—Kira.Amor y deseo son cosas diferentes, uno no puede sobrevivir sin el otro.
Amor es seguridad, paz, intimidad y confianza.
Deseo es ardor, descontrol y euforia.
Amar sin deseo es como abrazar sin brazos, es posible sentir la cercanía, sin embargo, no puedes consumirte bajo el fuego, solo lo añorar y lo ves de lejos, aunque el amor no siempre debe ser apasionado o tener ese salvajismo, amar es mucho más que tocar la piel de alguien más, es estar conectado, aunque no lo tengas cerca. En cambio, desear sin amor es una comezón de fuego esporádico, que así mismo como llega arrasando con todo, se va como que, si nada ha pasado, desear sin amar es tener brazos, pero no poder abrazar.
En el pasado he sentido ambas, por Sasha, un chico con el que experimente los primeros rayos del amor y el deseo, solo la introducción a un nuevo mundo en el que él mismo me abandono a mi suerte, pero Vlad quien me rescato de lo desconocido, quien me dio una visión distinta de ese mundo lleno de colores vivos, aromas exóticos y sonidos hipnóticos. Fue Vlad quien me hizo vivir el deseo más sofocante y ahora mi hace vivir el amor más brillante.
Es Vlad quien ha renunciado a su vida por mí, no al contrario. Es él quien ha hecho los mayores sacrificios, ha renunciado a su moral por estar en una relación con una mujer prohibida. Vlad ha dejado todo por mí, yo dejo todo por él también.
La semana que le siguió a nuestra confesión en el patio de la casa, las cosas fueron a mejor, Vlad estaba en las noches conmigo, ayudándome en las cosas que aún no podía hacer con soltura, Lwina siempre pasaba los dias conmigo cuando no estaba en la universidad, en mis tiempos libres, me dedique a poner todo en orden para mi próxima partida, misma que le comunique a mi amiga dos dias después, como era de esperarse no le sentó de pegar saltos de alegría, lloro y me hizo hacerlo a mí también.
Ambas tuvimos una larga charla sobre el asunto y al final de la misma, habíamos tenido la misma conclusión, "es lo mejor para los dos"
—Te voy a extrañar, pero sé que mereces ser feliz, aquí no queda nada para ti, tu lugar está a su lado — dijo con una seguridad admirable mientas nuestros ojos derramaban lágrimas, eso era una certeza que teníamos en común, ella aparte de Vlad era lo único importante que tenía aquí, ya no me ataban personas como Sasha, del mismo que no he sabido nada más desde aquel dia en el hospital, pero era lo mejor, siento que cualquier lazo que nos ataba se terminó de romper para siempre. — Vlad es para ti, y tú eres para él— añadió y es cierto, somos uno para el otro, lo único penoso del asunto fue haber tardado tanto para darnos cuenta.
Luego de esa conversación le pedí que me ayudara en una sorpresa que le quería dar a Vlad, antes de irnos. Se supone que nuestra mudanza será la próxima semana, yo me he encargado personalmente de hacer algunas diligencias e ir a mis consultas al hospital, aun sufría de los dolores fuertes de cabeza y puede que sea así por mucho tiempo, pero trataba de lidiar con ello.
Mi semana fue agobiante, tanto que siempre caía rendida antes de que Vlad llegara a casa y muy a mi pesar de que he querido llevar nuestros besos más haya, él se ha negado por mi estado de salud, pero los últimos dias he estado bien, aunque parece no entenderlo, pero no será así por mucho, ya estoy harta de resistirme a lo que es mío, esta noche le tenía una sorpresa, solo esperaba que no terminara yo sorprendida como la última vez que intente dejarle pasmado.
Lwina me ayudo con todo el papeleo de la transferencia de la universidad, se supone que comenzaré a buscar universidades privadas en NY, para hacer la convalidación de créditos y terminar mi carrera allí, aunque ya solo me faltaban algunas asignaturas y mi tesis, de cualquier forma, voy a terminarla, es una meta a cumplir aún. Mi amiga también me ayudo a otro tipo de papeleo más complicado, pero que afortunadamente gracias a sus consejos sobre leyes y demás, pude resolver, fue un poco difícil, pero lo logré, en este momento tenía entre mis manos unos papeles y documentos que eran otro paso hacia el cambio.
Mi interior estaba que daba saltos de júbilo, mientras me preparaba para otra sorpresa a Vlad.
Todos estos dias mientras él llegaba a casa después del trabajo, he tenido que resistirme a no lanzarme sobre su cuerpo y devorarlo, lo deseaba mucho, aunque todos los dias me dormía entre sus brazos y me daba besos apasionados, no iba por más y yo sentía su deseo presionando en mi estómago o en mi espalda cuando me hacía cucharita en las noches.
Podía ver su mirada llena de ardor cuando me inclinaba sobre el colchón y mis pechos quedan cerca de su rostro o cuando en acto de cercanía me restregaba contra su ingle.
Como la noche en que lo seduje por primera vez, me doy un largo baño en aromas florales, me coloco un hermoso conjunto de lencería roja, peino mi cabello y me coloco una bata de seda. Las otras noches he intentado algo parecido, pero esta es la definitiva, voy a llevarlo a nuestra cama y hacerlo olvidad de una puta vez toda la mierda que nos rodea y está dando sus últimos zarpazos contra nuestras pieles.
Miro el reloj y veo que son las 9:34 p.m. no tardará en llegar y rápidamente lo confirmo, cuando el sonido de automóvil derrapa lentamente sobre la gravilla de la parte principal de la casa. Mi interior se agita al instante, aprieto mis piernas por la anticipación y muerdo mi labio inferior bañado de labial rosa suave, me coloco de pie, mis dedos se clavan en el suelo frio, tomo el sobre de manila entre mis manos y camino fuera de la habitacion en dirección al pasillo iluminado, bajo las escaleras de forma rápida adelantándome a su paso.
Cuando la puerta es abierta, yo ya estoy junto al mueble de la sala principal rescatada en uno de los brazos de manera casual. Las luces están encendidas, todas y cada una de ella, así que, al entrar, luego de cerrar la puerta, soy lo primero que él ve. Una sonrisa se forma en sus labios y sus ojos metálicos centellean, mi estomago se alborota un poco más y suspiro, mientras aprieto mis puños ante el hormigueo que siento en los dedos.
—Buenas noches, ángel — saluda, dejado sus llaves sobre el cuenco en el recibidor, camino en mi dirección con una gran sonrisa, mientras se comienza desabotonar una de sus tantas camisas blancas que unas para ir al trabajo, bajo un saco azul oscura que lleva en una de sus manos. Admiro lo sensual que se ve con ella y solo puedo desear arrancársela de un tirón.
—Buenas noches, cariño — sueno tranquila cuando en realidad no es así. Estoy inquieta y nerviosa, pero me obligo a lucir relajada, porque no quiero estropear mi seducción. Aprieto mis muslos, pero no por mucho tiempo, él me recorre de arriba abajo, tardando más tiempo en mis piernas al descubierto, puedo ver como su barbilla se tensa un poco justo cuando deja caer su saco sobre el espaldar de uno de los muebles individuales. Llega frente a mí y sin previo aviso, toma mi mejilla y estampa sus labios sobre los míos, con un hambre voraz que me saca un gemido al instante.
—No sabes cuanto deseaba llegar a casa— susurra sobre mis labios solo un segundo, para reanudar la marca y devorarme por completo. Sus dos manos se cierran sobre mis mejillas, su boca acuna la mía con calidez, yo elevo mi mano libre y aprieto la tela de su camisa, con la otra mano aprieto el sobre.
Tengo que hacer acopio de toda mi voluntad y apartarme de él, sus labios siguen buscando los míos, pero al sentir mi retroceso, abre los ojos inyectados de fuego.
—Te tengo una sorpresa —. Su mirada se llena de curiosidad y diversión a la vez.
—¿Qué sorpresa? — demanda y una de sus manos, baja sobre mi cuello, haciendo cosquillas con los dedos por toda mi garganta hasta mi pecho, llega a la costura de bata de satén, misma que delinea lentamente creando rayos eléctricos que se clavan directamente en mis pezones, que rápidamente se presionan sobre la tela fina. Sus pupilas se dilatan al ver mi reacción y mi respiración se vuelve caliente.