Capítulo 28.

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Sin dar si quiera tiempo a una respuesta por nuestra parte, casi todos se pusieron a murmurar entre ellos. Otros ni hicieron caso a lo que dijo Brittany, ya que lo vieron tan surrealista que ni se lo creyeron.

—¡¿Qué estás diciendo?! —preguntó David entre risas. Martin y él estaban sentados en su tan habitual mesa.

—Lo que oyes —respondió la rubia, apartándose el pelo de forma déspota.

—Brittany, sabemos que te gusta ser el centro de atención, pero de ahí a inventarte tal cosa... —comentó Martin, provocando que algunos de los presentes se rieran.

—Yo no me estoy inventando nada —chistó con la lengua—. Si no me creéis, preguntadle a vuestro amiguito —llevó su mirada hacia Ryan.

Desde que Brittany había revelado lo nuestro, yo no había podido dejar de mirar al rubio. Este estaba pálido, su rostro reflejaba el miedo y la vergüenza que estaba pasando, incluso me pareció ver cómo comenzaba a temblar.

—No hace falta que le preguntemos —soltó una carcajada seca.

—Como queráis —la rubia se encogió de hombros y se bajó de la mesa, siendo ayudada por una de sus compañeras del equipo de animadoras.

—Ryan —intervino de nuevo David, haciendo que el chico le mirase alarmado—. ¿Lo que dice Brittany es verdad?

Nada más le escuché, dejé mis manos sobre mis rodillas y las cerré en un puño. Llegué a creer que los nervios de mi estómago iban a acabar conmigo de un momento a otro.

—¿Qué? —carcajeó en falso—. ¡No!¡Claro que no! —alzó indignado el tono de voz—. ¿Yo con Tyler? Vamos... —bufó, provocando que el vacío de mi estómago subiera sin control alguno hasta mi garganta.

—¿Ves? Asunto solucionado —aclaró Martin a la vez que se ponía en pie—. Ya habéis escuchado, sólo ha sido un mal entendido, así que seguid comiendo —dio un par de palmadas, echando una ojeada a todo el comedor.

Me sentí tan abochornado que ni si quiera pude mantener la cabeza en alto, así que bajé mi mirada a mis manos, intentando aguantar las ganas de llorar que tenía.

—Tyler... —Lucy puso una mano en mi hombro.

—Tío, ¿por qué Brittany ha dicho eso? —preguntó Chad; aunque fue en su tan característico tono, se notaba que tenía auténtica curiosidad.

Mi cuerpo comenzó a temblar, no sabía si de la vergüenza, el miedo o la rabia. Quería gritar que lo que acababa de anunciar Brittany era mentira tan solo por dejarle en evidencia y, a la vez, quería reconocerlo con tal de vengarme de Ryan. La respuesta que había dado delante de todos era la de un cobarde y, sobre todo, la de un mentiroso. Hacía menos de dos horas que me había prometido el cielo y, sin embargo, no tardó ni cinco minutos en arrastrarme al infierno.

Estaba tan inmerso en mis malos pensamientos que ni si quiera me había dado cuenta de que Luke había puesto su mano sobre una de las mías hasta que le dio una caricia a esta. Le miré de reojo, aún si querer alzar mi cara, ya que notaba cómo mis ojos se iban aguando cada vez más, y el moreno me dedicó una mirada llena de pena; tanta que hasta llegué a pensar que él iba a romper a llorar antes que yo.

—Tengo que irme —murmuré, ya que apenas me salía la voz, y me levanté de la silla con rapidez.

—¿Estás bien? —preguntó Lucy, cogiéndome de la muñeca con la intención de retenerme.

—Sí —asentí y le dediqué una sonrisa fingida que no hubiera convencido a nadie—. Luego hablamos —limpié mis ojos con la manga de mi sudadera y eché a andar a paso ligero hasta la puerta, obviando las cientos de miradas puestas en mí. Llegó un momento en el que tuve que alzar la cabeza para no tropezarme y, por desgracia, mis ojos y los de Brittany se encontraron. La chica me miraba con una ceja alzada y, al ver la expresión de mi rostro, sonrió de lado.

EL SECRETO DE TYLER JONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora