En este capítulo te contaré un pasaje de mi infancia que me costó superar, y que fue una de las pruebas más complicadas que me colocó la vida. Tuve muchos problemas, muchas adversidades y obstáculos, sin embargo, éste fue el más difícil de sanar. Puede que te desconciertes un poco a medida que vayas leyendo lo que ahora escribiré, pero, que eso no te sorprenda, porque también hay muchos niños que al igual que yo, fueron y siguen siendo abusados sexualmente. Así es, ¿un poco sorprendido? O ¿confundido?, puede que la noticia o las líneas que acabas de leer te hayan impactado o simplemente no te lo imaginabas, no te lo esperabas. Sin embargo, es así, sufrí de una violación por parte de un familiar cercano, no de alguien extraño o algún desconocido, fue un familiar y eso es lo que más afecta, pero, no lo culpo. Puede que él en algún momento haya tenido problemas familiares y eso lo conllevaría a surgir problemas psicológicos, es por ello, que no culpo lo que hizo, y no digo que esté bien, lo que quiero decir es que seguramente tuvo problemas, u observó algo que no debió y eso lo conllevaría a realizar lo que fue. Realmente desconozco la intención o el propósito de su accionar contra mí, o lo que lo llevó a hacer eso. Él está perdonado, y aunque no se lo haya dicho, para mí ya lo está, y eso es sanar; me liberé hace mucho tiempo cuando entendí que somos “víctimas de víctimas”, una frase que leí en el libro de Louise Hay, comprendiendo cada hecho y realidad que lo llevó a su accionar, y eso me permitió perdonarlo. Pero, vamos al inicio de la historia, y de este suceso que me marcó la vida por completo. Asimismo, te explicaré la etapa de superación que tuve para poder dejar este gran sufrimiento. Comencemos desde que tengo uso de razón, no recuerdo muy bien la edad en la que pasó, pero creo que fue durante los 6 o 7 años, sí, era un niño apenas. Mi madre y padre salían a trabajar, y no tenían con quién dejarme a cargo, no querían contratar a una niñera, y en caso que lo quisiesen, creo que su economía no les permitía, a parte de la desconfianza de que me cuide cualquiera, es por ello que, decidieron dejarme con una tía y sus dos pequeños, una mujer y el otro varón. La pequeña, era un año mayor que yo, y su hermano, no recuerdo muy bien, pero le colocaré unos 12 o 14 aproximadamente. Mi tía salía en algunas ocasiones, no sé para qué, pero siempre nos quedábamos en casa sus dos hijos y yo. Todo iba normal durante algunos días, era muy tranquilo, jugábamos y nos divertíamos como cualquier niño disfrutando de su infancia; y qué infancia la que tuve. Sin embargo, durante los siguientes días algo cambió, yo no era extrovertido que digamos, siempre me incliné por estar sólo y era muy cohibido, era tímido y cerrado, en pocas palabras, no socializaba, a no ser que fuese mi familia. Entonces, un día, en el cuarto de mis primos, que, de hecho, allí dormían ellos junto a mi tía. Claro está que tenían camas separadas, sólo habían 2, en 1 dormía mi tía con su hija, y en la otra su hijo; noté algo raro, yo estaba en la cama de mi primo y en la otra, él y su hermana, pero, observaba que él le decía algo en el oído, y se reían, no entendía el por qué. Miraba que una y otra vez hacían lo mismo, desconozco si lo hacían para llamar mi atención o era algo personal, así que me atreví a preguntar, les dije que era lo que les causaba gracia, a lo que él me respondió algo que nunca imaginé, no recuerdo exactamente lo que dijo, pero lo que sí, fue que mencionó sobre un beso, y lo único que oscila en mi memoria sobre ese momento, es que mis labios interactuaron con algunos de ellos. Después de ese momento, no se mencionó nada a nadie, y se mantuvo en secreto, pero ese secreto de ser de 3 pasó a convertirse a sólo 2. Mi prima salió de este círculo oculto, y sólo quedamos mi primo y yo. ¿Quién iba a pensar que él a su edad haría conmigo una cosa como tal?, nadie pensaría que él trataría de abusarme, pero se equivocaron. Al pasar de los días, empezó mi tormenta. Sólo recuerdo algunas escenas en las que mi cuerpo totalmente desnudo hizo contacto con el suyo, excepto de una. Lo que no recuerdo es el inicio, lo que me dijo o cómo llegó a abusar de mí. Sin embargo, una de las escenas que tengo mi mente es en el baño; mi tía hizo que él y yo nos bañemos juntos, utilizando una frase que aconsejo nunca utilizar, “los hombres con hombres y las mujeres con mujeres”, quizá si no hubiese pensado con esa frase, no habría abusado de mí una vez más. Tuve miedo de entrar al baño con él, no sé si pasó algo antes, o el por qué del miedo, pero recuerdo que lo sentía, y mucho. Pero, al final entré. Él estaba desnudo y yo también, abrió la ducha y empezó a jabonarse el cuerpo y sobar el cabello con un poco de shampoo, así que decidí hacer lo mismo, pero antes de que lo hiciese, hizo que me recostara en el suelo de la ducha, y obedecí, mi pecho quedó pegado al suelo y sólo sentía como se postraba encima mío y sobaba su miembro por mi cuerpo. Asimismo, recuerdo que después de ello me cargó y me colocó hacia la pared, quedando mi espalda pegada contra ella, y mi pecho haciendo contacto con el de él, la verdad no sé que quería hacer o intentar con ello, pues no tengo memoria de lo que pasó en ese momento. Sin embargo, lo último que recuerdo en esa escena del baño, es que me pidió que le hiciera sexo oral, pero, en mí salió una llama, no lo quería hacer y sentí que debía decir no, así que me armé de valor y le dije que no lo haría, a lo que él se sorprendió ante mi respuesta tan impredecible, sin embargo, jugó con mi mente. Me dijo que si no lo hacía llamaría a su mamá, pues ella estaba en casa, y le diría que intenté tocar su miembro, que ella le creería y que el único al que lo castigarían sería a mí. Agregó también que el único responsable de lo que me estaba pasando era yo, que era mi culpa todo esto, y con ello viví muchos años de mi vida. Entré en desesperación y no sabía que hacer, tuve pánico y miedo al escuchar lo que me dijo, así que tristemente acepté, me arrodillé en un escalón antes del suelo de la ducha, e introduje su miembro en mi boca; para ser sincero me daba asco. Sin embargo, rápidamente lo saqué y retiré de mis labios, pues sentí orina en mi boca. Fue repugnante y asqueroso, y mientras que yo sufría por ello con lágrimas en mi interior y un vacío en el pecho de dolor, él se reía sobre lo que había ocurrido. Por otro lado, tengo imágenes de una escena en mi casa, de hecho, en mi cuarto; sucede que estábamos en una fiesta familiar a dos casas de la mía, creo yo, y me enviaron a que vaya a casa por algo, no recuerdo exactamente qué, pero lo que sí, es que, en mi ida, él me estaba acompañando. Entramos a mi casa y busqué lo que me pidieron, pero antes de salir, me llevó a mi cama, me dijo que me echara y accedí, por el miedo que tenía de que les diga a mis padres y me echaran la culpa como él me hizo creer. Así que, estando recostado boca abajo, decidió bajarme el pantalón y, con su mano sujetando mi espalda, me pidió que gritase, no sé si su idea fue la de que eche un quejido, parecido algo a un gemido, la verdad no lo sé. Me pareció estúpido lo que me pedía y yo no sabía como hacer o qué decir, sólo sentía una sensación en la parte inferior de mi cuerpo. Luego, pasaron unos minutos y decidimos regresar a la casa de donde habíamos salido. Sujeté lo que debía llevar y salimos de la casa, como si nada hubiese sucedido. Otra imagen que suele recorrer en mi memoria cuando recuerdo esto, es una escena en su casa. Un día, mi tía estaba en mi casa conmigo, recuerdo que ella estaba lavando el servicio y yo portaba mi pijama aún, pues recién me había levantado. Resulta que me pidió que vaya a su casa por una sartén, creo que mi madre no tenía o no sé que había sucedido, pero me dijo que le pidiese una sartén a su hijo, así es, él estaba ahí. ¿Y qué creen que pasó?, tuve que ir por la sartén, salí de mi casa y me fui a la de ella, se encontraba a dos casas de la mía, por cierto. Así que cuando llegué, lo primero que hice fue pedirle desde la ventana que me alcanzara la sartén, pues yo no quería entrar. Sin embargo, me hizo pasar a que yo mismo la buscase, pues en ese momento no me di cuenta con la intención con la que me hizo entrar, y ahora que he crecido, me doy cuenta cuál fue el propósito cuando me dijo que pase a sacarla. Sin ningún problema, accedí. Entré y me dijo que me la daría si pasaba a su cuarto, no recuerdo que fue lo que le dije, pero sólo tengo una escena en mi cabeza, y fue la misma postura que adopté en mi casa. Hizo que me recostara en su cama, en la parte central, y me bajó el pantalón, para que pudiese hacer conmigo lo que le plazca, como ya lo había hecho antes. Empecé a sentir lo mismo que ya te conté líneas atrás, y sucedía lo mismo de siempre. Le dije que parara porque mi tía me iba a preguntar del por qué demoraba tanto, pero él me contestó que no era su problema y que me inventase algo, hasta que decidió soltarme y entregarme el objeto por el cuál había venido. Me subí los pantalones y salí de su casa en rumbo a la mía, y como lo supuse, mi tía me preguntó el por qué demoré tanto en traer la sartén, a lo que respondí e inventé rápidamente, que no sabía dónde estaba y se encontraba buscándolo. Al principio pensé que dudó de mi respuesta, pero luego hizo una mueca como si no le hubiese importado. También recuerdo una última escena, donde esta vez fue distinto, donde no necesitó quitarme la ropa para hacer lo que fuese, pero sí tuvo el valor para introducir sus manos dentro de ella. Esa vez fue en su casa, en su cuarto nuevamente; pero esta vez no estaba sólo, se encontraba en la otra cama mi tía con mi prima, pero ellas estaban durmiendo. Así que él decidió aprovecharse de ello, y como yo me encontraba durmiendo con él por la misma frase que utilizaba mi tía que ya he mencionado en la primera escena, le resultaba más fácil. Nos envolvió entre las sábanas y me pidió que me echara al revés, de manera que, mi cabeza quedara en la parte inferior de la cama y mis pies en la cabecera de esta. Luego, me dijo que le agarrase el miembro, mientras que él metía sus manos debajo de mi ropa. Sin importarle tener a su madre y hermana al frente, lo hizo sin pudor alguno. Pero, gracias a ello se acabaría el sufrimiento. Al anochecer, antes de regresar a mi casa, él me dio un beso en mis labios. Luego de ello, me llevaron a casa sin decir nada, y me acosté a dormir en mi cama. A un par de horas, escucho que mi tía viene desesperada, y sólo oía que conversaba con mis papás en la cocina. Yo no entendía nada, y procedí a cerrar mis ojos para seguir durmiendo. Pero, en eso veo que mi madre entra a mi cuarto para revisarme el cuerpo, y preguntándome si mi primo me había hecho algo, me comentó que mi prima, su hermana, le dijo a mi tía que él me había besado, y por ello la pregunta. No recuerdo que le dije, pero sólo escuchaba como lloraba preocupada. Al pasar de los años, justo después de esa noche, nunca más volví a ver a mi primo, y gracias a su hermana, pude salir de ese problema que me marcó por siempre. Gracias a esa valentía que ella tuvo para decirle a su madre lo que había pasado, fue lo que me liberó de ese tormento. Sentía que no podía salir de ese sufrimiento, y me agresor me lo hacía creer siempre, pero ella, pudo hacerlo, tomó valor y habló por mí. Sí, necesité ayuda para escapar, y gracias a mi prima pude desconectarme de ese obstáculo, se enfrentó a su hermano y después de esos días, todo fue paz. Al pasar los años después del descubrimiento de mi tormenta, no recordaba nada de lo que había sucedido, no tenía idea sobre lo que me había pasado, o simplemente se había esfumado. Hasta que, en la secundaria, empecé a ver las imágenes que ya te he contado, fueron repitentes y de un momento a otro me acordé de todo, de lo que había pasado, y lo que ya te conté líneas atrás. Decidí alejarme de esos pensamientos que me invadían, porque al recordarlo, sentía que lo odiaba, lo aborrecía y por ello, mejor los evadía. Tal vez no fue la mejor decisión, pues el sentimiento de rencor irrumpía en mi cuerpo y corazón, los remordimientos ocupaban un espacio en mi mente que se tornaban graves, y el miedo de descuidar o dejar a mi hermano con él, me perseguía, es por ello, que siempre lo acompañaba a todo para no dejarlo sólo. Traumas y más traumas que nunca llegué a superar durante ese tiempo, miedos y preocupaciones crecían constantemente, y el miedo acechaba en mí una y otra vez. Pero, de pronto, me cansé, y encontré una persona que se convirtió en una motivación para hablar con mis padres sobre lo que me pasó años atrás. Pueda que te sorprenda la persona a la que le conté, y para mí también fue un asombro, porque nunca imaginé que en algún momento de la conversación iba a fluir dicho tema. ¿Y quién es esa persona?, ella era más que eso, era mi profesora de comunicación, asimismo mi tutora de salón. Recuerdo que me pidió algo para el colegio, o una presentación, no recuerdo muy bien. Pero, durante ese tiempo, le dije que no iba a poder hacerlo porque me sentía un poco mal, de hecho, me sentía fatal. A lo que mi profesora, me preguntó que era lo que sucedía y si se lo podía contar, y como no tenía a otra persona con quién conversar de esto para que me ayude, le conté. Pero, antes de ello, le dije que todo era confidencial, que confiaba en ella y que prometa que no se lo diría a nadie, mucho menos a mis padres, y accedió. Pronto le estaría contando lo que tú has leído anteriormente, se sorprendió y fue un estupor lo que le causé, al enterarse lo que me había pasado cuando era un niño. Le pregunté como podría decírselo a mis padres, para que me den una respuesta de incógnitas que no sabía, y me aconsejó, me motivó y eso me ayudó. A los pocos días ya había contado sobre lo que recordaba a mis padres; esa noche me abrazaron y con lágrimas en los ojos, me dijeron que llore todo lo que quiera, todo lo que pudiese y hasta donde mi cuerpo lo permita, también agregaron que me amaban demasiado, y que sentían no haberme cuidado lo suficiente, trataban de justificar sus malas decisiones, me decían que no tenían idea de que una cosa así me iba a suceder, se disculpaban y pedían que los perdone, sin embargo, yo les dije que no lo necesitaban, ya que ellos nunca tuvieron la culpa de nada, sólo querían darme una mejor vida, sólo anhelaban poder ofrecerme lo que ellos no pudieron tener. Mencionaron también que no me llevaron con un psicólogo porque pensaban que no me acordaba, y por eso mejor decidieron no hacerlo, tenían temor de preguntarme si recordaba algo, y que sufra, por eso prefirieron dejarlo así para poder olvidar. Cuando sentí el abrazo de mis padres y sus disculpas hacia mí, sentía como se liberaba mi cuerpo, sentí que la culpa, el miedo se desvanecía, y esa marca empezaba a cicatrizar; pude soltar ese gran problema y pude ser feliz mucho más. Todo se había solucionado, respiraba otro aire y mi corazón se había recuperado. Sin embargo, existía algo aún por sanar. Ese algo me perseguía por completo, y me dolía saberlo, ¿y qué era?, pues era una idea que me atormentaba cada día. Era la idea de que me sentía sucio, por haber sentido placer cuando abusaron de mí. Esto no se lo he contado a nadie, y puede que muchos de los que hayan sabido sobre lo que me pasó, ahora se sorprendan con eso. Esa idea de haber sentido placer me acompañaba todo el tiempo, hasta hace unos días. Puede que para muchos sea ilógico sentir placer por una violación, sin embargo, yo la sentí, y me costó entenderla. Me sentí sucio por eso, porque pensaba, ¿cómo voy a sentir placer por eso?, ¡él abusó de ti Joseph!, ¿cómo pudiste sentirlo?, ¡me doy asco!, eran frases que me decía internamente, y que me causaban dolor. Hasta que leí algo que me hizo cambiar de opinión, encontré un video donde dejó una frase que decía lo siguiente: “no eres sucia por haber sentido placer cuando abusaron de ti, es un acto involuntario”, y eso me hizo pensar distinto. Sé que el mensaje era para una chica, pero también abusan a los hombres sexualmente. Decidí relacionarlo con lo que sentía sobre mí, y en lo último que menciona esa frase, es sobre el placer, un acto involuntario, y con eso pude entender que no debía sentirme así, ya que el cuerpo siente satisfacción sexual en distintas partes, en diferentes lugares y zonas. Eso hizo que comprenda la razón del placer que sentí cuando abusó de mí. El dolor me acompañó hasta el mes pasado, y luego de leer esa frase, pude sentirme aliviado. Pude regresar a esa calma que anhelaba desde un principio. ¡Lo logré!, y claro que sí. Pude convertir el problema en una solución, y vi con optimismo lo que me pasó, empecé a cambiar la idea que tenía sobre lo que me sucedió y, de odiar a mi agresor y verlo como algo negativo, pasé a verlo como una prueba de la vida, como una enseñanza que me quería dar y tal vez dejarme una lección. O, simplemente entender cómo se sentían las mujeres y hombres que eran abusados sexualmente, y creo que eso, esa prueba o esa lección de vida, me permitió volverme una persona empática y poder entender los problemas del resto, y así ayudarlos a salir de ese conflicto. A que aprendan a verlo de una manera distinta, esa manera de aprendizaje. ¿No te imaginabas que había pasado por todo esto verdad?, o nunca se te pasó por la mente que me sucedería algo así, y lo entiendo, a veces no sabemos y desconocemos los problemas del resto. Sin embargo, sin necesidad de saber lo que te sucede te podré ayudar, te apoyaré en cada decisión que tomes, te aconsejaré que puedes hacer y qué no. Seguirás conmigo, caminando junto a mí, y si alguna vez sientes que te pierdes, tómame de ejemplo, y mira que yo también pude salir de ese contratiempo. Recuerda que nunca te dejaré sólo, o sola, siempre te acompañaré, a donde quiera que vayas. Decidí contarte esto, porque quise ser un ejemplo de lucha y motivación para ti, así que si sientes que ya no puedes, te cansas o quieres rendirte, pensando que nunca se solucionan las cosas, déjame decirte que no es así. Tú también puedes sanar, puedes liberarte, y puedes convertir eso que tanto odias y que quieres eliminar, en tu amigo para poder curar, curar esas heridas y golpes que te lastiman. Porque si yo pude salir de la adversidad, tú también puedes. No te rindas, lucha por salir adelante, eres una persona valiosa, eres muy valiente por seguir leyendo este libro, tal vez te he conmovido con lo que te he contado, o quizá no, pero prometo no abandonarte. Seré tu amigo, te cuidaré y juntos saldremos del abismo en el que te encuentras. Tú podrás hacerlo, saldrás de ese pozo sin salida, y respirarás un aire de calma y tranquilidad. Te enseñaré que tu salud mental es muy importante, y que con eso, se acaban todos los males. Ya te he mencionado que no soy especialista en estos temas, pero aprenderás en base a mi experiencia que podemos salir de ese problema, somos fuertes, ¡tú lo eres!, sólo es cuestión de creerlo, de apoyo incondicional y amor propio, y conmigo obtendrás más que eso. Acompáñame a leer los siguientes capítulos; y gracias por quedarte a leer este libro, lo he hecho con mucho cariño para ti, y para que entiendas lo que te sucede, es más, para que tú te entiendas. Para que sepas la respuesta de lo que aún no encuentras o no puedes explicar. Te convertirás en la mejor versión de ti, verás al mundo con otros ojos, y aprenderás a percibir a la vida de una manera distinta. ¿Quién dijo que la vida era fácil?, existen problemas, adversidades, conflictos, amores, sentimentalismo, dolores, y mucho más, pero los únicos que la complican, somos nosotros mismos. Antes de finalizar con este capítulo, recuerda que, cada cosa que te pone la vida sirve para aprender, y ese aprendizaje es lo que forma a la excelente persona que estás siendo ahora. No te rindas, ¡tú puedes!, créeme que sí, confía en ti y en lo que puedes ser, porque yo ya lo hago. Te quiero mucho, lector detrás de las páginas.
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Encerrado en la Caja
SpiritualEn este libro encontrarás paz mental, ayuda desde la experiencia del escritor. De igual manera, podrás salir del problema en el que te encuentres. Este libro de Autoayuda te permitirá ver con un lado optimista cada conflicto que tengas, y si buscas...