Capítulo 5: Mario

2 0 0
                                    

Aldair y yo nos encontramos comiendo tacos en un puesto que estaba a dos cuadras de la escuela.
   —Mmm, la escuela es decente. —dije, mientras masticaba.
   —Sí. Y tiene chicas muy lindas.
   —¿Podemos dejar de hablar de chicas por un momento?
   —Bro. No me puedes engañar al decir que no hay chicas muy bonitas. Miranda es linda y tiene una personalidad encantadora, pero también hay otras chicas muy guapas a las que debemos conocer. Podemos empezar de nuevo, Mario.
   —Sí, pero no deberías elogiarlas demasiado. Pareces un urgido.
   —Mira, entiendo que te rechazaron más de cinco chicas. Pero eso no significa que nadie te querrá. Aún tenemos oportunidad
   —No lo sé, Aldair. ¿No crees que estás yendo muy rápido?
   —Aún no he hablado con ninguna y he llegado en plan de coquetear.

   —Pero... ¿Qué estás pensando entonces?
   —Por ahora sólo estoy planeando. Y adivina qué... encontré un señor que tiene un gimnasio a buen precio. Nos pondremos mamadisimos y así obtendremos citas con muchas chicas.
   En ese momento, Aldair finalmente capturó mi atención y dejé de comer los tacos por un momento.
   —Espera, ¿Lo dices en serio?
   —Sí, hermano. Sólo $100 al mes, súper barato. Y accesible. —me dijo emocionado.
   —Wow. Eres genial, bro. ¿Hace cuándo encontraste ese gimnasio?
   —Está por un parque, no muy lejos de plaza Campestre. Además, también venden proteína, los suplementos que se nos plazca, a sólo $150 el paquete.
   —Imposible. Wow... —empecé e reírme de la emoción. —Debes estar bromeando, tú debes...
   —¡No estoy bromeando! Saliendo de la escuela vamos a visitar el parque, nos inscribimos y listo.
   —Muy bien. Entonces saliendo vamos a ese gimnasio.
   —¡Ahuevo! —exclamó, aún más emocionado. —Pero Mario, tendrás que ser un poco paciente. Los músculos no se obtienen de la noche a la mañana, al menos nos tendremos que esperar... dos meses para los resultados.

   —Oh... —dije, bajando la mirada.
   —Sí, esto de conseguir chicas tendrá que esperar un poco. Pero dicen que la paciencia es una virtud, ¿No es cierto?
   —¡Exacto! —le respondí, y ambos chocamos las manos y luego los puños.
   —Entonces ya rugiste. Estarás en el gym conmigo, hermano. Vamos a ponernos buenísimos. Chance y hasta sacamos un Onlyfans.
   —Mmm... —tragué mal el taco y empecé a toser un poco.
   Aldair sólo comenzó a reírse, mientras me daba palmadas en la espalda para calmarme.

   Más tarde, estando en el salón de clases, nos encontramos sentados a lo lejos, mientras Aldair no dejaba de mirar a Miranda. Sabía lo pajero que podía resultar Aldair, pero era yo quien lo mantenía cuerdo, o si no quizás y hasta enfrentaría cargos y órdenes de alejamiento.

   —Mmm... —suspiró Aldair. —¿Vamos afuera? No me gusta estar sentado, esperando aquí. 
   —Pero, ya son las 12, el profesor no debe tardar en llegar.
   —Y yo quiero estar afuera en lo mientras lo esperamos. Ahí lo veremos cuando entre, no hay pedo Mario.
   Suspiré y decidí salir con él. Caminamos hacia fuera pero en ese momento, un hombre robusto con corte rapado, de estatura media, suéter gris colgante y pantalones flojos chocó contra Aldair.
   —¡Oye, fíjate dónde caminas puto!
   Le gritó aquel sujeto.
   —¿Que?... Oye... ¿Cómo me llamaste, cabrón? —le respondió Aldair en tono agresivo.
   —Te dije puto, puto. Fíjate dónde caminas.
   —A mí nadie me dice puto, ven aquí y veremos quién es más puto...
   —Aldair, Aldair, oye... —le decía para que se tranquilizara.
   —¡Sin miedo, pendejo! Aquí te espero a ver si logras tocarme aunque sea la verga, putito.
   —¡Ya valiste, pedazo de idiota! —Aldair se acercó más y fue directo a empujar al sujeto, pero yo lo agarré de los hombros y al otro hombre también lo agarró otro tipo que iba con él.

   —¡Ya, wey! —le exclamé. —Ya cálmate viejo, no vale la pena.
   —Vamonos. —le dijo el acompañante del tipo aquel.
   —Vamos, relájate Aldair. No tienes que estar peleandote con todo el mundo. Madura un poco, hermano.
   Aldair no respondió, simplemente suspiró y bajó la mirada, tomando la calma.
   —Vamos, amigo. Es nuestro primer día, no podemos ganarnos enemigos tan rápido.
   —Sí, haz lo que te dice viejo. —respondió otro chico cuando estaba a punto de irme con Aldair al salón.
Era un tipo alto, ligeramente delgado, con camisa de mezclilla de botones abierta, camiseta blanca, pantalones negros y botas verdes oscuras. Piel morena, cabello chino peinado a la derecha

   —¿Y tú quién eres?
   —Je. —dijo con una pequeña sonrisa, el sujeto estaba recargado en la pared con las manos en los bolsillos, con una mirada segura y confiada. Incluso pude notar a que a unos metros de distancia unas chicas lo miraban con atractividad, y no las culpo, el chico sí se veía guapo.

   —Soy Arturo. Qué tal.

Skins (MX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora