Capítulo 17. Los amigos se besan

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¿Alguna vez has sentido que alguien te está mintiendo?

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¿Alguna vez has sentido que alguien te está mintiendo?

A veces, esa persona lo hace sin que te des cuenta, y a veces es preferible así. Sin embargo, también debemos considerar el dolor detrás del mentiroso. Normalmente, cuando somos engañados, es fácil señalar al mentiroso como el villano, ¿verdad?

Siento que siempre he estado en ese papel, pero ahora me encuentro en el otro lado y no sé cómo reaccionar. Sería hipócrita enojarme con él por mentirme cuando yo también tengo experiencia en ello, pero lo peor es que ni siquiera puedo sentir molestia. ¿Podría estar... herido?

—¿Cómo que tú y ese zoquete están juntos? ¿Cuándo pensabas decírmelo? —Gwen no paró de atacarme desde la noticia. Necesitaba que alguien que no fuera Damon me aconsejara.

No me malinterpreten, hablar con él sobre lo que nos pasa es fantástico e incluso liberador, pero por alguna razón no quería que se involucrara en esto, ni que quedara en medio de los dos por mi culpa.

—Bueno, no es que seamos novios o algo así, así que no te lo quería contar hasta estar completamente seguro.

—Sí, pero pensé que Damon y tú...

—¿Damon y yo qué? —alcé la ceja asomándome detrás de la puerta.

—Hola, chicos. —Levi rodeó mis hombros y Gwen brincó de sorpresa, clavando su mirada directamente en donde estaba su mano.

—Hola —saludé, recibiendo un beso en la mejilla por parte de Leviev, lo que me provocó cosquilleos en el cuello y no pude evitar reír.

—Ay, Dios —Gwen tembló, sacudiendo los hombros como si le hubiera dado un escalofrío—. Bien, yo voy a... dejarlos solos. Nos vemos en clase, Ethan —se despidió, aunque más bien parecía una huida.

—Oye, ¿qué vas a hacer esta noche? —Levi preguntó. Me giré entre sus brazos y coloqué mis manos en su pecho.

Mentiroso.

—¿Por qué? ¿Quieres invitarme a algún lado? —alcé una ceja de manera coqueta.

Mentiroso.

—Mmm, puede ser. Solo ponte guapo esta noche. Te veré bajo tu ventana.

"Solo debo aguantar un poco más."

Tragué saliva y sonreí.

—Que así sea entonces —contesté.

Abrí la puerta del baño de golpe, con una mano en el pecho y la otra apoyada en el lavamanos frente al espejo. Una sensación nauseabunda subió hasta mi garganta y tuve que contenerla, intentando calmar mi respiración acelerada.

Era mejor cuando no sabía la verdad que tener que fingir que le creía. Si él era un mentiroso, ¿qué podía esperar de mí?

Veníamos del mismo mundo, éramos hipócritas, manipuladores, y odiaba profundamente ser así. Quizás por eso lo odiaba tanto a él, porque era igual a mí.

El Cristal del Príncipe  [Cristal#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora