Capítulo 30

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Un rayo de sol pega sobre mi rostro, lo que me hace fruncir los ojos y abrirlos lentamente. Miro a mi derecha, el chico de los ojos verdes no está; pero en cambio, hay una rosa roja posada sobre el colchón.

Me siento en la cama, tapando mi cuerpo con las sábanas. Tomo aquella hermosa flor y la observo por unos segundo; dándome cuenta, que es una de las rosas que a sido cortada del del jardín.

Acerco la flor a mi rostro, el olor que emanan sus pétalos en muy lindo; me saca una sonrisa que me llena de felicidad.

Mientras mis dedos tocan los suaves pétalos de aquella rosa; mi mente viaja a lo que sucedió anoche con el chico de los ojos verdes. En cómo me sentí en sus brazos, en lo hermoso que todo fue.

Coloco la flor a un lado de la cama, me paro y enrollo la sábana alrededor de mi cuerpo; camino con ella hasta la gaveta dónde está mi ropa y tomo algunas prendas.

En ése momento, escucho cómo la puerta de la habitación se abre y Jaxon pasa por ella.

—Buenos días. —Me mira contento cerrando la puerta tras de sí al pasar.

—Buenos días, Jaxon. —Digo algo tímida evitando su mirada; recordando lo que pasó entre el chico y yo anoche.

Jaxon se me acerca y sus brazos me abrazan por la cintura.

—Te ves muy hermosa. —Pasa su mano por mi cabello acomodándome algunos mechones tras mi oreja.

—No mientas. —Subo mi mirada hacia los ojos del chico y siento que me sonrojo.

—Para mí, siempre serás hermosa. —Se acerca y me besa la frente, yo, le abrazo y coloco mi cabeza sobre su pecho; él desliza su mano por mi cabello suavemente.

—Tenemos que ir a la farmacia, ¿no es cierto? —Me enderezo para poder mirarle.

—No, ya fui temprano. Aquí tengo la pastilla. —Saca un pequeño recipiente del bolsillo de su pantalón y me lo entrega.

—¿Solo me la tomo y ya?

—Sí, eso me dijo la señora de la farmacia. —Yo asiento. —Voy por un vaso de agua. —Dice y sale de la habitación.

Coloco el recipiente con la pastilla sobre la cama en tanto me visto. Una vez vestida, Jaxon toca a la puerta para luego abrirla lentamente y entrar.

—Aquí tienes. —Me da el vaso con agua fría y yo procedo a tomar la pastilla.

—Gracias por la flor. —Sonrío mirando la bonita flor sobre la cama. Coloco el vaso con el restante de agua sobre la mesa de noche.

—Es una de las flores del jardín de mamá. —Se estira sobre la cama y la toma; mirándola con la mirada más tierna posible. —Ella le gustaban mucho las flores rojas; en especial, las rosas. —Suspira. —Nunca había cortado una flor de su jardín desde el día en el que ella... —Se queda callado por un momento. Yo, me le acerco y coloco mi mano sobre las suyas que sostienen la flor.

—Vale mucho para mí que me hayas dado una de las rosas de tú mamá. —Mi pulgar acaricia sus dedos.

—Tú vales eso y mucho más. —Me sonríe colocando la flor detrás de mi oreja. —Me gustaría que te hubiera conocido.

—A mí también. —Suspiro.

—Podemos ir a visitarla; hace tiempo no lo hago. —Suspira mirando al suelo; afligido.

—Me encantaría acompañarte. —Asiento.

Luego de desayunar con el padre de Jaxon y los chicos; el chico de los ojos verdes y yo decidimos ir al cementerio para ir a ver la tumba de Nora.

Katrina Wolfrahan ©Where stories live. Discover now