Lo negro del Blanco: Parte 2

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 Equipo de Helena: Shihú.

Objetivo: Hablar con el Emperador del GIN para que les explique un poco de lo que Yuri quería hablar con él.

Nivel de dificultad: Desconocido.

Helena fungía como guía y «guardaespaldas» de los máximos funcionarios del GIN y el Vendaval. Algunas personas, las más informadas, se sorprendían al ver a ese par juntos en la calle, caminando despreocupadamente y vistiendo ropa veraniega.

—¿¡Has estado... en Mi!?

—¡Sí, Presidente Shihú, es un lugar increíble...!

—¡Sí, hay muchos animales... y plantas... desconocidos...!

—Oye, escuché que en el mar de tu país aparecen peces gigantes como los de Mi, ¿es cierto?

Shihú negó con la cabeza.

—No son tan... grandes, aunque sí... son más grandes... que en otras costas...

Hamilton rio y palmeó un poco la espalda de Shihú.

—¡Qué loco, me gustaría verlos!

Lo cierto es que por su forma lenta de hablar uno pensaría que con eso el pobre pelirrojo terminaría partido en dos, pero recordemos que él también era fornido y alto.

—Ven... cuando gustes...

—¡Intentaré escaparme del trabajo en cuanto pueda! ¡Hablando de escapes, ¿fuiste a Mi recientemente?!

Shihú volvió a negar con la cabeza.

—Fui hace como... noventa años... con mi maestro... —vio de reojo a Helena—, yo aún era... un niño...

—Mmm... Yo salí de ahí hace two hundred... Esperaba una historia reciente, ¿me entiendes?

Helena escuchaba su plática con total atención mientras caminaba detrás de ellos. Estaba comiendo un helado de limón, así que no se veía muy intimidante, pero la gente entendía a la perfección que ella era el equipo de seguridad de esos dos y que, por ende, era peligrosa, muchos incluso la reconocían del Día del Lamento o de la Insurrección, pero hacían la vista gorda. Así que, incluso si había dos o tres galanes que querían hablarle para invitarle algo, no se atrevían a hacerlo.

—¡Oh, chica! —Se detuvo en seco y señaló un restaurante que tenía un letrero súper colorido y llamativo—. ¿¡Qué es eso!?

—No lo sé, no estaba cuando yo vivía en la ciudad. ¿Qué dice ahí? —Levantó la vista—. «Zafiros del Sur»... —«Ese nombre es...», se quedó pasmada en su lugar.

—¡Hay que ir a ver! ¡Se ve awesome, chica!

«Me recuerda a cuando llegué con Anturio a Lancero...» Sonrió por las bellas imágenes en su cabeza y asintió al Emperador y lo siguió desde atrás. Pronto llegaron los tres juntos al establecimiento y pudieron dar un vistazo dentro. —Cocteles de fruta, raspados, ensaladas, brochetas, pescado asado, calamar frito, langosta... Todo es muy playero...

—¡Hay que comer aquí! ¿Qué dicen, Presidente Shihú, chica? —Nada más decir eso, las personas que estaban dentro se quedaron tiesas. Seguramente habían oído o leído, por alguna noticia o lo que fuese, el nombre del presidente del Vendaval.

—Señor Vincent... me parece bien si... usted lo quiere así... —La cara de sorpresa se volvió aún mayor en muchos al escuchar eso. Voces y cuchicheos comenzaron a resonar en todo el establecimiento.

—Sí, como quiera —dijo, despectiva y buscando quién la atendiera—. ¡Disculpe, una mesa para dos!

—¿¡Eh!? ¿¡Tú no vas a comer, chica!?

El jardín de Helena: Piedras preciosas y silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora