Cortos · Familia italiano-española ❀

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Parte 3 xd, no creo que tenga muchas más

España apenas pudo resistir a cuarenta minutos de película, y San Marino tampoco protestó cuando le pidió que apagara la televisión porque quería irse a dormir.

El español consiguió no ponerse demasiado nervioso cuando San Marino apagó la luz y se tumbó a su lado, tocándole un poco. España quiso alejarse un poco, principalmente porque sabía que no conseguiría dormir notando a San Marino a su lado. Aunque, en el fondo, la cama no era demasiado grande, de modo que su mejor amigo no se podía permitir el lujo de alejarse demasiado de él.

Se mantuvo inmóvil y sus mejillas se volvieron rojas cuando notó al más alto acercarse mucho a él, prácticamente pegando su cuerpo al suyo. España sintió un escalofrío e intentó calmarse cuando San Marino se acercó a su oído.

—Duerme bien —le susurró, mientras España notaba su aliento cálido en la oreja. Quiso apartarlo, con el corazón a mil, pero no fue capaz de moverse. San Marino permaneció algunos segundos junto a él, antes de volver a apoyar la cabeza en la almohada, pero sin alejarse de él.

El español pudo ver la sonrisa burlona de San Marino en la oscuridad, como si esa reacción fuese claramente lo que quería ver. España supuso que su mejor amigo también estaría viendo su cara, tan sonrojada que su franja amarilla ahora era naranja.

Tuvo unas ganas increíbles de besarlo, y eso le asustó.

Supuso que San Marino lo sabía. Supuso que su mejor amigo sabía perfectamente la razón por la que se ponía tan nervioso al estar cerca de él. Pero no parecía haber terminado, porque, a continuación, España notó cómo su mejor amigo le colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja, acariciándole un poco la mejilla.

Parecía que le estuviera tentando. Que quisiera ver cómo se ponía nervioso, cómo se sonrojaba y cómo se aguantaba. Parecía que quisiera que España terminara besándole.

No lo hizo. En vez de eso, se quedó igual de paralizado que siempre, observándole en silencio.

Afortunadamente, San Marino no hizo nada más, sino que por fin cerró los ojos, tratando de dormirse. España le imitó, con el corazón a mil.