Epílogo

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Narra Erik 

8 años después... 

—Tío, que te casas... —dice Alex. Juro que puedo ver las lágrimas en las cuencas de sus ojos.

—¿Estás llorando? —pregunto, burlón.

—¿Yo? Yo llorando, pues claro que no —dice, pero veo como una lágrima se desliza por su mejilla, luego otra, otra y otra, hasta que me abraza y se pone a llorar de verdad, a moco tendido. Me quedo un poco de piedra, para ser sincero, pero acepto el abrazo.

La puerta se abre y entra Marta.

—Tu prometida está histérica, que lo sepas —me dice, luego, se gira hacia Alex —cariño... ¿estás llorando? —pregunta, extrañada.

—¿Por qué todo el mundo me lo pregunta? —se acerca hacia su novia y se apoya en su hombro para seguir llorando, Marta me mira con la clara expresión de: ¿a este que le pasa? Yo me encojo de hombros. Me despejo y le pregunto a mi amiga.

—¿Por qué está histérica? —pregunto.

—Porque se va a casar, idiota, y encima es contigo, así que yo también estaría histérica —me dice, y se queda tan bien, yo me cruzo de brazos y la miro, indignado —bueno, también venía a decirte que tienes que salir ya.

—Vale, vale —me empiezan a sudar las manos. Marta sale para irse con mi futura esposa y Kate. Mi madre entra en la habitación.

—Vamos, ¿no? —pregunta con una inmensa sonrisa en su rostro. Asiento, nervioso y emocionado.

—Vamos a ello —me seco las manos sudadas en mis pantalones. Engancho mi brazo con el de mi madre y nos dirigimos hacia el altar, veo a Lucas, Kate y Abril en primera fila, familia de mi prometida y mi familia, es una boda pequeña, con poca gente, como queríamos.

Me ubico al lado del cura que va a oficiar la ceremonia.  

Pasan unos cuantos minutos y mi futura esposa no aparece, me estoy empezando a poner muy nervioso, ¿no querrá casarse conmigo? Veo que Marta y Alex atraviesan todo el pasillo a paso lento, ¿será que se ha echado para atrás y vienen a darme la noticia? Pero rápidamente me acuerdo que vienen a dar un discurso.

Me giro hacia el cura.

—¿Usted cree que es normal su retraso? —pregunto, aflojándome un poco la corbata. Él se ríe.

—Claro que es normal, normalmente, todas las novias suelen tardar mucho en venir, no se preocupe —me dice con una sonrisa amable. Yo suspiro, aliviado.

No pasan ni dos minutos, cuando empieza a sonar una canción, Beige, nuestra canción. Veo a Lily agarrada del brazo de su padre, está preciosa, lleva el pelo atado en una trenza desenfadada y va enfundada en un precioso vestido blanco con vuelo y con pequeños diamantes incrustados en él.  

Llega a mi lado, su padre me entrega su mano y yo le aparto el velo de la cara para poderla ver bien.

—Cuídala, ¿me has oído? —dice su padre, yo asiento en su dirección, pero sin apartar mi mirada de la de Lily.

—Para empezar la ceremonia, que salgan las mejores amigas de la novia para dar un pequeño discurso —inicia el cura. Salen Marta, Kate y Abril. Hablan sobre sus años juntas, sobre las aventuras que han pasado, tanto en el colegio, universidad, trabajo... Sobre la unidad entre ellas y más cosas de las que, la mayoría no me entero por estar embobado mirando a mi Lily. Su rostro está surcado de lágrimas que, con delicadeza, retiro.

Después salen Alex y Lucas a contar anécdotas divertidas sobre nosotros y sobre lo melosos y pesados que éramos en la adolescencia.  

Se vuelven a sentar en la primera fila, junto a mis padres y los de Lily. El cura se gira hacia nosotros y todo el mundo se queda en silencio.

—Tómense las manos, por favor —pide, y así lo hacemos.

—Erik Miller, ¿promete serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; y así amarla y respetarla todos los días de su vida? —sonrío con alegría.

—Yo, Erik Miller, te quiero a ti como legítima esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. —afirmo con los ojos brillosos.

—Lily Jones ¿promete serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; y así amarlo y respetarlo todos los días de su vida? —le pregunta el cura, yo espero su respuesta, ansioso.

—Yo, Lily Jones, te quiero a ti como legítimo esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida —afirma.

—Ahora, Erik, puede besar a la novia —dice el cura, yo no espero ni un segundo antes de atraerla hacia mí para darle un beso cargado de amor y pasión, estamos rodeados del ruido de los vítores de fondo y del arroz que nos tiran, pero yo solo puedo pensar una cosa.

Claro, claro que digo que sí.

Porque siempre fue, es y será simplemente ella. 

FIN

Lily, simplemente ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora