Llegamos, después de cuatro horas de viaje por fin habíamos llegado.El lugar era muy lindo, parecía sacado de un cuento de hadas. El pasto es verde al igual que las hojas de los árboles. Las flores adornaban un camino que espero investigar a donde lleva.
A lo lejos se veía una piscina gigante y algunos toboganes. Al otro lado estaban las tiendas de los demás campistas.
Los Robbins y yo nos instalamos en nuestro lugar correspondiente, y pasa ser sincera es perfecto. Justo en frente de nosotros hay una fogata y troncos de madera al rededor. Y frente a la fogata había un lago con flores flotando sobre el.
Esto es mágico.
Daniel desempacó una tienda y la armó para poder dejar nuestras cosas mientras íbamos a comer.
—Niñas, ¿por qué no van mientras que nosotros dejamos todo listo?— Bárbara, no es una buena idea
—Eh...—
—Vayan, nosotros ya vamos— Esta vez habló Daniel
Arizona y yo nos miramos por unos segundos y luego terminamos aceptando. Nos volteamos y empezamos a caminar hasta el restaurante.
Amabas caminábamos en silencio y a uno o dos metros de distancia. No nos mirábamos ni tocábamos. Éramos como unas simples desconocidas.
Muchas veces quería perder el miedo y hablarle, pero siempre terminaba callándome.
Soy una tonta.
Finalmente llegamos al restaurante, no estaba tan lleno pero tampoco tan vacío. Arizona encontró una mesa vacía, por lo tanto nos sentamos mientras esperábamos que los demás llegaran.
El silencio no disminuía, al contrario, Arizona no me miraba ni me hablaba. Lo único que se oía eran sus suspiros pesados. Sé que ella siente la misma incomodidad que yo. Me gustaría romperla pero no sé cómo reaccionaría.
Luego de unos torturadores minutos, llegaron los demás. Los señores Robbins y Arizona, fueron en busca de la comida mientras que Tim y yo cuidábamos los asientos.
Luego de un poco de espera llegaron con cinco platos con lasaña, ensalada de lechuga y cinco aguas. Se veía delicioso
—Espero que te guste, Callie—
—Arizona dijo que las pastas eran tus favoritas— Bárbara me sonrió
Mis ojos se abrieron y giraron levemente hacia Arizona, quien comía de su plato sin levantar la vista.
Suspiré levemente y respondí
—Sí, me encantan. Muchas gracias—
Luego de eso comenzamos a comer mientras que hablábamos sobre el campamento. Resulta que mañana comienzan las actividades para adolescentes desde trece a dieciocho años. Será divertido
Después de comer decidimos dar una vuelta por el parque.
El lugar es más bonito de lo que imaginé. Al principio dije que era lindo, pero mientras más te adentras más bello es.
—Miren, ahí hay un conejo— Tim soltó un chillido y corrimos detrás del pequeño animal
—¡Lo tengo!— Exclamé cuando agarré al conejito
Acomodé al peludo animal entre mis brazos y lo acerqué a los demás
—Awww— Bárbara fue la primera en acercarse
—¿Cómo lo atrapaste tan fácil?— Esta vez fue Tim
—Ehh...—
Miré a Arizona y ella estaba viéndome. Creo que no es buena idea decirlo, pues Angelina me había enseñado el día que fuimos al campo de gol.
—No sé, fue pura casualidad— Sonreí falsamente
Finalmente pasó Arizona. Ella caminó lentamente hacia mi y se posicionó a mi lado. Estando así, pude sentir sus dedos tocar sutilmente mi brazo.
Cerré un poco mis ojos disfrutando de su leve tacto.
Dios, cuánto la extrañaba.
—Es lindo— Dijo, mirando al animalito mientras que acariciaba su cabecita —Y suave— Rió
Su risa, también la extrañaba
—Lo es—
La miré, nos miramos. No sé por cuánto pero lo hicimos. Sus ojos azules me transmitían muchas emociones, y por alguna razón no podía dejar de verlos.
—¡Hey, chicas!— Oímos la voz de Tim a lo lejos
Automáticamente nos alejamos. Arizona retrocedió un poco mientras miraba el suelo, estaba incómoda y yo también.
No sabía que hacer, por lo tanto, dejé al conejo en el suelo y este desapareció por el bosque.
Rasqué mi frente, nerviosa. Y antes de poder decir algo, Arizona se había marchado. Nuevamente me había quedado con las palabras en la boca.
Después de ese incómodo momento, seguimos caminando entre los grandes árboles que nos rodeaban. En nuestro recorrido pudimos encontrar un montón de cosas; lagartijas, ranas, mariposas, hongos de diferentes formas y colores, más conejos. También vimos que al otro lado del lago había un puente, y más allá del puente habían unas cuantas cabañas. Tuvimos un poco de curiosidad al respecto, pero no pudimos conseguir a nadie que nos dijera.
Estuvimos un momento observando las maravillas del campamento hasta que las nubes comenzaron a tornarse un poco grises y el cielo más oscuro. Esto nos indicaba que ya era hora de volver, por lo tanto regresamos a nuestro camping.
Daniel y Bárbara decidieron preparar la cena mientras que nosotros nos encargábamos de poner la mesa.
Después de cenar dijimos que ya era una buena hora para dormir, entonces, Daniel empezó a sacar las tiendas de campaña.
Primero tratamos de hacer una y luego otra, creíamos que así sería más fácil
—¿Donde mierda va esto?– Tim nos enseñó un tipo de fierro plateado
—Oh, eso va anclado en el suelo— Daniel le indicó desde el auto
Tim lo ancló donde iba y luego sacamos la siguiente. Esa nos demoró un poco menos, pues ya habíamos logrado hacer una
—Listo, dos tiendas armadas. ¿Donde está la otra?— Tim se cruzó de brazos esperando la respuesta de su madre
—¿Cuál otra?— Bárbara alzó ambas cejas
—La de Callie—
Bárbara abrió sus ojos y luego comenzó a reír
—Pero si esa tienda es para ti y la otra para Callie y Arizona—
No...
—¿Qué?— Oí el chillido de Arizona detrás mío
—Obvio, ¿creías que cada uno tendría una tienda?—
Sí, yo también creí esoEntonces aquí comenzó mi tortura. Arizona y yo nos turnamos para poder usas las carpa y colocarnos nuestros pijamas. Mientras que Arizona usaba la tienda decidí ir a lavar mis dientes. Gracias a Dios los baños estaban cerca.
Una vez lista volví con los demás. Pero antes, me detuve frente a la carpa que debería compartir con Arizona. Sinceramente esto me pone nerviosa. Jamás había dormido con ella, ni juntas ni separadas, de ninguna manera.
Di un pequeño suspiro y entré silenciosamente a la tienda. Hubiera deseado que ella estuviera durmiendo pero no fue así. Arizona estaba recostada en el saco mientras que la pantalla de su teléfono iluminaba su rostro.
Al verme, ella apagó el dispositivo y lo dejó debajo de su almohada. Dejé las cosas en mi mochila y luego me recosté bajo mi saco.
Estaba nerviosa, muy nerviosa. No veía nada, pero si sentía que alguien me observaba, y ese alguien era Arizona, si no ¿Quien más?
Cerré mis ojos esperando a que algo sucediese, algo como la boca de Arizona abrirse y soltar un "Buenas Noches" pero no, eso solamente era producto de mi imaginación. Lo único que sonó fue el sonido del saco de Arizona. Ella se había volteado hacia el otro lado, por lo tanto, ella me estaba dando la espalda.
Primer día de sufrimiento completado
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