Aurora Jones.
Hera y Aura habían modelado hace unos años para eventos de mi madre igual que yo, lo recuerdo.
Pero ellas habian llegado y yo no veo por ningún lado a Wanda, lo cual se me hace muy raro, desde hace unos días ni la veo, y cuando estas juntas comienzan a comportarse algo extraña.
Wanda era la chica más dulce y risueña que he conocido, pero ahora se a vuelto distante, pero me he dado cuenta que no solo es conmigo si no con todos. Y eso está muy extraño.
Hera se puso un vestido rojo de tiros hasta los pies, sus ojos verdes resaltaban en el maquillaje, mi hermana es hermosa, todas lo son, sus pecas son hermosas. Hera es muy parecida a Aliscia, no mi abuela, si no mi prima, solo que Aliscia tiene los ojos como el mar, tan azules que puedes perderte en su mirada.
Mis amigas salieron primero seguida de mis hermanas, acomode mi cabello y con toda la confianza del mundo.
Voy derecha, hombros atrás, un pies detrás del otro y con la vista siempre adelante. Los flash de las cámaras hacen relucir todo el lugar, baje los escalones con cuidado hasta llegar abajo, las personas a los lados mirando detenidamente, camine haciendo lucir el vestido hasta que giro a la derecha para seguir.
Me topé con la mirada de mis amigos, los cuales me sonrieron y Pedro me guiño el ojos haciéndome sonreír. Y en una esquina Aarón, no me quitaba la mirada de enzima y no era tanto al vestido, si no a mis ojos, su mirada me siguió hasta llegar la puerta del fondo, donde seguiríamos con los vestidos de la pasarela.
Fue fácil, estoy acostumbra a hacerlo, desde que me mudé con mis padres mi madre se esmeró en que fuera modelo para sus marcas de ropa y maquillaje.
—¿Con cuales seguimos? —Sonríe.
{..........}.
—Estuviste excelente, te felicito —la voz de mi madre a mis espaldas me hizo dejar la manilla de la puerta y girarme a ella.
Sus ojos verdes me miran de arriba abajo.
—Nunca pensé que te volverías alguien, pero veo que te subestime —tiene la botella de Whisky blanco en la mano y toma de ella.
—¿Que es lo que en verdad tengo?.
Desde que me secuestraron no dejó de pensar que es lo que en verdad tengo, busque libros sobre el supuesto trastorno y en verdad siento que si concuerdo con el trastorno disociativo.
—Un demonio dentro sin duda —la casa estaba a oscuras, me había levantado para salir de casa, me sentía asfixiada dentro de ella.
—¿Es cierto que tengo el trastorno disociativo? —ella parece relajada.
—¿Quien te lo dijo? —Entonces....¿es cierto?.
Aunque no deba confiar en ella, por el momento es la única que puede decírmelo, no quiero agobiar a mi padre en estos momentos.
—Eso no debe de importarte.
—Eres muy arrogante.
—Fue lo que me enseñaste.
—Cuando te llevamos al Psiquiatra cuando ibas a ingresar al internado, ya lo sabíamos pero ella lo termino de confirmar, padeces de un trastorno disociativo, por eso la amnesia entre otras cosas, tu padre no quiere aceptarlo ¿ya estás feliz?.
—¿Cuando pensaban decírmelo? —Ella me miró de arriba a bajo tomándose su tiempo para contestar.
—Tu padre nunca quiso que lo hiciéramos, no quería que te sintieras mal por estar loca.
No le tome mucha importancia a sus últimas palabras, paso por su lado sin despedirme, ¿por qué mi padre me mintió?, ¿no me tiene la suficiente confianza?, ¿no cree que soy lo suficientemente madura para aceptar mi trastorno?.
Debía hablar con alguien que si me entendiera.
Al llegar a su casa su padre es quien me abre la puerta dejándome ver el pasillo largo lleno de cuadros familiares.
—Me alegra mucho verlo mejor señor Jers, ¿esta Ismael? —sus ojos azules igual que los de Ismael se cerraron al asentir.
—Esta en su habitación, puedes pasar, yo iba de salida, por cierto, te veías muy linda en la pasarela, te felicito —sonríe amablemente me deja dentro y se despide.
Subo escaleras arriba para llegar a la habitación de Ismael, la puerta de color blanco está entre abierta, toque con los nudillos tres veces y después de unos segundos escuche un pase.
La habitación era muy agradable, habían varios cuadros por toda, Ismael es un gran pintor, el me abraza.
—Te escuché muy mal, ¿qué te pasó? —siento sus manos en mi cabeza acariciando mi cabello—. Dime lo que te pasa.
Ismael aparte de ser un pintor, es Psicólogo, desde que su madre murió siempre quiso ayudar a los demás.
Me senté en el sillón y el enfrente de mi.
—Cuando me secuestraron había un señor, no le pude ver la cara, el sabe muchas cosas Ismael, me dijo cosas que ni yo misma sabía que hacía, me sentía rara al no saber cosas de las que el decía, me dijo que tenía el trastorno disociativo, le he preguntado a Adelaine y me lo ha confirmado —muerdo mis labios estaba frustrada—. Ismael, ¿me estoy volviendo loca?.
—Claro que no, es solo que has pasado por cosas malas, ese trastorno sucede por varias razones y tu tienes muchas que pudieron averlas causado, además ¿quién te dijo que la locura era algo espantoso?, es algo lo cual acompaña a cada ser humano, si Pedro no estuviera loco no sería Pedro —eso era cierto.
—Me siento frustrada, no sé que hacer, no se que sentir, soy demasiado joven para llevar tanta carga en mis hombros, solo tengo veintiuno y mi vida parece de una señora de ochenta, por un lado la empresa, por otro lo familia, mi vida social y tantas cosas que a veces solo quiero llorar hasta quedarme dormida o morirme —le di paso a mis lágrimas.
El espero pacientemente a que yo misma me desenvolviera sola, el siempre desde niños me daba mi espacio, silencio para yo poder actuar o hablar, una de las cosas que más amo de el.
—Siempre quise que mi madre se sintiera orgullosa de mi pero nunca lo estuvo, y ahora me e dado cuanta que he estado arrodilla mendigando un poco de amor de mi propia madre aún sabiendo que ella jamás podrá amarme —continuo—-. Estoy harta de mi vida, de mi cuerpo, de todo, dependo física y psicológicamente de mis amigos y mis dos hermanas, ¿qué pasaría si les pasa algo a las personas que amo?, me muero. Olvido las cosas, vivo con alguien dentro de mi cabeza, literalmente, porque eso de conciencia no me lo creo del todo, me han mentido y engañado, me han destruido la vida. Yo solo quiero volar, ser yo misma, sin tener cámaras detrás de mi cada vez que salgo a la calle, quiero sentirme libre, para hacerlo debo morir para poder descansar en paz.
Aprieto mis manos a mis costados clavando mis uñas en las palmas de mis manos.
Se que esta pensando en decirme:la muerte no es la solución de tus problemas. Y lo sé, si lo hago haría sufrir a muchas personas, y no quiero eso, no quiero nisiquiera imaginarlo.
—En cualquier momento mi corazón podría dejar de latir, siento que todos a mi lado me quieren hacer daño, me siento siempre observada, e vivido horrores, cada vez que me caigo vuelvo a levantarme ¿y para que?, ¿para seguir siendo la burla de mi familia?, ¿para no ser suficiente para nadie?. ¡He creado a alguien que no soy yo!, lo admito, pero si no lo hubiera hecho en estos momentos yo estuviera muerta, tengo miedo hacer feliz porque cada vez que lo hago todo se destruye, se va a la basura —dejo salir una larga respiración—. Siento siempre una angustia en el pecho que nunca se me va, tengo pesadillas todas las noches, yo jamás seré feliz. La felicidad no es algo que este en mi vida, yo solo estoy junto al dolor, y el desprecio de los demás, no signifique ni significare nunca nada para nadie, los hombres solo creen que porque tengo una cara bonita no sirvo para nada más que sexo.