Llevo dieciséis años encerrada.
Atrapada en una jaula.
Pero no en una jaula de esas que tiene barrotes de metal.
Si no en una de cristal, transparente.Una jaula en la que podia ver vivencias, tragedias totalmente ajenas a mí. Por delante de mis ojos pasaban cosas en las que siempre estaba como una persona visualizando una obra de teatro, como espectador. Pero nunca de protagonista. He estado dieciséis años viviendo, pero de una manera tenue, sin exprimir cada día al máximo. Mis malas experiencias en el pasado tampoco han ayudado mucho, es decir, que ha habido épocas en las que he llegado a pensar que soy gafe.
Pero eso se ha acabado para mi, he decidido que este cambio va a marcar una nueva línea en mi existencia. Voy a coger las ganas de vivir con fuerza y voy a romper la jaula de cristal que no me dejaba vivir al completo y voy a pasar caminando por encima de esos cristales sin importarme lo que me duela. Sin importar la sangre que derrame. Hoy empiezo a despegar, para poder volar muy alto. Hoy cojo carrerilla para llegar la primera a esa meta. Hoy empiezo a experimentar y abrir mis alas. Hoy empiezo a vivir.
Lunes 12:05
Suena "good 4 u" de Olivia Rodrigo a todo volumen en el coche que va 80 km/h, sintiendo la euforia de la canción recorriendo por mis venas, asomando la cabeza ligeramente por la ventanilla mientras el viento golpea suavemente mi cara. El coche de dos plazas lo conduce Ámbar, mi amiga desde que estábamos en quinto de primaria, una relación de hermanas que se fortalece cada año. Sé perfectamente que es una persona que siempre estará ahí. Doce de septiembre, primer día de instituto, un día difícil pero a la vez lleno de incertidumbres y cosas nuevas por descubrir. Este nuevo curso, primero de bachillerato, una etapa difícil para cualquier estudiante español. He decidido optar por la rama de ciencias de la salud, es decir, biología, química, anatomía...Normalmente dicen que es la modalidad más difícil, pero yo considero que no hay asignaturas más difíciles o fáciles que otras, todo tiene su propia dificultad.
Nuevo instituto, nuevas experiencias, nuevos momentos y nuevas amistades. En realidad, ya conozco a varias personas de este instituto pero igualmente siento los nervios temblando por mi cuerpo. Instituto CEI, Centro de Enseñanza Internacional, el segundo mejor instituto de Ibiza, el primero es el IMC, International Multilingual Centre. Por cierto, si, soy de Ibiza aunque suene raro en esta isla hay vida a parte de los guiris y la fiesta, es una isla donde viven personas que tienen una vida normal. Una isla mágica que destaca por su belleza sobre parajes veraniegos y frondosos bosques. Odio cada vez que les dices a las personas que vives en Ibiza y te contestan — ¡¿Enserio?! —. —¿¿Hay institutos ahí?? —.
Es un lugar increíble, lo veranos son infinitos, vivos y azules. En cambio los inviernos no son aburridos pero si se hacen un poco pesados ya que la isla se queda medio muerta. Casi todo está cerrado porque este lugar se mueve por el turismo pero al menos nos lo pasamos bien con los lugares que quedan disponibles.
Tras aparcar el coche en el parking del instituto, ambas nos bajamos.
—¿Qué? ¿Tienes miedo? — me pregunta Ámbar cerrando el coche.
Ella ya lleva en este instituto desde la ESO.
—Más que miedo son nervios, tantos años deseando que vayamos juntas a clase y ahora escogemos modalidades distintas — le contesto.
—Lo siento tía, yo es que los números y esas cosas raras como que no.Llegamos a la puerta principal del instituto, pedazo de lugar, esto parece Las Encinas de Élite. Obviamente ya había visto este lugar antes porque no está tan lejos de mi casa pero igualmente su inmensidad me deslumbra. El portero nos tiene que abrir la puerta ya que llegamos tarde. Me despido de Ámbar para separar nuestros caminos hacia diferentes clases. Voy mirando cada puerta hasta que veo un cartel que pone, 1B bachillerato. Me armo de valor y entro con la cabeza bien alta. Cuando atravieso el marco de la puerta están todos sentados, y mirándome con ojos de curiosidad. Obviamente como he llegado tarde ha quedado el peor sitio, estoy en primera fila como una pringada a menos de dos escasos metros de la mesa de la profesora.
A primera vista solo conozco a cuatro personas Olivia, Clara, Julia y Aitana, había quedado con ellas para buscar la clase pero a Ámbar de le han pegado las sábanas y la tía necesita su tiempo para desayunar. El resto de caras son conocidas, pero claramente no todas. Las cuatro me saludan una una sonrisa agradable. Son cuatro chicas de mi grupo a las que adoro. Olivia y Clara ya iban a mi clase el año pasado y este año hemos tenido la gran casualidad de coincidir en la misma clase, claramente antes de entrar nos imaginábamos la posibilidad de ir juntas. Olivia iba a ir al IMC pero las plazas estaban llenas y además ese centro siempre realiza un intercambio y pues esa idea no le terminaba de gustar. Finalmente acabamos todos en ese instituto porque en el anterior que estábamos nos guardaban una plaza en este. En cambio Aitana, Julia y varios amigos más de nuestro grupo ya estaban en este instituto desde hace cuatro años, igual que Ámbar, pero somos amigos desde hace varios años porque antes ellos iban al centro del que nosotros venimos, en fin una gran historia que año tras año ha ido formando el grupo que somos actualmente. La profesora, nuestra nueva tutora Laura, a parte también es nuestra profesora de anatomía, entra saludándonos, se sienta en su mesa y comienza pasar lista y llega al mío.
— ¿Ángela? ¿Ángela Snickers?
—Presente — le contesto con amabilidad.
—Muy buenas Ángela, cuéntanos algo sobre ti.
—Bueno pues, como bien has dicho soy Ángela Snickers, tengo 16 años, soy de aquí de Ibiza, me gusta mucho leer y pues a veces escribo. También amo los idiomas y voy a clases de patinaje desde los seis años. De momento tengo pensado estudiar enfermería ya que mi madre y mi hermana los son, pero todo puede cambiar.
Que mal rato. Odio esos momentos en los que nunca sabes que decir, y acabas maquillando tu vida para decir algo y que te dejen tranquila.
—Encantada Ángela, y bienvenida al instituto CEI.
En fin... sí, esa soy yo, Ángela Snickers, una simple chica de 16 años, rubia, ojos azules, 1,70, una adolescente básica que tiene sus amigos, sus cosas y pues que algún día que otro sale de fiesta y se emborracha, obviamente sin abusar, no estoy loca no quiero quedarme sin hígado con tan temprana edad. Hay momentos que mi vida es caótica, va por etapas. Hace un mes que terminé una relación, se llamaba Rubén, bueno se llama, todavía no está muerto. La relación terminó bien, o eso creo. Simplemente fue una discusión la cual acabó muy caliente recordando toda la mierda del pasado, para mí eso ya está más que superado, o eso quiero pensar. Bueno hay días en los que no me lo puedo sacar de la cabeza y otros días que pienso como he podido esta con él, ¿lo típico no?La tutora termina de decir la chapa que sueltan cada año, lo típico de que este año no estamos aquí por obligación, y esas mierdas. Nos da unos cuantos folios, el horario, las actividades extraescolares que proporciona el centro, las clases de idiomas... Al ser un centro internacional proporcionan una gran variedad de idiomas chino, alemán, francés y holandés. La reunión del primer día termina y quedamos para reunirnos todo el grupo de amigos en la salida para quedar a comer a un restaurante tailandés, aquí en nuestro pueblo. Olivia, Julia, Aitana, Clara y yo esperamos a que todos salgan de la clase para salir nosotras. Las cinco nos quedamos en la puerta mirando fijamente la clase.
—Chicas, preparaos porque en estas cuatro paredes vamos a pasar un año lleno de sufrimientos estudiantiles y sin ser estudiantiles también — añade Clara.
—Joder, que ánimos— dice Olivia.
—Bienvenidas a bachillerato y a una nueva etapa de nuestra vida — digo con incertidumbre.
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El refugio de mi dolor
Novela JuvenilÁngela Snickers, una chica llena de ganas de experimentar y con un mundo nuevo por delante que descubrir. Tras el comienzo de un nuevo curso escolar en uno de los mejore institutos de Ibiza, junto á su grupo de amigos, comienza a vivir y escribir nu...