Nazareth

• Capítulo 9 •

Capítulo 9

NAZARETH

- Solo te pediré un favor Nazareth - Dijo Amenadiel con una sonrisa tierna - Debes cerrar los ojos, ningún mortal debe saber de la existencia de este lugar.

Asentí y cerré los ojos. Su mano izquierda pegó mi rostro a su pecho y notar los latidos de su corazón,  provocó que me quedase profundamente dormida.

- Buena chica.. - Susurró sonriendo - Intentaré ayudarte en lo máximo posible pequeña - Susurró de nuevo acariciando mi cabello.

Después de un largo vuelo, el aterrizó en una especie de nube donde se encontraba una pequeña casa.
Al entrar dejó con cuidado mi cuerpo sobre su cama, dio dos pasos hacia atrás, comprobó que todo estaba bien y finalmente, se sentó a mi lado.

Al caer la noche, Amenadiel se arrodilló para empezar a rezar y al poner sus codos sobre las sábanas, provocó que me despertara.

- Perdóname pequeña, no pretendía despertarte. - Dijo con una mirada tierna.

- ¿D-Donde estoy? - Mencioné sentándome suavemente.

- Estás en mi casa, no te preocupes; Estas a salvo - Peinó mi pelo hacía atrás - Intenta descansar, desgastaste mucho tu energía espiritual y te vendrá bien reponerla -comentó acariciándome el pelo.

- ¿Energía espiritual? ¿Qué es eso? No entiendo nada - Reaccioné desconcertada.

- Es aquella luz que apareció cuando estuviste con el señor - Dijo tomándome las manos.

- Esta también apareció cuando me armé de valor delante de Lucifer - Le apreté levemente las manos - Esa luz... ¿Es algo malo?

- Pequeña, esa luz no tiene nada de malo, se llama aura y proviene de ti, Nazareth. Es la energía que te da las fuerzas y la valentía para hacer cosas extraordinarias. - Dijo levantando mi barbilla.

- Pero... no puedo controlarla.

- Aún, pero podrás hacerlo - Dijo mirándome a los ojos - En el momento menos esperado ocurrirá algo que te hará controlar tu propia energía - poniendo una de sus manos en mi rodilla - confía en mí - me susurró al oído - Es tarde pequeña, duerme. Yo estaré a tu lado rezando por ti.

Oculto entre las sombras de la noche, apareció uno de los esbirros de Lucifer sin que fuese detectado y tras comprobar que estaba en aquella casa, cumplió el encargo que se le había encomendado , este dejó caer un poco de sangre en la parte delantera de la puerta para así poder introducirse en mis sueños.

Al abrir los ojos me encontraba en una habitación muy oscura. A lo lejos, se veía algo de luz, por lo que decidí moverme. Después de un tiempo caminando me daba la sensación de que ese túnel no acababa nunca. Pude ver unas puertas extrañas que estaban cerradas por un candado. Cuando finalmente conseguí llegar a una zona que parecía más iluminada , escuché unos pasos que poco a poco se acercaban hacia a mí.

Continuará...