Apagó, frustrada, el cigarrillo, no la había servido para recordar dónde lo había dejado.
Buscó entre los papeles del banco.
-Pero... pero ¡si estoy en números rojos! Otro año sin viaje con los amigos -gruñó para así.
Con un bufido apartó el extracto y siguió con los tickets, esos que, supuestamente, le ayudarían a ver dónde gastaba a lo tonto.
Eran un amasijo de papeles, algunos amarillentos, otros en el doblez ni se veían las letras, y en muchos se habían difuminado. Ahí no estaba, pero echó un vistazo a unos cuantos, incluso encontró el comprobante de la videoconsola.
-¡Mierda!
Justo se había roto y tenía que llevarla a que la miraran, pero, una hermosa mancha de algo, se había llevado por delante medio código de barras ¿serviría como garantía? Con irritación lo apartó diciéndose que debía recordar dónde lo ponía esta vez.Ahora fue al correo ordinario, publicidad sobre todo.
-¿¡Qué...!? ¿¡Cómo pudo ser!? -Estrujó el papel que anunciaba, allá por marzo, un descuento del 50% en un mueble que se compró en mayo por... sí, justamente el doble. Lo arrugó con rabia.Se dirigió al cajón de los calcetines, y sin escarbar mucho vio que alli no había ningún cuaderno, pero sí un revuelto de colores.
-Puff -y sin querer ver más lo cerró .Intentó concentrarse.
<<¿Dónde, dónde lo vi?>>
Como un flash, vino a su memoria la cocina.
En la cajonera donde guardaba las recetas se encontró cupones, descuentos caducados hacía meses, catálogos del año catapum y un par de bolígrafos que no escribían... del cuaderno, ni rastro.Entreabrió la puerta de un armario que apenas usaba, dónde colocaba los táperes que reutilizaría para no comprar más, y con estruendo se le vinieron encima unos quinientos, de mil tamaños, colores y formas, desparramándose los recipientes y las tapaderas por el suelo de la cocina.
Derrotada se sentó y, a pesar de que faltaba apenas una hora para cenar, decidió consolarse con una onza de chocolate, y al abrir el cajón de la mesa... el maldito cuaderno de tapa roja apareció como por arte de magia.
Le dieron ganas de llorar, leyó sus pretensiones mientras mordisqueaba el bombón.-Dejar de fumar
-Controlar el extracto bancario
-Viajar aunque sea un fin de semana
-Apuntar ingresos y gastos
-Guardar en una carpeta recibos y garantías
-Prestar atención a los ofertas (estaría bien anotar qué es necesario reponer)
-Tener siempre ordenada la ropa (y lo demás)
-Deshacerse de lo que no se use
-No picar entre horasAhora sí tenía ganas de llorar. Ni uno, ¡ni uno solo de sus propósitos había cumplido!
Tomó otra chocolatina mientras buscaba un lápiz y escribió con letras mayúsculas, en el espacio que había antes del primer propósito:
-No perder el cuaderno
Se echó a reír mientras degustaba el último trocito de chocolate.
470 palabras
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Microrrelatos Locos
General FictionHistorias, ideas, relatos locos La magnífica y hermosa portada es cortesía de @Celine_ChR