Cap. 2 - Imprevistos

267 12 2
                                    

Saiko avanzaba por los pasillos del instituto sin tener ninguna prisa. Cuando pasaba al lado de un aula se asomaba para comprobar si hay alguien dentro. Era viernes por la tarde, las clases ya habían terminado, el edificio debería estar completamente vacío. Aun así, Saiko no podía arriesgarse a que hubiera alguien dentro.

Ella iba arrastrando por el suelo el cuerpo de Akira, que estaba inconsciente. Saiko trataba de no ser muy bruta, pero no le resultaba fácil. Ella le iba hablando en voz baja para calmarlo, como si tuviera la esperanza de que su amado pudiera oírla.

En un momento se paró y escuchó atentamente. Le había parecido haber oído pasos a lo lejos. Saiko se dio cuenta de que los pasos se iban escuchando cada vez con mayor claridad. No podían ser ni Akane, ni Ayato. Ellos habían dicho que tardarían. Se suponía que Saiko estaba sola en el instituto entero.

La chica entró en pánico. No podía permitir que alguien la viera arrastrando a Akira de esa forma. Ella rápidamente entró en el aula más cercana y metió el cuerpo de su compañero en una taquilla que había en el fondo del aula. En cada aula había una así, las utilizaban los profesores para guardar algunas cosas. Por suerte, la taquilla estaba completamente vacía.

Cuando cerró la taquilla, Saiko se sintió más tranquila. Ella decidió ir a comprobar quién estaba metiendo las narices donde no debía.

A Shinji le incomodaba el silencio que reinaba en el instituto. Él estaba acostumbrado a gritos, ruidos y música fuertes, por lo que sus oídos estaban aliviados, pero su alma estaba inquieta. Todo ese silencio era un poco siniestro para él.

El chico decidió ir comprobando todas las aulas de una en una, pues no recordaba en cual había olvidado su bolsa. Cuando estaba a punto de abrir la puerta de la más cercana, oyó una voz dulce tras de sí.

— ¿A quién estás buscando?

Shinji se giró para ver quién le estaba hablando y se llevó un susto de muerte cuando vio a Saiko a unos treinta centímetros de su cara.

— ¡Ay! – exclamó el chico. – ¡Saiko, casi me sacas el alma del cuerpo!

— Lo siento – respondió Saiko, pero no tenía cara de lamentar nada. Ella estaba sonriendo, como si la vida en general la hiciera feliz. – ¿A quién estás buscando? – la chica repitió su pregunta.

— A... a nadie – dijo Shinji. Su corazón aún iba a mil por hora.

— Entonces, ¿qué haces aquí?

— No es asunto tuyo – respondió Sinji groseramente.

— Dímelo – le animó Saiko. – Tal vez pueda ayudarte.

Shinji suspiró. No le agradaba hablar con Saiko, pero se dio cuenta de que seguir ocultándole su objetivo solo alargaría la conversación.

— Me he olvidado mi bolsa en algún aula. Ahora, adiós...

— Te puedo ayudar a encontrarla – dijo Saiko. – ¡Sígueme!

Shinji aún estaba confundido por el encuentro inesperado, así que obedeció a la chica sin pensar. Ni siquiera se percató de que él ya estaba a punto de entrar en un aula y ahora Saiko le estaba llevando prácticamente a la otra punta del edificio para llevarlo a otra. Él se dio cuenta de que no le había preguntado a la chica qué hacía en el insti un sábado, pero ¿acaso le importaba?

Avanzaban por el pasillo en completo silencio. A Shinji le resultaba extraño que la "rarita nueva" le guiara por un instituto que conocía desde hace años. No estaba muy seguro de qué hacer. ¿Decirle que se largue? A pesar de que no le importaba cómo se sentiría Saiko, tendría remordimientos. Así que no le quedaba otra que seguir a si compañera.

Al fin llegaron a un aula que pareció gustarle a la chica. Ella abrió la puerta y los dos entraron. Shinji miró rápidamente todas las sillas, pero al no ver su bolsa por ninguna parte decidió salir del aula.

Cuando se acercó a la puerta, Saiko le detuvo:

— Eh, ¿a dónde vas?

— No está aquí, tengo que seguir buscando – respondió el chico.

— Espera – dijo Saiko y abrió una taquilla que estaba al fondo del aula. Pareció bastante decepcionada cuando vio que no hay nada ahí. – Aquí tampoco está – dijo ella en voz baja.

— Saiko, ¿cómo va a estar mi bolsa en la taquilla del profe? – Shinji puso los ojos en blanco.

— No sé. Simplemente recuerdo haber guardado algo en una taquilla que me gustaría enseñarte. Debe de haber sido otra aula. Sigamos.

Los dos salieron del aula y fueron a la de al lado.

— Aquí tampoco – dijo Shinji al echar una ojeada rápida a las sillas.

— Paciencia – respondió Saiko.

Ella caminó hacia la taquilla en el fondo del aula.

— Saiko, ¿qué esperas encontrar...? ¡Dios mío!

En el mismo instante en el que Saiko abrió la puerta de la taquilla, de ahí se cayó el cuerpo de alguien.

— ¡Akira! – exclamó Shinji al reconocer a su amigo.

Saiko también parecía impactada.

— ¿Qué está haciendo él aquí? – preguntó ella.

— Está... ¿está muerto? – la voz de Shinji temblaba.

— No – respondió Saiko. – Pero tampoco parece estar bien. Tengo que despertarle. Hay un kit de primeros auxilios en la enfermería. Tal vez ayude. Tráelo lo más pronto posible. Toma.

Saiko le dio a Shinji una llave que hasta ahora estaba sujetada a la falda de su uniforme con ayuda de la anilla. El chico agarró la llave y corrió hacia la enfermería.

Entró lo más rápido que pudo y cogió el kit. Cuando ya estaba por irse, Shinji oyó como algo caía a su lado. No pudo ver qué era, porque desde esa cosa empezó a salir un gas verde. El chico empezó a toser. Sintió que no podía respirar. Intentó abrir la puerta, pero por el cristal vio que Saiko la estaba sujetando por fuera. El chico le dio unas patadas a la puerta para abrirla y salir del lugar, pero Saiko seguía quieta como una roca.

— ¿Querías llevarte a Senpai lejos de mí? – preguntó Saiko con una voz amable. – No lo pienso permitir.

— Saiko, ¿qué es esto? – Shinji se sentía como si sus pulmones no existieran.

Se puso de rodillas, porque ya no podía estar de pie. Sus piernas temblaban.

— Mi venganza – respondió la chica. – Tú no deberías formar parte de esto, Shinji. Si no hubieras venido, todo habría ido bien para ti. Pero ya que estás aquí... ¿por qué no aprovechar la ocasión?

Los ojos de Shinji se cerraron en contra de su voluntad. El chico no se dio cuenta de cuándo quedó inconsciente.

Equipo yandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora