-¿Vamos te invito a una fiesta? – Alex repitió la misma pregunta por tercera vez.
-Ya te dije que no.
-Que aburrida eres, además no conoces a casi nadie – corrigió – mejor dicho a nadie.
-Yo no soy de esas que se las pasan de fiesta en fiesta, prefiero leer un libro salir a caminar o ver una película.
-¿En un fin de semana? – pregunto sorprendido.
-Si, en un fin de semana.
-Jadiss Annabeth Glonder, realmente eres extraña.
-Hey, es necesario decir todo mi nombre, no ves que se gasta – ironice.
-¿Debería reírme? – utilizo sarcasmo.
-Hey no uses tu sarcasmo conmigo, ya. – me amargue.
-Ya lo siento – puso aquella sonrisa de comercial.
-No hagas eso, que terminare disculpándote. – reí y el conmigo.
Viernes en la tarde con algo de aburrimiento, veía una película romántica aquellas que te hacen llorar a mares, dije que bobería yo no lloraría por algo así y termine con un paquete de pañuelos desechables a mí costado llorando. Realmente como una Magdalena me sentía lloraba porque la tonta de la actriz no admitía que amaba al actor – sexi y con músculos – después de haber vendido su departamento quedando en la calle para poder pagar el boleto de avión para volver a verla a ella que se encontraba al otro lado del mundo, la imbécil de la actriz no lo aceptaba para nada.
Un sonido destruyo mis sollozos, alguien tocaba la puerta.
-Jadiss, ¿puedo pasar?
-Si pasa Alex – dije con la voz pesada.
-¿Estás llorando?
-No, sudo por los ojos.
-Sabes ese chiste esta ya bien viejo.
-No me mates el chiste Alex.
-Ok, pero ¿de verdad haces esto tus fines de semana?
-Que no ves o eres ciego.
-Ya mejor me callo.
Alex me miraba con cara de lloras peor que mi mama cuando termina su novela, realmente no le preste demasiada atención, solo era mi película, mi caja de pañuelos y yo los 3 inseparables por aquel momento; no podía creer que había ya gastado 6 cajas de pañuelos, y no exageraba.
-Segura que ya no tienes más que limpiarte, porque te faltan acabar todavía 3 cajas – recalco.
-No seas chistoso. – me burle.
El silencio se volvió apoderar de mi habitación, solo mis sollozos y las voces del televisor se escuchaban hasta que aparecieron los ronquidos de Alex, algo bajo como susurros que poco a poco se convirtieron en los sonidos de una mota a punto de arrancar.
-Alex, cállate. – susurre con los ojos en el televisor.
Los ronquidos no cesaron.
-Alex, caray cállate.
-Mmmm….
-Que te calles. – una almohada voló por la habitación.
-¿Qué pasa? – pregunto en el piso abrazado de la almohada.
-No ronques.
-Y por eso me tiras una almohada. – refunfuño.
-Shhhhh…
La película termino y Alex sentado al lado mío con los brazos cruzados y una mirada desafiante – algo chistosa – se quedo en esa posición por 5 minutos mirando.
-Nunca más vuelvo a pasar un fin de semana contigo, entiendes.
-Ni que te lo hayas pasado mal. – me levante de la cama dirigiéndome al baño.
-Ah no que va, solo me dormí incómodamente y recibí un almohadazo de parte tuya, oh
Espera me olvide también caí al piso – se paro al lado mío.
-Pero quien te dijo que vinieras, yo no. – sonreí
- Jadiss, eres totalmente única no sé cómo te soporto.
-Es que tú me quieres y además soy tu mejor amiga. – sonreí.
Realmente como niños jugábamos saltando en la cama y gritando como locos sin alguna razón, aquel fin de semana algo extraño y divertido paso como cualquier dia, pero siendo recordado como uno de los mejores en mi vida.
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En otoño.
RomanceSiempre dice que del “Odio al amor hay solo un paso”, pero del ¿amor al odio? , pues contesto mi pregunta no lo hay, como poder amar a la persona de tu vida y después odiarla eso nunca podría ser. Sabia, que lo odiaba por haberme usado, que él era s...