Capítulo 14: Ex

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En el día... evité a Nolan como si mi vida dependiera de ello, de la
misma forme que ayer. No le hablé en las clases, me hice la muda. Ni siquiera le veía a la cara, fruncía el ceño para que entendiera que estaba molesta con él. Sí, buscó sacarme conversación... pero... yo seguía sin tener las ganas de dirigirle la palabra —Papi no paraba de murmurar y gruñir por mi frialdad con él, y, yo, simplemente le ignoraba—; Así estuve hasta que acabara todo —en la plaza lo encontré con los demás, estaban reunidos, charlando y bebiendo como un grupo normal de amigos universitarios—, crucé mi mirada con aquellos ojos
verde esmeralda —apreté mi boca—, casi podía decir que estaba esperando que me acercara y saludara a cada uno... pero... estuve inmóvil
a pocos pasos de ellos... —hice una mueca, mi mente no dejaba de advertirme sobre él, que no le trate... que... lo saque de mi vida—, de repente... la imagen de un pelirrojo, de tupé liso y bien peinado hacia atrás..., pálido y con pecas..., físico de basquetbolista y... de cara arrogante y maliciosa... remplazó la figura de Nolan...

No era Papi...

Era...

—Harvey —susurré, clavando las uñas en las palmas de mis manos.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Parpadeé, y, la figura de ese sujeto desapareció... y... volví a ver a Nolan fumando junto con Goethe, parecían estar platicando.

Sacudí la cabeza... y... me fui en dirección a mi dormitorio.

[...]

Terminé de abrocharme el cinturón en mis jeans azul marino —amarré mi ondulado cabello en una coleta baja con una liga color rosado—; respiré hondo..., arreglé la tela de mi blusa blanca sobre los hombros,
exhalé un suspiro.

Humedecí boca.

—Creo... que está bien... —susurré.

—Te ves bonita —asintió Kerrie, que me observaba sentada en su cama, cruzando una pierna sobre la otra—. Sencilla, pero, linda —subió y bajó los hombros—; ¿Vas a salir?

—Sí —dije mientras me rascaba mi cuello, vista al suelo.

—¿Con Papi?

Fruncí el ceño.

—¡No! —meneé la cabeza.

»¿Acaso mi vida debe girar alrededor de ese ególatra? —bufé, crucé los brazos—. No quiero saber nada él —murmuré apretando los dientes.

—¿Por qué? —Kerrie alzó las cejas, labios ligeramente abiertos.

»¿Te hizo algo?

—No —fruncí mi boca.

—¿Te insultó?

—Tampoco... —pestañeé, descolgué mis brazos a mis costados.

Arrugó su frente.

—¿Entonces qué te hizo para que pongas esa cara cuando lo menciono?

—¡Nada! —exclamé, giré sobre mis talones y empecé a doblar mi uniforme gris sobre el colchón, primero la chaqueta, luego la camisa.

—¿No te hizo nada?

—¡Ay, ya! —le miré sobre mi hombro—: ¡¿Qué te importa si estoy o no molesta con él?!

»¡¿Eh?!

Doblé la falda entre mis manos —rodé los ojos—, exhalé un molesto suspiro.

—Solo... —mordí la parte interna de mis mejillas—, estoy brava con él. Y punto.

—Ay, amiga... —suspiró Kerrie—, lo estás haciendo de nuevo... —murmuró.

—¿Qué? —volteé hacia ella, arqueé mi ceja izquierda—. ¿Qué «estoy haciendo de nuevo»?

Sexo Después De ClasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora