3

14 1 0
                                    

Capítulo tres: La elección del doble reino

Estaba Electra. Tumbada en su cama con unos auriculares que producían una música que hacía que moviera su cabeza con los ojos cerrados.

— ¿Qué hace aquí? — le susurré muy bajito a Cleo mientras me sentaba en su cama.

Se encogió de hombros, Electra me vio y se quito sus auriculares.

— No te creas que estoy aquí por gusto. Cuando me dijiste que no tenias reino me llamaste la atención — hizo una pausa para soltar una risita. — A ver qué cagada haces hoy en la selección.

Rodé los ojos y me levanté hacía un armario que ya estaba lleno de toda la ropa que había traído. Me sorprendió que el armario fuera tan gigantesco, era como una habitación más, y dentro de el habían cuatro estanterías de ropa, la de Cleo, la de Electra, la mía y...La de alguien que todavía no sabíamos.

— Oh, todo eso es de Arlette. — me dijo mi amiga levantándose de la cama y poniéndose a un lado mío.

Electra hace una mueca de asco y luego me vuelvo a mirar a la morena la cual esta sonriendo. Me confundí bastante, así que simplemente pensé en conocerla más tarde.

Observé la habitación, tenia 4 camas con cortinas transparentes colgadas dándole un toque tierno, como si la habitación fuera de unas princesas, las camas estaban separadas por unos metros de distancia entre ellas. Al lado suyo había un mueble de madera que podíamos decorar. Electra tenía su color especifico, el morado oscuro, de ese color eran los posters y algunas pegatinas que estaban pegadas en su parte de la habitación. Por la parte de Cleo predominaba más las tonalidades amarillas y marrones, pude ver que era un poco desordenada. Sus zapatillas estaban en medio de la habitación y aún tenia la maleta a medio deshacer con algunas prendas encima de la cama. La parte de Arlette, la chica que todavía no había conocido era más tonos pastel de rosa, no había apenas nada desordenado y me llamo la atención un bonito cojín aterciopelado de su habitación y la diadema blanca con lo que parecían diamantes de la mesa de noche.

Mi cama estaba frente a la parte de la habitación de Cleo, vacía, las sábanas eran blancas y eso era lo que más llamaba la atención. Mi amiga y Electra me miraban.

— ¿Qué color vas a escoger? — me preguntó la morena desde su cama.

— ¿Es necesario o es algo estereotipal?

— Solo es para distingirnos, no sé, cada una tiene su color, ¿es divertido no?

— Pues...

— No afectará a nada, y no hace falta, solo es algo que hacemos desde siempre...

— ¿Desde siempre?

— Bueno, algo que yo hacía supongo...Mi mejor amiga se cambio de colegio a finales del año pasado, compartiamos habitación con sus hermanas y bueno teniamos un color distintivo...Cuando he llegado Electra ya tenia la habitación morada y yo le seguí el rollo, Arlette fue la primera en llegar y creo que inconscientemente puso decoraciones rosas y...Ahora te toca a ti.

Resoplo al ver que mi color favorito, el rosa, estaba escogido.

— El verde será. — saqué de mi maleta una tira de hojas artificiales que descolgué de mi habitación y las coloqué alrededor de mi parte del dormitorio junto a algunos libros y mi portátil, que opté por dejarlo encima de la cama. Sonreí mirando a mi amiga. — ¿Contenta?

Se ríe en gesto de afirmación. Después de que todas deshicieramos las maletas y comprobamos que tenemos tiempo de descanso, decido tumbarme y llamar a mis padres. Estaba a punto de llamar cuando la puerta se abre lentamente y deja ver a una chica de pelo rubio muy claro, casi blanco que caía sobre sus hombros formando olas onduladas en las puntas, tenía el volumen perfecto y a simple vista ya lo notaba muy suave. Sus ojos azules claros parecían irreales y eran acompañados por unas largas pestañas. Su nariz era fina y sus labios eran gruesos y rosados formando una cálida sonrisa. Asumí que era Arlette.

Luz de luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora