CAPITULO VIII BUSQUEDA EN LAS PROFUNDIDADES

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La nave de Amslom se movía ágilmente por el cielo Kuriano, derribó u un enemigo, luego a otro y otro más, trataba de abrirse paso para encontrar un lugar donde pudieran acuatizar. Era imperativo el rescatar rápidamente a Reysha y alejarse de ahí lo más rápidamente posible.

La tripulación era de lo más singular; Un sabio, dos monjes, un tipo alto con lentes plateados y un escritor, una verdadera fuerza de combate.

- Baja en la bahía, ahí el agua parece muy calmada – le indicó Amslom a Eriko, quien tripulaba la nave.

La nave fue descendiendo poco a poco hasta posarse en el mar tranquilo de aquel golfo. La compuerta se abrió hacia arriba. De la pequeña nave saltaron cuatro figuras equipados para el mar, consistían en trajes elásticos que les cubría todo el cuerpo, dejando sólo al descubierto, la cara. Del cuello para arriba lo cubrían con una burbuja de material transparente, está estaba conectada a un pequeño tanque de oxigeno cuadrado que llevaban sobre la espalda. Portaban un cinturón con varios aditamentos y de las rodillas para abajo, algunas armas.

Impulsados por unos deslizadores individuales donde casi iban recostados (estos transportes portaban dos pequeñas hélices cada uno, con manubrios para dirigirlos y que les permitían avanzar rápidamente dentro del mar), los cuatro hombres se internaron en aquellas aguas azufrosas.

Se acercaron a las oquedades que presentaba aquella pared rocosa casi vertical y que presentaba una gran cantidad de vida marina, la cual era muy peculiar pues tenía que estar acondicionada a la vida en un mar salado, tibio y azufroso. Revisaban las cavidades tratando de recibir una señal más clara de Reysha y al no ser así, seguían bajando. Buscaban una caverna lo suficientemente grande como para internarse en ella.

El monje Rhian se acercó a un hueco que después de un vistazo, le pareció muy estrecho y obscuro, así que se volvió hacia sus compañeros señalando que siguieran hacia abajo. De pronto, de ese hueco, salió una gran culebra que rápidamente trataba de enredar al hombre para triturarlo, pero el deslizador se lo impidió en el primer intento. El monje era grande y fuerte, así que aguantó la envestida.

Santos, el otro monje, hizo pasar su aparato muy cerca del animal cortando su cola de tajo con su laser corto, que hacía las veces de puñal en combate cuerpo a cuerpo.

La serpiente volvió su gran cabeza, era del tamaño de una sandia, abría sus grandes fauces enseñando dos enormes colmillos que inyectaban un veneno mortal. Siguió al monje sin soltar al primero.

El profesor pasó también tratando de cortar la cabeza, el animal se volteó hacia él, Centella se cubrió con el deslizador de una mortal tarascada y a su vez cortó cerca del cuello. Rhian pudo entonces, cercenar en varias partes a su enroscado agresor, quien haciendo movimientos ondulantes, se fue en pedazos hacia el fondo del mar.

Amslom sujetó el deslizador de Rhian mientras este se reponía del susto, después de unos momentos estaban ya listos para reemprender la búsqueda.

Mientras tanto la nave nodriza hacia contacto con la Nave Militar, la cual consideró prudente enviar varios navíos militares como apoyo para el rescate de la agente. Así fue como una cuadrilla de combate salió de la Nave Andrómeda de la OUPA, para dirigirse al Sistema Kuriano.

Amslom encontró una cueva que parecía un pasadizo, tenía las dimensiones adecuadas y sus paredes presentaban un liso que no le pareció natural, más bien tallado en forma uniforme por seres inteligentes. Sus acompañantes entraron detrás de él. Estaban a cincuenta metros bajo el mar.

Siguieron por el laberinto submarino hasta que al salir de un túnel entraron en una caverna de regular tamaño, casi circular y que arriba de ellos se podía observar luz.

Escape de Kurian 4Where stories live. Discover now