Cuando les conté sobre mi primer día en mi nueva cafetería no pensaba que volvería a escribir al respecto. Sin embargo, aquí han pasado algunas cosas y ahora somos más personas que antes. Supongo que la ayuda siempre se agradece, aunque la ayuda no siempre esté lista para lo que se va a encontrar.
Creo que ya conocen mi secreto: Mi cafetería esta construida sobre tierras sagradas, no estoy segura si era un cementerio, catacumbas o si hubo alguna masacre aquí, pero por alguna razón, todos los días, pasada la medianoche, fantasmas, zombies y no muertos entran a mi cafetería. Los fantasmas son esencialmente espíritus, no tienen un cuerpo físico pero aún así pueden disfrutar de comer y beber. Los no muertos son parecidos a los zombies pero al mismo tiempo son más parecidos a los humanos. Por alguna razón, no se han descompuesto del todo y aun muestran humanidad en su hablar y en sus gestos, sin embargo, su piel pálida los delata como muertos. Mientras que los zombies... Ellos son divertidos de ver. Tienen muchas dificultades para hablar pero aun así se comportan como personas muy educadas... La mayoría del tiempo. Suelen alargar mucho las palabras cuando hablan y abren mucho la boca, parece como si quisieran morderte pero en realidad no se parecen en nada a los zombies de las películas. En medio de este desfile de muertos, soy la única que parece saber de su existencia y por un tiempo, fui la única que los atendía.
Hace un tiempo, mientras estaba limpiando el piso de mi cafetería resbalé con un charco de agua y casi me fracturo la pierna. Desde ese momento supe que tenía que contratar a más personal. Ese día, puse un cartel que decía "Se busca ayuda" en la ventana de mi tienda. Nadie venía a preguntar por el trabajo, hasta que una chica llegó a la cafetería. Tenía casi mi misma edad, se veía bastante nerviosa y tartamudeó al presentarse.
-B-Buenas tardes, v-vine por el tra-trabajo de mesera. -la chica tartamudeaba y temblaba, se notaba que era su primera vez haciendo esto.
-Gracias por venir, por favor, pasa a mi oficina, te haré una entrevista de trabajo.
-¿En-entrevista de trabajo? Perdón, creo que no vi-vine preparada.
-No te preocupes, mientras no tengas problemas respondiendo a mis preguntas todo debería estar bien. -guie a la chica a mi oficina, más que una oficina era un pequeño cuarto donde hacía las cuentas y tomaba apuntes de cada día. Aunque supongo que eso hacen las personas que tienen trabajos de oficina. Ella se sentó en una silla frente a mi escritorio y me senté frente a ella para empezar a hacerle preguntas. -¿Has hecho esto antes?
-¿Eh? ¿Qué? ¿La entrevista ya empezó? Perdón, no estoy lista.
-Hey, tranquila, por favor. -la tome de la mano y le pedí que se calmara, ella estaba empezando a hiperventilarse. -Tómatelo con calma ¿Sí? Solo es una entrevista de trabajo, vas a estar bien.
-B-bueno. Gracias por su amabilidad, señorita.
-Empezando por eso ¿Cómo te llamas?
-Mi-mi nombre es Michelle... Michelle A-Adams, señorita.
-Bien, Michelle ¿Tienes experiencia como mesera? -le pregunté.
-N-no, es mi primer trabajo, en realidad.
-¿Entonces, que te hizo querer aplicar para este trabajo?
-Q-quiero dejar de ser incapaz de hablar con otras personas. Quiero ser tan hábil al hablar con otras personas c-como usted. -la chica se ponía más nerviosa y hasta parecía que había empezado a sudar. Le ofrecí un pañuelo de papel y ella se limpió la frente. -Gracias, señorita.
-Llámame Vanessa. -dije levantándome de la silla. -Tienes el trabajo, hay un uniforme extra en el almacén, pruébatelo y ven a verme.Salí hacía la barra y miré el reloj, eran las siete de la noche, faltaba una hora para cerrar, aun así, los clientes no dejarían de llegar. Cuando Michelle se presentó con su uniforme, le quedaba perfecto, como si hubiera sido hecho a su medida, ella se notaba un poco avergonzada y tenía las manos detrás de la espalda.
-Ay, perdón señorita Vanessa, cre-creo que no me queda bien este uniforme, creo que lo arruiné. Perdón. -ella estaba nerviosa porque pensaba que el uniforme no le quedaría.
-Pero Michelle, te queda muy bien. -le dije tratando de animarla un poco, le sonreí y traté de que ella hiciera lo mismo. -Mira, a esta hora aun llegan clientes nuevos, así que si puedes, por favor atiéndelos, si necesitas ayuda voy a estar en la cocina. -antes de despedirme, decidí darle un pequeño consejo. -Y recuerda, a los clientes les gusta que sonrías.
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Café Réquiem
Teen FictionVanessa Moore solo es una mesera normal, tiene veintitantos años, abrió su propia cafetería porque ese era su sueño desde que era niña y nunca ha tenido problemas con los clientes. Sin embargo, su clientela es todo menos normal. Durante el día, está...