𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖

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Carlisle observó con semblante preocupado el estado de Rêverie. Su cuerpo no parecía tener fiebre ni estaba tan pálido como hace un par de minutos, sin embargo, seguía sudando frío y su cuerpo continuaba temblando mientras se aferraba con fuerza a su camisa.

Murmuraba cosas que no comprendería de no ser por su audición mejorada y lloraba en silencios cada cierto tiempo.

La reacción de su hijo Jasper tampoco alivió su preocupación, sino que la agrandó al mostrar una mueca de dolor y arrodillarse.

— N-Na…o… N-No… t… vay… as… Ab-br… e l-los… oj-jos… P… fav-vor…

Una vez más, su camisa se halló con las lágrimas de Rêverie y su corazón se encogió al reconocer lo que decía.

— No iré a ninguna parte —prometió en voz baja limpiando sus lágrimas una vez más—. Estaré aquí cuando despiertes.

Carlisle sonrió de alivio al notar como Rêverie comenzaba a relajarse ante sus palabras.

— No te dejaré sola, mon ange —murmuró dejando un beso en su frente antes de tomar un libro de su mesa.

No fue hasta que los rayos del sol penetraron la habitación al mediodía, aterrizando en el rostro de Rêverie, que sintió nuevamente movimiento entre sus brazos.

Parecía buscar una posición cómoda donde el sol no la molestara, pero le resultaba imposible al ver que la superficie en la que se apoyaba no era blanda y tampoco podía levantarla.

Carlisle no pudo evitar reír por lo bajo al presenciar los intentos fallidos de Rêverie de amoldar su pecho a su gusto.

«Esto no es una almohada.

— No, no lo es. Es algo mejor.»

— ¿Te sientes mejor? —cuestionó Carlisle observando el semblante alerta de su compañera, como un gato que había sido sorprendido.

— Y-Yo… S-Sí… gracias por cuidarme —habló desviando su mirada—. ¿Cullen?

— ¿Sí?

— Suéltame —pidió sintiendo el brazo de Carlisle aún en su cintura—. No puedo levantarme si me sujetas así.

— Entonces no lo hagas.

— Cullen.

Carlisle levantó su brazo con una sonrisa al ver nuevamente su expresión seria, parecía estar mejor.

— No es bueno desayunar solo café.

— Y tampoco lo es meterse en los asuntos de otras personas, ¿o sí? —contraatacó saliendo de la habitación.

El olor a comida inundó sus fosas nasales junto a la esencia de Charlie y la voz alegre de Esme.

— ¡Rêverie, cariño! Bajaste justo a tiempo, acabó de servir la comida —habló tomando su mano aprovechando su desorientación.

𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋𝐒 || 𝐂𝐀𝐑𝐋𝐈𝐒𝐋𝐄 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍 [𝐒𝐏𝐀𝐍𝐈𝐒𝐇 𝐕𝐄𝐑.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora