Había un millón de razones por las cuales decirle a Gabriel que estaba embarazada, y lo más gracioso era que se resumía a una sola: acobardarse no era la condenada solución a sus problemas. Metió la prueba de embarazo en su blazer azulado y posteriormente regresó al despacho masajeando el puente de su nariz para tranquilizarse. En cualquier momento tendría que soltar esa noticia que pondría todo patas arribas.
No, era prudente hacerse un análisis de sangre primero para evitar errores. Cuando observó a Adrien comer solitario en el comedor, como si eso fuera novedad, supo que podía hacer una pequeña desviación hacia la clínica cuando lo llevara a la secundaria. ¡Ahí estaba su solución!
— Adrien, cuando acabes el desayuno te llevaré a la escuela.
— Sí, gracias. —contestó con fingido ánimo—. Terminaré en poco.
— Tómate tu tiempo.
Verificó por última vez que Gabriel estuviese ocupado antes de marcharse con Adrien a su escuela, conduciendo el automóvil con velocidad disimulada para no preocuparlo o levantar sospechas, pero aun así él casi pudo notar su nerviosismo mientras se aferraba al volante. Nathalie carraspeó antes de aparcar junto a la acera; su expresión continuaba permaneciendo neutral, pero sus gestos alegaban otra cosa.
— Nathalie, ¿estás bien?
— Perfectamente, Adrien.
— Bueno, si es así, nos vemos después.
Se marchó a la puerta de la escuela pocos segundos después, encontrándose con ese muchacho moreno que, por una razón bastante obvia, le desagradaba a Gabriel. Condujo hacia la clínica más cercana repitiéndose que no era segura la idea de que esperaba un bebé; las náuseas podían ser producto del estrés y las pruebas de embarazo se equivocaban constantemente, eso le brindaba suficiente privacidad para no entrar en pánico. Aún.
Las enfermeras tuvieron que abstenerse a hacer preguntas cuando recibieron a una endemoniada Nathalie en la clínica, desplazándose de un lado a otro llevado las muestras de su sangre y exigiendo resultados rápidos a sus colegas, comentando que serían despedidos de hacer lo contrario. Pasó los siguientes veinte minutos cruzando los dedos.
— ¿Puedo saber por qué están demorando tanto?
— Pronto estarán los análisis listos, señorita Sancoeur.
— ¡Entonces apresuren el paso!
— Lo antes posible, señorita Sancoeur.
— ¡Oh, dejen de decirme así!
Después de su berrinche una enfermera regresó con los análisis, pero a diferencia de la primera prueba de embarazo, Nathalie desprendió los resultados del sobre musitando unas cuantas maldiciones, bastante abrumada por la situación. Los documentos le confirmaron que efectivamente estaba embarazada; las fuentes estaban en mayúsculas, en negritas y pintoreteadas de un rojo intenso. Vaya, esto es muchísimo peor de lo que imaginé. Esto es terrible, pensó.
Pues bueno, no sería de esas chiquillas que ocultaban su embarazo, eso jamás. Esto podría costarme el empleo junto con mi reputación, pensó. Sin embargo, abandonó la clínica con despedidas extremadamente formales, cogió su automóvil y regresó a la mansión conforme sus pensamientos vagaban en el océano de su memoria buscando solución a su inmenso problema.
— ¿Cómo pude permitir que eso ocurriera? —se preguntó con desdén.
Llegó a la mansión mascullando un montón de maldiciones y aparcó el auto en el mismo sitio de siempre, tirando los papeles nuevamente en el sobre. No solía perder la frialdad en ningún momento, pero estaba perdiéndose entre los nervios y cediendo paso a la desesperación; incluso encarar a Gabriel después de lo ocurrido sonaba a catástrofe.
Fue una noche cualquiera, estaba culminando su jornada y fue al despacho del señor Agreste para preguntarle si necesitaba algo más. Por supuesto, acabar entre sus costosísimas sábanas mientras que su cuerpo era profanado por las manos más expertas existentes en el universo no estaba entre sus planes.
Agotada, salió del automóvil intentando ponerse esa máscara de neutralidad otra vez.
— Nathalie, ¿tienes algo que decirme?
¿En qué momento llegó?, pensó.
— De hecho sí, señor, y es algo muy importante.
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𝗨𝗻 𝗺𝗶𝗹𝗹ó𝗻 𝗱𝗲 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗼𝘀 | 𝗚𝗮𝗯𝗲𝗻𝗮𝘁𝗵
FanfictionNathalie estaba embarazada de su jefe, de Gabriel Agreste.