absoluto.

Tragó saliva disimuladamente y se puso en pie, mirando en derredor con gesto distraído, como si no supiese que el encuentro era inevitable y como si no lo ansiase más que sus pulmones el aire que respiraba.

Inspiró hondo, hundiendo las manos en los bolsillos delanteros de los vaqueros para que nadie reparase en el temblor que las hacía sacudirse con cierta brusquedad.

Se detuvo frente a ella, ignorando la mirada ceñuda que le dedicó el hombre que la acompañaba, y mantuvo la sonrisa pese a la incomodidad de saberse observados por aquellos desconocidos.

—Hola —saludó.

—Hola —respondió ella, ampliando la sonrisa.

—¿Podemos hablar a solas un segundo? —Murmuró en alemán, evitando mirar al gorila que lo escrutaba con suma frialdad.

Irina miró por encima del hombro, recordando que ya no caminaba sola, y suspiró, asintiendo al tiempo que hacía un gesto con la mano al hombre que se había situado tras ella.

—Solo será un segundo —pidió ella en inglés.

El escolta gruñó, nada de acuerdo con aquella petición, pero la muchacha se colocó las gafas de sol sobre la cabeza y lo miró con insistencia, en una orden que lo incomodó.

—Estaremos cerca —le advirtió el hombre.

Tobias se fijó entonces en que eran más de cinco los guardaespaldas que seguían a Irina y sintió como su ceño se fruncía de nuevo de manera involuntaria en una mueca de profunda confusión.

—Incómodo, ¿verdad? —Susurró ella, esbozando una leve sonrisa.

—¿Qué es un poco de incomodidad comparado con el riesgo a que nos hieran? —Acortó la distancia que los separaba, tomándola de las mejillas, inclinando la cabeza de Irina hacia atrás para poder contemplar aquellos ojos azules que tanto había extrañado—. Te he echado de menos. —Apoyó la frente sobre la de ella, sonriendo sin molestarse en ocultar el alivio que le provocaba la presencia de la joven—. Pensé que ya no volvería a verte...

Los dedos de Irina se enredaron en las muñecas de él y le sostuvo la mirada.

—Yo también te he echado de menos —rio levemente, sorprendiéndose con la sinceridad que había tras aquellas palabras—. Veo que has cumplido tu promesa y no te has equivocado de vuelo... —Le guiñó un ojo, divertida. Tobias se irguió en toda su altura y echó una ojeada a la sala en la que se encontraban. Una sonrisa pícara se deslizó por sus labios cuando se inclinó y los presionó sobre la boca de Irina, que dio un respingo, sorprendida con el gesto—. ¿Qué haces? —Jadeó cuando el brazo del austriaco le rodeó la cintura y la estrechó con fuerza contra él.

—Demostrarte cuánto te he echado de menos. —La besó de nuevo, atrapando el labio inferior de Irina entre sus dientes antes de succionarlo brevemente. Se separó unos centímetros, mirándola de nuevo a los ojos, y carraspeó, nervioso—. No te vuelvas loca... —Respiró hondo.

Wanderlust [+18] - [Divas Squad #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora