05: Encubierto

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Adrinette April

El Real Yo

Encubierto

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Marinette sabía que era una mala idea desde el momento en que Adrien quiso hacer el picnic en un jardín botánico sumamente concurrido. Aunque, no podía negar, que le llamaba mucho la atención que se hayan demorado tanto en percatarse de la presencia de Adrien en el lugar.

Así que agarró el bolso negro que había traído con ella y sacó rápidamente de ahí un gorro y se lo puso sobre sus cabellos.

—¿Marinette? —preguntó cuando vio el rostro de ésta tan cerca del de él, mientras acomodaba sus cabellos bajo la gorra.

—Claro que no es Adrien —dijo, a los niños que aún trababan de ver si era o no—. Este es mi novio, Athanase —dijo, acomodándole unas gafas y luego, mostrándole el rostro a los niños—. Podría parecerse a Adrien, pero no. ¿Lo ven?

Los niños observaron los lentes y la gorra con duda, pero decidieron seguir jugando a la pelota y no averiguar si aquella joven les mentía o no.

Adrien observó como los niños se retiraban y trató de quitarse las gafas, pero Marinette no se lo permitió.

—¿Por qué?

—Puede venir más gente —dijo, volviéndose a acostar sobre la manta—. Así podemos quedarnos un rato más aquí.

—¿Cuándo planeaste esto?

—Desde que dijiste que cualquier día aparecerías en mi trabajo para sorprenderme, de hecho, tenía el bolso en la oficina. —le contó. Adrien no dejaba de mirarla con una sonrisa de enamorado, ella era tan lista. Se acomodó junto a ella y apoyó su cabeza en su hombro.

—Perdón...

—¿Por qué?

—Por tener un novio que tiene que andar encubierto para poder salir contigo —Marinette pareció meditar su respuesta— ¿Qué?

—No me interesa en realidad —dijo, apoyándose contra Adrien—. Me gusta estar contigo, no importa si uno va encubierto, el otro va disfrazado o somos nosotros mismos. Siempre que seamos tú y yo.

—¿Te he dicho que te amo? —preguntó el chico, haciendo que Marinette lo mirara sumamente sonrojada y luego, cerrara los ojos para calmar su agitado corazón. Aunque llevaban meses juntos, aun no se acostumbraba a eso.

—Hoy no —respondió, sonriendo—. Pero yo también a ti, Athanase, yo también.

Ambos se rieron por el uso de aquel nombre del chico y siguieron disfrutando de su tarde, juntos. 

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