Capítulo 19: Sospechas.

152 2 0
                                    

Vaden.

—¿Qué miras? —me burlo.

—¿Sigues acostándote con ella?

—Si—es lo único que digo. Aunque no me molesta que me lo pregunte, no es agradable decirle con quien me acuesto.

—¿Confías en ella?

—No.

—¿Y por qué la involucraste?

—No tenía opción. ¿Qué debía hacer? ¿Dejarla, esperando que no abriera la maldita boca?

—No es necesario que me hables así, Vaden. Solo... soy curiosa.

—Tú no eres curiosa. Solo estas...

—No, no lo estoy.

—Ambos sabemos que los negocios que hacemos no son sencillos. Entre más personas estén involucradas, las posibilidades de fracasar son más grandes. Y aunque no estoy de acuerdo con que ella este dentro, ahora se convirtió en una obligación.

—Lo entiendo—dice e intenta levantarse. Pero la detengo, tomando sus caderas y dejándola de nuevo sobre mí.

—No me creo que estas celosa—me rio, pero ella no dice nada—. ¿De verdad? ¿Estas celosa?

—Te has acostado con cuanta chica se te cruza enfrente y, ¿crees que estoy celosa por que con ella si has repetido?

—También contigo repito.

—Si, cuando ella no te abre las piernas.

Eso de alguna manera me hace enfadar, la suelto y ella no lo piensa dos veces cuando se levanta. Toma sus últimas cosas, caminando hacia la salida.

—No entiendo por qué te comparas con Murielle.

—No soy yo la que se compara. Es otro el que quiere que me parezca a ella.

—¿Es una puta broma? —le espeto y se da la vuelta para mirarme—. ¿Por qué piensas que quiero que te parezcas a ella?

—Vaden—murmura con pesar—. Me llamaste en la madrugada, ebrio, pidiéndome que tuviéramos sexo. Accedí y me follaste en tu auto. Me trajiste a tu habitación y me hiciste hacer...

—¿Es eso? ¿Piensas que yo te obligue?

—Me presionaste para que lo hiciera. Sabes que no me gusta y me presionaste.

—Siempre te he dicho que si algo no te gusta me lo digas. No que te pongas a reclamarme cuando terminamos.

—Tengo que irme, hablamos después, ¿sí? —camina hacia mí y deja un beso en mi mejilla. Volviendo a caminar hacia la puerta. Esta vez, no la detengo.

Salgo tras ella, tratando que de mi padre no nos vea y escuche. Ambos bajamos las escaleras y caminamos hacia la puerta trasera. Ella sale, sin volver a mirarme y solo la veo desaparecer, esperando a su hermana. Cuando cierro la puerta, me doy la vuelta, veo a mi hermano, comiendo una manzana y con una risa burlona en sus labios.

Frunzo las cejas, preguntando que hace, el solo niega y se encoje de hombros.

—Papá se enfadará cuando sepa que sigues follando con...—comienza, pero lo interrumpo.

—No soy el único que sigue follando con una...

—Así que lo sabes—ahora el, me interrumpe.

—¿Creíste que no se con quién te metes, Jaeden?

—¿Ahora te importa con quien tengo sexo?

—Tu ni sexo tienes—hago una mueca—. Al menos no tan a menudo.

Presa FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora