04 | agobio plural

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—Uh, como me pegó esto —confesó Aixa después de sentir una embestida de alucinógenos dentro de ella.

—¿Vos sos boluda? —Pastor la retó— ¿Te digo que nos vamos a fugar y reaccionás así? Estás re dura vos, a ver si la vas cortando con eso...

—Bueno, loco, bueno, es que no quiero hablar acá —le decía la chica mirando a los costados—, nos van a escuchar, salgamos a fuera y me contás.

—Bueno. —el hombre acomodó unas cosas y le murmuró— Lo vamos a necesitar al pendejo, a Braian, ¿no te molesta? ¿Estás de acuerdo con que lo hagamos parte?

—Y... la última fuga nos salió para el culo porque no lo mantuvimos entre nosotros dos amigo. Pero ese pibito es piola, ya fue —Aixa elevó sus hombros—, además si abre la boca lo cago a facasos. Yo digo que sí, nos va servir, es inteligente el wachin, ¿viste?

—Sí, es verdad —asentía el hombre—, bueno, entonces lo llamo. —Pastor le hizo una seña a Braian y éste llegó al instante hacia ellos— Vení, ayudame a tapar esto.

Braian y Pastor taparon con un estante la chapa que estaba al lado de aquella pintura, así nadie más podía notar lo mismo que él.

Diosito Borges charlaba con Colombia pero su distracción de siempre lo tenía con los ojos en las acciones de Aixa Aguirre, que tenía los ojos rojos como él, así que mientras ambos fumaban, Aixa lo divisó y sonrió sin darse cuenta, Diosito le sonrió y le sacó el pulgar desde lejos, lo bajó rápidamente cuando Colombia lo miró enojado.

—Uno se rompe el culo pensando en algún negocio para que estos negros de mierda te caguen todo, la puta madre... —se quejaba Mario Borges entrando a la lavandería junto a Enzo, el hijo mayor de Coco.

Aixa tenía su cabeza dando vueltas, los hongos que había tomado hace un rato le estaban haciendo efecto más tarde de lo que ella habría querido. Intentó escuchar la conversación de Mario pero no pudo, Pastor la abrazó por el hombro para guiarla a la salida.

—¿Qué voy a sabe'? Si vos nunca me contás nada Marito... —se escuchaba que decía Diosito.

—¡Porque tenés mierda de pato en la cabeza pelotudo! —le reclamaba Mario a su hermano menor, mientras que el rubio miraba a Aixa y Pastor irse del lugar—, vos tenías que estar cuidando el negocio mientras nosotros estabamos dando la cara en la ceremonia, ¡vos!

Diosito seguía distraído con Aixa y Pastor, así que apenas los vio salir los quiso perseguir, pero Mario lo volvió a su lugar de un brusco tirón.

—¡¿Vos te volviste a enganchar con estos pelotudos?! —preguntó y temió Mario— ¡¿Vos sabés lo que me molestó esta pendeja ayer en el bautismo?!

—Marito, te voy a deci' solo una cosa —sentenció Diosito—, y quiero que pongas todos tus sentido' a disposición; No me rompás las pelotas —pidió detenidamente, mientras salía en busca de aquellos dos internos.

Mientras tanto, Pastor le contaba a Aixa las primicias que lo hacían querer idear un plan de fuga.

—¿Entonces la pintura esa, es la misma del libro que tanto rompes las bolas?

—Sí —le contestó el hombre a Aixa—, el libro habla de eso Aixa, y las cartas que te dije que encontré, también hablan de eso, hay algo oculto y muchas cosas que tenemos que averiguar, pero de acá a unas semanas tenemos algo concreto para empezar a agitar, sé que se trata de un túnel Aixa, lo sé.

—Está bien, está bien —asentía la chica—, si vos lo decís te creo, pero esta vez tenemos que ser más pillos, ¿sí? Vayamos de a poco. Despacio y con saliva, el elefante se cojió a la hormiga.

AIXA | 𝙀𝙇 𝙈𝘼𝙍𝙂𝙄𝙉𝘼𝙇 (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora