Capítulo 27

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Tercer capítulo de la maratón

Ya había comprado el vestido perfecto para Lizzie, los últimos preparativos de la boda estaba en marcha y la mudanza estaba a medio hacer.

No íbamos a llevar demasiadas cosas para un tiempo relativamente corto. EEUU no era nuestra ultima parada, solo un cambio de aires temporal.

Eric estaba cada días mas entusiasmado con la idea de volver, planeando todos los sitios que quería que visitáramos en su país para reconciliarme con el lugar, imaginaba. También queríamos que Lizzie no perdiera parte de sus raíces y recordara que era también su otro hogar.

También había logrado encontrar un vestido que encajara con el traje que Eric iba  a llevar. Al ser los testigos de la boda, debíamos ir un poco coordinados.

Nada que ver a que fuéramos pareja y tuviéramos que ir a juego.

Oh, no, claro que no...

La boda seria en diciembre, lo que significaba que nuestro viaje dependía mucho del estado de los aeropuertos al irnos. Aunque no nos preocupaba demasiado, porque una semana mas o menos a la hora de viajar era bastante tolerable. Para el cumpleaños de Eric ya estaríamos viviendo en EEUU.

Tenía que prepararle algo para su treinta y cinco cumpleaños. Se estaba haciendo viejo y era un tema que no parecía afectarle, hasta que me metía con él y me burlaba de que era un anciano. No seria algo demasiado exagerado, ya que estaríamos solo nosotros tres y no sabia si podría desenvolverme bien por Nueva York.

-¿No te apetece ir? Tienes cara de ogro.

Eric me lanzó una mirada de reojo, apretando los labios para después mirar a Lizzie por el retrovisor.

-No se porque sospecho que es algún tipo de encerrona por parte de tus padres -Murmuró para que Lizzie no se enterara.

Como si eso fuera a ocurrir...

-¿Que es una encerrona? -Preguntó dejando de mirar por la ventana para centrarse en nosotros a través del retrovisor.

Miré al cielo en busca de paciencia, girándome en el asiento para centrarme en Lizzie con una sonrisa tranquilizadora.

-Recuérdamelo cuando volvamos a casa y te lo explico, bichito. Es muy largo para un viaje tan corto.

Lizzie se dio por satisfecha, asintiendo con la cabeza. Volvió a centrarse en la carretera, absorta en sus inteligentes pensamientos.

Nos lanzamos una mirada rápida, con desaprobación por mi parte.

-¿De que nos van a hacer una? -Le espeté ceñuda -¿Sabes algo de lo que quieren hablar con nosotros?

Nicolás nos había pedido que fuéramos después de trabajar a casa de mis padres para merendar. Había notado a Nicolás nervioso y tenia una pequeña sospecha de que algo querían contarnos. Pero no una encerrona como tal.

-Tanto como tu, pequeña -Murmuró colocando su mano en mi muslo -Pero no me gusta no saber que finalidad tiene que vayamos.

Lo notaba en la tensión de su mandíbula y como le había recriminado, aun tenia su cara de ogro, sumergido en sus teorías.

-Que raro encontrar algo que no te guste-Murmuré con burla, provocando que el vikingo me diera un apretón en la pierna -¡Ay!

Sonrió divertido, cambiando su expresión preocupada a una mas relajada sin dejar de mirar a la carretera.

-Tu a ratos.

Le saqué la lengua, pero no aparté la mano de mi pierna, ni le devolví la pulla. La cogí entre las mías y la apreté para relajarme también.

Atrapada en el Purgatorio #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora