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Las clases del viernes ya habían terminado y la escuela estaba comenzando a vaciarse. Me quedé esperando para asistir al club de música a la hora acordada. Me había olvidado de avisar a Ji-hyun sobre el cambio de planes, así que cuando no me vio salir, entró en la escuela para buscarme.

Ji-hyun era diferente a Sejun. Mientras que Sejun habría ignorado el hecho y se habría ido sin decir una palabra, Ji-hyun se tomó su tiempo, quejándose durante diez minutos de que había venido en vano a buscarme, sin dejarme espacio para explicar.

—Iré a la azotea, ¿vienes? —me preguntó Soobin.

Negué con la cabeza. —No. Caminaré por aquí un rato, nos vemos más tarde.

Soobin me dedicó una pequeña sonrisa y asintió, luego giró sobre sus talones y se marchó. Lo observé alejarse hasta que su figura desapareció en la distancia.

Solté un suspiro profundo, expulsando el aire que había estado reteniendo. No sentía la habitual soledad; en cambio, un recuerdo persistente me acompañaba en los pasillos vacíos. La imagen de Heeseung, con sus ojos oscuros y su sonrisa, invadía mi mente.

¿Cómo puedo sacarte de mi cabeza? Me pregunté, mis labios se curvaron en una mueca mientras me sostenía la cabeza con las manos.

Mis pies comenzaron a moverse solos, guiándome hacia una dirección. Recordé que durante la semana en la que había estado limpiando, Heeseung solía quedarse en el salón de música tocando el piano. Me encontré frente a una puerta de color marrón con tonos rojizos, un cartel en la parte superior decía: "Club de Música".

Me quedé parada frente a la puerta, esperando escuchar algún ruido, pero el silencio predominaba. Pensé que quizás aún no había llegado nadie; faltaba media hora para el inicio del club, así que no era sorprendente.

Di un paso hacia atrás, dispuesta a irme, cuando de repente, una melodía de piano empezó a llenar el silencio. Poco después, una voz suave se unió a la música, y pude reconocerla casi de inmediato. Sonreí encantada, apoyando mi espalda contra la pared a un lado de la puerta. Bajé la mirada al suelo, disfrutando de la armonía y paz que generaba el ambiente. La voz de Heeseung era preciosa, y él parecía disfrutar mucho cantar, transmitiendo una energía positiva a quienes lo escuchaban.

Estaba tan absorta en el placer de escuchar su canto que no noté cuando la música se detuvo. Giré la cabeza hacia la puerta, frunciendo el ceño, y me encontré con una figura masculina mirándome con una ceja enarcada.

—¿Espiándome, Lim? —preguntó Heeseung, su tono áspero me sorprendió.

¿Está enojado?

Antes de que pudiera responder, una pequeña sonrisa juguetona cruzó sus labios. Se acercó a mí, tomó mi mano y me arrastró hacia el interior del salón. Todo ocurrió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. La puerta se cerró tras nosotros, y mi cuerpo se estrelló contra ella. Solté un quejido por el dolor, tratando de recuperar la compostura.

—¿Qué demonios te sucede? —le pregunté, mi voz temblando con rabia.

Heeseung ignoró mi pregunta. —¿Disfrutas de espiarme? —dijo, inclinándose hacia mí.

Sus manos se posicionaron a ambos lados de mi cabeza, atrapándome entre la puerta y él. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo mientras lo miraba. La poca iluminación en el salón hacía que sus ojos parecieran aún más oscuros, pero un destello de deseo brillaba en su mirada.

—Sólo pasaba por aquí —respondí, intentando mantener la calma.

Heeseung sonrió de manera divertida ante mi respuesta. Con una mano, llevó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, su toque era suave pero cargado de intención. —¿Por qué siento que mientes?

‧˚꒰🎹꒱ 𝐏𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐦𝐮́𝐬𝐢𝐜𝐚 𝄞⋆| 𝐋𝐞𝐞 𝐇𝐞𝐞𝐬𝐞𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora