Capítulo 15

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El rostro de Maxon no se ve demasiado feliz y juro que puedo sentir algunas partes de mi cuerpo temblar bajo la mirada examinadora del hombre. Es como si el mundo se detuviera por varios instantes y solo estuviésemos nosotros dos en la habitación, nuestras miradas sosteniéndose una a la otra, o por lo menos es así hasta que siento como Ed carraspea su garganta y paseo mis ojos del Neandertal a él.

Para mayor consternación mi jefe tiene sus labios curvados en una traviesa sonrisa, tal parece que estuviese mirando el momento más divertido del año.

—Imagino que quieran conversar un momento así que aprovecharé para ir a por un café.

Comienza a levantarse cuando mi voz y la de Maxon se alzan al mismo momento solo que en respuestas opuestas.

—¡No!

—¡Sí!

Ed vuelve a observarnos y tan solo parece intentar contener la carcajada a la par que sale de la oficina. Maxon se echa a un lado permitiendo el paso del hombre y luego de eso cierra la puerta a sus espaldas. Me pongo en pie observándole a medida que se acerca a mí a un ritmo muy lento, como si fuese un depredador dispuesto a saltar sobre su presa en cualquier instante. Sus ojos verdes resaltan con la luz de la habitación y provoca que su rostro se note más enfadado de lo que debería estar.

—Mira, puedo explicarlo, yo…

—Ni se te ocurra decir nada —regaña Maxon acercándose totalmente a mi cuerpo, sus manos apoyadas sobre la mesa del escritorio de mi jefe a cada lado de mi cintura—. ¿En qué diablos estabas pensando? Me levanto y no te encuentro por ningún lado, tan solo escucho de tu madre que viniste al trabajo, ¡Sola!

—Puedo explicarlo…

—¡Eso espero Amanda!, casi me infarto de pensar que te pudo haber pasado algo por todo el camino.

Bajo la mirada un poco avergonzada y, sin embargo, sintiendo una ola de regocijo en el interior por saber que Maxon estaba realmente preocupado por mí y no solo por el cumplimiento de su trabajo.

—No quería molestarte, te veías tan feliz durmiendo.

Maxon bajo su mirada por unos segundos y luego volvió a alzar sus ojos hacia mí a medida que suspiraba, el enojo penetrante comenzaba a desaparecer de sus pupilas y ahora tan solo se aprecia el brillo de preocupación.

—Bonita, no importa lo cansado que yo esté, tú eres mi prioridad, no eres una prisionera, necesitas salir y lo entiendo, pero yo debo ir contigo sin importar nada más.

—¡No! —Un destello de enojo recorre todo mi cuerpo dándome el valor suficiente para encarar a Maxon, me despego un poco más de la mesa quedando a escasos centímetros de si rostro—. Entiendo que debas cuidarme y siempre te lo agradeceré, pero tampoco puedes exigirte a ti mismo ese sobre esfuerzo, te dispararon también Maxon, necesitabas descansar, aun lo necesitas, yo tampoco estoy dispuesta a dejar que te suceda algo tan solo porque tengas que cuidar de mí, eres humano y necesitas cosas básicas.

—¿Estabas preocupada por mi bonita? —Su voz se vuelve suave, casi un susurro que envía su cálido aliento sobre mi piel y provoca que los pelos de mis brazos se pongan en punta, yo solo logro asentir—. ¿Por qué?

¿Por qué? Esa es una buena pregunta, ¿en qué momento pasó a importarme tanto la seguridad del hombre que supuestamente debe protegerme? Y creo que la respuesta comienza a ser un poco clara; si bien no albergo nada profundo por él dado que sé que no tendrá resultados debo admitir que me importa.

—Porque eres la primera persona que se mete frente a una bala por mí y sé que eso es parte de tu trabajo, pero abrazarme cuando tengo pesadillas o quedarte a mi lado consolándome hasta altas horas de la noche cuando siento que todo lo que es seguro para mí se viene abajo no lo era y aun así lo hiciste, porque me das tranquilidad y me haces sentir segura. No me agradaba la idea en el inicio, pero te has convertido en un buen amigo…—Creo.

Maxon me observa detenidamente, sus ojos descendiendo de los míos hacia mis labios y quedándose ahí por unos instantes.

—¿Lo soy? —Mi pulso se acelera ante la duda en su voz y la cercanía que nos envuelve, por unos instantes el recuerdo del dulce sabor de su boca invade mis sentidos y deseo cortar la distancia que nos separa como mismo pasó en el show de cocina, no obstante, cuando Maxon termina por acercarse su boca no va a la mía, sino que se posa con suavidad en mi frente—. No vuelvas a irte sin avisarme. —susurra y casi puedo jurar que siento un atisbo de dolor en su voz—. Pase lo que pase, nunca vuelvas a irte sin decirme.

Su cuerpo lentamente se aleja del mío alargando la distancia entre ambos y provocando que mi pecho sube y baje con le respiración un poco entrecortada. Maxon masajea el tabique de su nariz con los dedos pulgar e índice como si estuviera al borde de un dolor de cabeza.

—Vamos a casa Amy.

Asiento y salgo detrás del hombre llena de confusión, ¿Qué era ese dolor en su voz?, ¿Cuál es el fantasma que parece atormentarle tanto?

Salgo de la oficina caminando detrás de él y me despido de Ed cuando pasamos por su lado justo antes de subir al ascensor; tanto Maxon como yo miramos nuestros reflejos en las puertas de aluminio, uno junto al otro. Un pequeño sobresalto me corroe cuando siento el dorso de la mano de Maxon chocar contra el mío, presto especial atención a cada una de las sensaciones y me percato como el hombre estira un poco los dedos de su mano hasta entrelazarlos con mis dedos. Bajo mi mirada hasta nuestras unidas y me sorprende como Maxon continúa mirando hacia delante.
Pero no me aparto en ningún momento, el tacto es suave y seguro para mí.

Cuando el ascensor abre sus puertas en la primera planta Maxon no suelta mi mano cuando comienza a caminar hacia la salida. Mis pasos se mantienen más lentos que los suyos por lo que observo su espalda cuando se mueve delante de mí y dándome cuenta que no me gusta lo que recién inicio a sentir, me inquieta y me hace sentir tonta.

—¿Sabes bonita?, creo que aún podemos encontrar algunas tiendas abiertas, ¿te gustaría ir a comprar algunas cosas para Cleo antes de regresar a casa?

Mi sonrisa se expande por mis labios y asiento.

—Creo que sería maravilloso.

¡A la mierda el cuento de hadas! Yo quiero la Historia RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora