FINAL

284 21 4
                                    

EMILIO

Eduardo no estaba caminando de vuelta al coche de cuatro ruedas en el que había manejado hacia aquí. Estaba yendo directo hacia mí. Debería haber sabido que me había sentido mirándolos. No salí de las sombras. En cambio, esperé a que me acompañara. Lejos de la vista de Joaquín. Mi cuerpo estaba tenso como la cuerda de una guitarra. Cuando lo había abrazado no estaba seguro de si sería capaz de contenerme de agarrarlo lejos de él y lanzarlo al maldito río si intentaba en lo más mínimo acercarse a su boca.

—¿Viste y oíste lo suficiente? —preguntó Eduardo, poniéndose detrás de mí para darse la vuelta y mirar a Joaquín.

Él ya no estaba observando la retirada de Eduardo. En cambio, se había vuelto hacia el agua. La brisa jugaba con su cabello rizado haciendo que mis manos ansiaran recorrer mis dedos por él.

—Sí —respondí, odiando que él estuviera tan hipnotizado por Joaquín como yo.

—Ahora es todo tuyo hermano. Hemos encontrado nuestro cierre. No había necesitado su bendición, pero Joaquín lo había hecho.

—Desde el momento en que lo sostuve fue mío. Siento haberte hecho esto, pero nunca amaste realmente al verdadero Joaquín, yo lo hago.

Emilio asintió.

—Lo sé.

—Haré lo que haga falta para ser digno de él. Joaquín es todo lo que siempre he querido.

—No cambies. Él cometió ese error conmigo. Joaquín está enamorado de ti. Justo como eres. Sólo sé tú mismo, Emilio. Sólo sé tú mismo.

Él me amaba. Escuchar esas palabras envió un escalofrió de placer a través de mi. Finalmente había ganado al chico.

—Él tenía al Sr. Perfecto y me quería en cambio. No tiene sentido —dije, sonriéndole ampliamente a Emilio.

El rió entre dientes.

—De gustos no hay nada escrito. —Me codeo en las costillas—. Ve por él hombre. Está convencido de que tiene que salir de nuestras vidas para que podamos arreglar nuestra relación. Su corazón se está rompiendo. Pude verlo en sus ojos. Él está listo para sacrificar su felicidad con el fin de hacer lo que piensa que es mejor para ti. Saca a ese chico de su miseria.

Salir de mi vida. Ni en un infierno.

Le di una palmada a Eduardo en la espalda y salí para aclararle a Joaquín las cosas. Pero primero iba a devorar eso labios llenos suyos que estaban apretados en una mueca.

Joaquín

Dos brazos me envolvieron.

—Dios, hueles tan malditamente bien. —La voz de Emilio salía apagada contra mi cuello. Su cálido aliento hizo que la piel de mis brazos se erizara.

—¿Emilio? —dije con voz ronca.

—Mmmhmmm —respondió, besando mi cuello y mordisqueando mi oreja.

Giré mi cabeza a un costado para darle mejor acceso cuando debería haber estado tratando de detenerlo. Pero con su calidez rodeándome y sus manos subiendo por mis costados, decidí que no me preocuparía por el momento.

—¿Qué? —logré decir mientras una de sus manos jugueteaba con la zona baja del borde de mi camiseta. Estaba abrumándome. No podía pensar.

—Te amo, Joaquín —susurró contra mi oído y besó un camino desde mi oreja hasta mi hombro.

—Ah —chillé.

Sus pulgares acariciaron la parte inferior de uno de mis pezones y mis rodillas comenzaron a doblarse. Había pasado tanto tiempo desde que me había tocado.

—Tranquilo, bebé —murmuró, empujándome de vuelta contra su pecho mientras se recostaba contra el árbol que tenía nuestra rama especial. Su pierna se acomodó entre mis muslos y temblé.

—No te voy a dejar ir. Eres mío. No puedo vivir sin ti. —Su voz era grave y fiera mientras me sostenía cerca.

—Pero Eduardo...

—Eduardo está de acuerdo con esto. He hablado con él. Él y yo estamos resolviendo las cosas. Pero, Joaquín, no puedo seguir necesitándote desde lejos. Amarte y no tenerte. Terminaría en la cárcel si alguien intentara tocarte y que Dios te perdone si trataras de salir con alguien.

Giré en sus brazos y apoyé mis manos contra su duro pecho. Amaba su pecho. Especialmente cuando estaba desnudo.

—Sólo te quiero a ti —dije mirándolo directamente a los ojos. Esas largas y oscuras pestañas no deberían ser tan ridículamente sexis, pero lo eran.

Emilio enterró sus dos manos en mi cabello y suspiró.

—Bien, porque te quiero a ti. Ahora. Para siempre. Sólo a ti.

El pensar en un para siempre con Joaquín envió cosquilleos de felicidad a través de mi cuerpo y disparó directo a mi corazón. El temor y el miedo que había sentido cuando Eduardo dijo que deseaba casarse conmigo algún día, no tenían lugar aquí. Porque Emilio era a quien quería. Siempre había sido Emilio.

Nos acercamos y el beso selló un compromiso que sabía nunca podría romper, ya que Emilio era mi hogar.

***********************************************************************************************
Hemos terminado, esta historia tiene segunda temporada solo que es sobre Eduardo, por lo mismo cambiaremos los papeles Eduardo sera Emilio  en esa temporada y Joaquín Daniel, en fin nos leemos con la segunda parte gracias por leer. 

1.-El es mío (Emiliaco) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora