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Maia

Me importaba una mierda, sinceramente, mientras él no se metiera en mi vida, todo estaría bien.

Llegamos al descanso después de 4 horas de clase de matemáticas, la tolero, no es mi favorita pero la tolero. Sentada en aquella mesa al final de la cafetería, sola, lo único que podía pensar era en cuando acabaría todo, yo nunca me he visto de aquí a 10 años... ¿han escuchado esa pregunta típica de "¿cómo te ves de aquí a un futuro?", bueno, yo jamás le tuve respuesta.

Cuando me levanté de aquella mesa para dejar la bandeja de la cafetería en su lugar, justo, justo en ese momento donde no me podía ir peor, tropecé con otra persona, la cual me echó su jugo encima... vaya día.

-¡¿Oye que te pasa?"

-¡Perdóname!

-Pues no te perdono, fíjate más por donde andas antes de tropezar con los demás.

Puedo sonar la persona menos simpática del mundo, pero... ¿saben qué?, no, no me importa lo que los demás piensen, que se jodan.

-Ya te dije que lo siento, eh, cualquiera se equivoca, niña.

-¿Me ves cara de niña, idiota?

-Pues por tu actitud, lo sigues siendo, se te nota lo inmadura de aquí a mil vidas más.

-Cállate.

-Me callas cuando madures.

Este chico realmente estaba colmando mi paciencia, nunca había conocido una persona tan estresante como él, ¿saben que es lo peor?, que jamás lo había notado en la cafetería, y mucho menos cerca de todo lo relacionado "Manson".

-De verdad que a esta escuela entran cada vez más imbéciles.

-Oye, tú no me conoces para decir que lo soy, en todo caso, también me estarías dando el poder a mí de decirte inmadura, no te conozco, pero con la actitud que llevas puedo deducir que eres una persona que le encanta joder la vida de las personas y después estar como si nada hubiese pasado.

-Será mejor que te arrepientas de lo que estás diciendo.

-¿O qué?, una niña inmadura como tú no merece que me arrepienta de lo que digo cuando sé que esa es exactamente la verdad.

Cuando estoy a punto de proporcionarle un golpe en todo el rostro, caigo en cuenta de que mitad de cafetería está presenciando nuestra discusión... sé que ya dije que me importa una mierda lo que piensen, pero una cosa es eso y otra que me vean como un bicho raro, prefería que no me notaran.

-¿Sabes qué?, no voy a seguir discutiendo contigo, bicho raro.

Y justo en ese momento me voy de la cafetería.

***

Las personas que no creen en la depresión, tienden a juzgar muy duramente a los que si sufren de ella, quizás, porque piensan que sentirse mal es cosa de todo el mundo, y que así como ellos superan las cosas sin necesidad de darse tan duramente como nosotros lo hacemos, entonces todos tenemos que ser así, dan por hecho que nos estamos ahogando en un vaso de agua en el que nosotros mismos nos metimos; espero que ellos jamás tengan que pasar por la pérdida de una persona realmente cercana, espero que no tengan que pasar por inseguridades de cualquier tipo ni mucho menos de sentirse insuficiente por cualquier maldita cosa que hacen, porque justo en ese momento, tendrán que tragarse todas sus palabras y esas les jugaran en contra.

Así es como me siento todo los días de mi vida, o al menos desde que murió mamá, era la única persona que me entendía, la que me daba su apoyo incondicional a pesar de los errores que yo cometía, no saben cuánto la extraño, cuánto extraño sus abrazos, sus palabras que me alentaban hasta en el peor de los momentos, jamás encontraré a una persona que me logre hacer feliz de esa manera.

En el camino de regreso a casa me encuentro con Olivia así que nos hacemos compañía, ella estaba hablando sobre como empezaba a olvidar al imbécil de Henry, me estaba contando de cómo se enteró que lo humillaron en la fiesta de estudiantes que hubo el fin de semana pasado.

-No sabes cuánto hubiera pagado por ver el momento en que esa chica le gritó que dejara de estar queriendo acostarse con cualquier chica que se le atravesaba.

-Y no sabes lo que yo me hubiera reído.

-Ese momento debió ser tan... ¡Diablos!, de lo que nos perdimos.

-Recibió su merecido, pero créeme que tipos como él, jamás cambiaran.

-Lo sé, pero ya sabes, me enamoré de él con su romanticismo barato, ahora entiendo que merecía mucho más que unas migajas.

-Estoy orgullosa de ti, Oli.

-¿Oli?, ¡Es la primera vez que me llamas así!, ¡No sabes lo lindo que suena ese apodo!

-Bueno, bueno, basta de cursilerías o no volveré a decirte así.

-Si esto se volverá a repetir, entonces prometo no ser tan cursi.

Olivia podía ser estresante, pero a pesar de todo, era una gran compañía y eso estaba más que comprobado, la considero mi única amiga.

-Y... ¿Cómo te fue hoy?, ¿Alguna novedad?

-Ah, sí, olvidé mencionarlo, mi hermano me comentó que discutió con una chica hoy en la cafetería, al parecer la chica se puso histérica por un poco de jugo en su hoodie.

-¡¿Qué?!

-Cálmate, no es como si hablara de ti, solo fue una chica que quizás tuvo un mal día hoy.

-Si... seguro fue eso.

Y en ese momento me di cuenta de que sería un largo año escolar.

Quizás en nuestra segunda vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora