Capítulo 16

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Toda la noche se la pasó llorando, destrozado por la noticia de que sus niños se irían al día siguiente y él no podría hacer nada.

Jeon Taehyung estaba desesperado por salir de ese reclusorio y quedarse con sus cachorros.

Un nuevo arrepentimiento que agregar a la larga lista.

O tal vez no.

Una mujer morena y de amable rostro entró a la enfermería.

Taehyung la miró por unos segundos mientras secaba sus lágrimas.

-hola - murmuró con una triste sonrisa -, ¿qué la trae por aquí?

-yo le creo - dijo la mujer, sonriéndole con timidez.

La respuesta sorprendió mucho a Taehyung.

-¿Me crees?... ¿Por qué?

La mujer se sentó cerca de él, y, luego de sacar su teléfono y desbloquearlo, le mostró la imagen de dos niños pequeños.

-ellos son mis hijos. Miguel y Diego. Tienen ocho años, y nunca tuvieron una figura paterna. Somos extranjeros, y no en todos lados somos bien recibidos.

Taehyung tomó suavemente el teléfono de entre las manos de la mujer y miró a ambos niños con atención.

-hace cuatro años mis hijos y yo estábamos en situación de calle. Mi novio de aquel entonces me había estafado y nos abandonó en este país. Yo apenas sabía el idioma, y estaba desesperada por un plato de comida. Mis hijos tenían hambre y uno estaba enfermo.

La mujer sintió un nudo en su garganta, pues recuerda que su pequeño Diego casi muere de anemia.

-un día paseando por la calle, pidiendo comida, mi hijo se abrazó a la pierna de un hombre porque ya no quería seguir caminando...

En el rostro de la morena apareció una sonrisa hermosa mientras con pequeñas lágrimas en los ojos miraba al cantante.

-usted era ese hombre. Y, en lugar de alejar a mi hijo con asco, de gritarle o tratarlo mal como muchos otros hubieran hecho, usted le sonrió, se detuvo, y con tranquilidad le acarició la cabeza. Nos preguntó si teníamos hambre, e insistió cuando le dije que no porque mis hijos asintieron. Nos llevó a su casa y nos preparó una comida deliciosa. Nos dio la oportunidad de bañarnos, nos dio ropa, calzado... Les dio juguetes.

Taehyung la miró con sorpresa, recordando a una mujer más joven y triste y a sus pequeños cachorros.

-al día siguiente nos fue a buscar, e hizo que un doctor viera a mi Diego. Volvió a darnos de comer, y nos dio mantas para cubrirnos del frío. El día siguiente a ese me dio la oportunidad de trabajar como conserje en este mismo reclusorio. Recuerdo que estaba muy apenado porque no era el mejor trabajo del mundo, pero es este trabajo el que nos ha mantenido a mis hijos y a mí, y estoy tan agradecida con usted por la oportunidad que me dio y que muchos me negaron.

Jeon le sonrió con lágrimas en los ojos.

-yo sé que usted no hizo nada. Puedo verlo en sus ojos. Unos ojos llenos de desesperación porque algo sumamente valioso va a perderse... Y no veo ni una pizca de maldad en ellos. No veo a un hombre capaz de drogar y abusar de una jovencita. Yo veo... A un padre.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Taehyung se soltó a llorar, agradecido de que alguien por fin le creyera. La mujer frente a sí le sonrió, se paró de su lugar, y dijo:

-veo también a un hombre preparado para defenderse, pero sin posibilidades de usar lo que tiene.

Acto seguido se estiró, y un ruido metálico se escuchó, pues las llaves habían caído al suelo.

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-sería una barbaridad que alguien lo dejara escapar... Accidentalmente...

Taehyung le sonrió, realmente agradecido y ella, luego de sonreír con dulzura, se fue.

...

-¡Hyung! ¡Hay que ir al parque, por favor, por favor!

Jungkook parpadeó repetidas veces, tratando de deshacerse del peso extra sobre sus párpados, y le sonrió a los mellizos, asintiendo.

Era el último día... Debía aprovecharlo al máximo.

-mh... ¡Okay! Cámbiense, desayunen, y vamos al parque.

Los dos mellizos se alegraron, dieron un salto, y salieron corriendo a cambiarse.

Jungkook salió de su habitación, bostezando y dirigiéndose a la cocina para tomar un vaso de agua, pues la cabeza empezaba a dolerle.

No obstante, al tener el vaso de agua y buscar por toda la casa alguna aspirina, en la sala sus amigos gritaron fuertemente "¡Sorpresa!", asustándolo y haciendo que tirara el vaso.

-¿Qué es esto? - dijo con el ceño fruncido, limpiando superficialmente su ropa húmeda.

-¿Acaso lo olvidaste? - preguntó SunHee con una preciosa y gran sonrisa -. ¡Es tu cumpleaños!

Jungkook se quedó paralizado, mirando con furia a sus amigos. Éstos le dieron una mirada apenada, pero señalaron a la beta.

SunHee había planeado todo, y se veía tan emocionada que ninguno de los miembros tuvo el corazón para decirle que no.

-oh... Gracias...

Jungkook sonrió levemente. Sus manos temblaban, pero pudo ocultarlo de la beta.

-todo esto es tan....

Asfixiante... Doloroso...

-bonito y sorpresivo...

SunHee sonrió, y, en un parpadeo, tenía un pastel en mano y Jungkook un gorrito que decía "¡Cumpleaños feliz!".

Siendo beta, era ajena al tenso ambiente que Jungkook con sus feromonas había formado.

Todo lo contrario, sus amigos estaban que se morían de asfixia.

Afortunadamente los cachorros se estaban cambiando, y no notaron la situación.

-¡Pide un deseo, Jungkook-ah!

El Omega sopló las velas con fingida emoción, siendo aplaudido por todos en la sala.

Disimuladamente YoonGi abrió todas las ventanas, y el aroma de tristeza e incomodidad desapareció justo cuando los mellizos entraron a la sala.

-¡Woahhh! ¡Una fiesta! ¡Adoro las fiestas! ¿De quién es?

SunHee orgullosa señaló a Jungkook.

-¡Feliz cumpleaños, hyung!

Los cachorros se aventaron al cuerpo de Jungkook.

El Omega sintió tanto dolor por el gesto, que no devolvió el abrazo.

Las lágrimas eran contenidas con fuerza. Una lucha de magnitud colosal y destructiva se daba en el interior de Kim.

Pensaba llorar... Pero no quería hacerlo, así que se separó del abrazo de los niños con agilidad y delicadeza.

-¿Saben de quién es también cumpleaños? ¡De Daehyun hyung! ¡Vamos a visitarlo!

-¡Sí! ¡Haremos una fiesta doble!

El ojo del huracánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora