XVII

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Al sentir esa mordida del mayor fue tan cuidadoso para no lastimarlo, entonces ¿él puede ser rudo y delicado al mismo tiempo? Eso era una sorpresa de lo mucho que había cambiado el mayor.

—¿Ya vas a dejarme ir? —miraba con súplicas al mayor, con esa mirada que mata, y su rostro tan precioso.

—No, hasta que me escuches —respondió rápido el mayor, notándose muy excitado y enojado a la vez con sus cejas fruncidas.

El menor abrió sus ojos de par en par para percibir esa carga de furia que soltaba el oji arcoíris, su corazón comenzó a resonar más fuerte poniendo toda la atención al mayor esperando todo lo que tenga que decir. Aunque la agitación del momento estaba en el aire, los besos que se dieron estaban aún presente, esa conexión vibrante y lleno de deseos.

—Bien... te escucho Douma —susurro buscando algo de oxígeno que se hacía notar cuando suspiraba con sus labios entre abiertos, el beso que se habían dado lo dejo sin aliento y con un rojo notorio aun en sus mejillas.

—Odio verte llorar y eso no lo puedo soportar, aunque siempre que te veo te quiero hacerte solo mío —dijo casi gruñendo y acariciaba con sus dedos la mejilla del menor y hacer pequeños roses con sus narices, sintiendo esas ganas tremendas de volver a besarlo.

El menor se había sonrojado por el tacto tan cálido del mayor, esos recuerdos cuando el demonio lo tocaba en su habitación le llegaron a la mente como rayo haciendo que la expresión se notará preocupada y asustada. La palma del menor la coloco por encima de la mano de Douma que acariciaba su mejilla. Realmente le quería, pero ¿Por qué sentía miedo a la vez?

—No dejo de pensar en ese día que casi me violas, y fuiste muy duro conmigo —aclaro entristecido y nervioso el menor.

—Ese día... no lo puedo explicar, pero fue impulsividad y no me controle. Aunque cuando estabas borracho no dijiste lo mismo —con una risa seductora y un acercamiento peligroso a sus labios.

—Me gusta cuando me besas, pero no quiero que me.... ya sabes —comento con algo de enojo como si ya lo hubiera imaginado.

— ¿Y sí solo te masturbo? Así como lo hacías tú, pero con mis manos ~ —susurro Douma para empezar a besar el cuello del menor con sus ojos cerrados disfrutando la suave piel del menor.

Los quejidos y suaves gemidos no tardaron en salir de la voz del azabache. Inosuke colocaba sus manos en el cabello del demonio entrelazando sus dedos con sus mechones, con la poca fuerza que tenía intentaba apartar a Douma débilmente.

—Ahh~ Douma espera por favor~ —las piernas le temblaban como si fuera una corriente eléctrica al menor.

Las manos del mayor acariciaban bajo la tela de Inosuke, los largos dedos pasaban por el torso y su cintura mientras devora su cuello a besos. Le termina de quitar la camiseta dejando expuesto la piel desnuda de Inosuke dejando solo sus pantalones.

Al besar con tanta pasión el cuello del menor iban bajando al suelo, deslizando suavemente la espalda del menor por la pared, se encontraba sentado, Douma estaba algo de rodillas con las piernas del menor alrededor de su cintura, estaba inclinando para seguir pasando su lengua por su cuello de lado a lado, con una mano en la pared para mantener su peso, bajaba entre su clavícula y besar con más intensidad para también dejar varias mordidas.

«Mis piernas me temblaban tanto que no podía controlar mi gravedad ni mi respiración, es tan fuerte como si me fuera a desmayar, cuando Douma se pone tan agresivo y dominante por una parte me gusta ¿por qué? aun siento mi entrepierna tan humedad, siento como las gotas rosan mi piel, era el pre seminal de mi miembro varonil por Dios Douma, me volverás loco.»

Un psicópata con deseos | Douma x Inosuke |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora